El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, confirmó ayer que habrá temporada de vacaciones en la Provincia y que la misma comenzará el 1 de diciembre y culminará el 4 de abril. Y pese a que el anuncio incluía la noticia de que no será necesario acreditar un hisopado negativo para ingresar a los diferentes puntos turísticos, lo que más llamó la atención fueron los detalles de los protocolos que deberán llevarse a cabo para prevenir los contagios de coronavirus.
Entre las medidas, el mandatario adelantó que durante ese período no habrá teatros, casinos, bingos ni campings habilitados. Además, hizo mención a que estará prohibido el uso de aire acondicionado en los alojamientos porque se lo considera contraproducente para los mejores resultados en la búsqueda de la seguridad sanitaria. El dato fue ratificado luego en un comunicado del Ministerio de Producción bonaerense.
Y por peculiar que parezca la medida, lo cierto es que la propagación del SARS-CoV-2 a través del aire es una de las tantas contradicciones en las que incurrió la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que desconcierta a los especialistas.
En marzo, el organismo había concluido que el nuevo coronavirus se transmite por el contacto con gotitas de saliva que proceden de tos, estornudos o de la simple respiración cercana de otra persona. Pero no quedaba flotando en el aire ni era posible que se transmita a través de este medio si una persona sale a la calle o camina por un supermercado. Sobre esa base había desaconsejado el uso de mascarillas o barbijos en espacios públicos.
Luego, en junio se conocieron los resultados de un estudio realizado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC) del Distrito de Guangzhou Yuexiu, China que relacionó al COVID-19 con el uso del aire acondicionado. Fue el 24 de enero, cuando un total de 91 personas (83 clientes, 8 miembros del personal) estaban almorzando en un restaurante en China que no tenía ventanas pero sí aire acondicionado. De ellos, un total de 83 habían comido en 15 mesas en el tercer piso. De los clientes, 10 se enfermaron con COVID-19.
Sin embargo, ninguno de los empleados u otros comensales en el restaurante estaban infectados. Además, las muestras de frotis del acondicionador de aire fueron todas negativas para nucleótidos. Este hallazgo es menos consistente con la transmisión de aerosol. Sin embargo, los aerosoles tenderían a seguir el flujo de aire, y las concentraciones más bajas de aerosoles a grandes distancias podrían haber sido insuficientes para causar infección en otras partes del restaurante.
En este sentido, el estudio descubrió que la transmisión de gotitas fue provocada por la ventilación con aire acondicionado. El factor clave para la infección fue la dirección del flujo de aire. Para evitar la propagación de COVID-19 en esos lugares los autores del estudio recomendaron fortalecer la vigilancia de monitoreo de temperatura, así como aumentar la distancia entre las mesas y mejorar la ventilación.
Para continuar con la cronología, de acuerdo con el diario El País, la OMS actualizó por primera vez desde el 29 de marzo el documento en el que detalla los modos de transmisión del virus para incluir los llamados aerosoles, esas pequeñas partículas que pueden mantenerse en suspensión unos minutos con carga vírica e infectar a quien la inhale.
Fue luego de que un grupo de 239 científicos internacionales urgiera al organismo internacional y la comunidad médica a “reconocer la posible transmisión aérea del COVID-19”, en un artículo publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford.
Al respecto de los contagios vía aire, la declaración de la OMS es muy cautelosa, ya que afirman que las pruebas son indirectas. Además, muchos especialistas habían advertido de que alertar del contagio aéreo podría ser malinterpretardo por la población.
Según describe el nuevo documento del organismo, se observaron brotes en “algunos entornos cerrados, como restaurantes, clubes nocturnos, lugares de culto o lugares de trabajo donde la gente puede estar gritando, hablando o cantando”.
“En estos brotes”, según apunta, “no se puede descartar la transmisión de aerosoles, particularmente en estos lugares interiores donde hay espacios abarrotados y con ventilación inadecuada donde las personas infectadas pasan largos períodos de tiempo con otros”.
Puntualmente sobre la ventilación en los lugares de trabajo, escuelas y alojamientos turísticos, la OMS recomienda el aire puro y limpio. En ese sentido, aconseja “que se aumente la tasa de ventilación por medios naturales o mecánicos, preferiblemente sin reciclar el aire”. “En caso de que no pueda renovarse el aire, es preciso limpiar los filtros con frecuencia, sobre todo en los puestos donde hay un riesgo medio o alto de exposición al COVID-19 para los trabajadores, como ocurre con los que atienden a los clientes en el comercio minorista o en los alojamientos turísticos y con los trabajadores domésticos”, asegura el sitio oficial del organismo de la Organización de las Naciones Unidas.
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