Ezequiel Lo Cane, el papá de Justina: “El COVID-19 impactó notablemente en los procesos de donación y trasplante”

En el marco del Día Mundial de la Donación y Trasplantes de Órganos, Ezequiel Lo Cane, el papá de la niña que dio origen a la Ley Justina, reflexiona sobre los desafíos que plantea la pandemia en estos procesos, así como también en la continuidad de los tratamientos de los pacientes trasplantados y en lista de espera

En 2019, Argentina alcanzaba una tasa de 20 donantes por millón de habitantes, la más alta de la historia local. Según datos del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), este año el país registra una tasa de 7.93 donantes por cada millón de habitantes (EFE)

El 14 de octubre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes. Por disposición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la fecha busca incentivar a que las personas manifiesten su deseo de querer ser donantes.

Si bien en Argentina no se han suspendido las donaciones y los trasplantes como consecuencia de la pandemia de coronavirus como sí ha sucedido en países líderes en la materia como España, la cantidad de donantes por cada millón de habitantes bajó a 7.93 cuando en 2019 alcanzó una tasa de 20. Las causas responden a las condiciones de aislamiento, los cambios en los requisitos para acceder a servicios médicos, la suspensión o disminución de traslados internos y la disponibilidad de camas en terapia intensiva, entre otras.

En cuanto a los pacientes trasplantados y en tratamiento, su situación se ve gravemente afectada por las restricciones de circulación, el miedo al contagio y/o la dificultad para realizar la consulta con el equipo médico tratante. Además, se han complejizado los procesos para acceder de forma eficiente a los tratamientos y a la medicación, poniendo en riesgo su salud. En decir, la interrupción del tratamiento en estos pacientes podría devenir en un rechazo del órgano y volver nuevamente a lista de espera.

“La pandemia de COVID-19 impacta sobre los procesos de donación y trasplante de órganos y en la continuidad de los tratamientos de los pacientes en espera y trasplantados. Las sensibilidades crecen en angustia”, aseguró Ezequiel Lo Cane, el papá de Justina, la niña que dio origen a la Ley 27.447 de Trasplante de Órganos y Tejidos, también conocida como Ley Justina.

A diferencia de muchos otros países, Argentina siguió adelante con los trasplantes a pesar de la pandemia (Shutterstock)

Si bien la decisión político-sanitaria del Ministerio de Salud, a través del INCUCAI (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante), fue seguir sosteniendo la operatividad de los programas de procuración y trasplante de órganos, tejidos y células con el objetivo de brindarles una respuesta a todos los pacientes que esperan, para proteger a potenciales donantes y receptores, así como para aumentar la disponibilidad de camas necesarias (sobre todo de terapia intensiva) para la atención de pacientes con COVID-19, se suspendieron los trasplantes electivos con donante vivo. En tal sentido, la cantidad de trasplantes respecto del mismo periodo del año pasado disminuyó más del 42%.

En 2019, Argentina alcanzaba una tasa de 20 donantes por millón de habitantes, la más alta de la historia local. Según datos del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), este año el país registra una tasa de 7.93 donantes por cada millón de habitantes. Son 897 los trasplantes realizados en lo que va de este año y 360 las personas que donaron sus órganos.

“La influencia de la Ley Justina, tras su sanción el 4 de julio de 2018, se vio reflejada en las estadísticas: ese mismo agosto de 2018 y durante el 2019 la donación y trasplantes de órganos en Argentina alcanzó récords históricos. Sin embargo, desde que comenzó la circulación del virus SARS-CoV-2, las condiciones de aislamiento, los cambios en los requisitos para acceder a servicios médicos y la suspensión o disminución de traslados interprovinciales y/o municipales (aéreos y terrestres), impactaron notablemente en estos procesos”, indicó. Y añadió: “La discontinuidad de los tratamientos en pacientes que esperan un trasplante, trae consigo una serie de complicaciones que los dejarían fuera de poder recibir un trasplante, o aún peor, cerca de la muerte”.

“La discontinuidad de los tratamientos en pacientes que esperan un trasplante, trae consigo una serie de complicaciones que los dejarían fuera de poder recibir un trasplante, o aún peor, cerca de la muerte”

Debido a la abrumadora carga del sistema de atención médica de la pandemia de COVID-19, un estudio publicado en The Lancet en mayo de este año, anticipaba un efecto negativo pronunciado en la donación y el trasplante de órganos en todo el mundo. El objetivo de la investigación fue cuantificar el efecto contemporáneo de la pandemia de COVID-19 sobre la donación y el trasplante de órganos en Francia y los Estados Unidos.

Notamos una fuerte asociación temporal entre el aumento de las infecciones por COVID-19 y una reducción notable en los procedimientos generales de trasplante de órganos sólidos”, advirtieron los investigadores Alexandre Loupy, Olivier Aubert, Peter P Reese, Olivier Bastien, Florian Bayer y Christian Jacquelinet, coautores del paper científico.

El efecto se observó en Francia y se confirmó en EEUU. La reducción general en los trasplantes de donantes fallecidos desde el brote de COVID-19 fue del 90,6% en Francia y del 51.1% en los EEUU, respectivamente. En ambos países, esta reducción se debió principalmente al trasplante de riñón, pero también se observó un efecto sustancial en los trasplantes de corazón, pulmón e hígado, todos los cuales proporcionan una mejora significativa en la probabilidad de supervivencia.

En el paper, los investigadores recomendaron que los profesionales de trasplantes se adaptaran a las circunstancias, brindaran tranquilidad a sus pacientes y estuvieran preparados para revitalizar la valiosa infraestructura de trasplantes cuando la crisis de COVID-19 comience a disminuir.

Lo Cane aseguró que “en este contexto, el objetivo principal es avanzar en la implementación de protocolos más flexibles que permitan facilitar los procesos, y a su vez, acompañar a los pacientes, tanto a aquellos que están esperando una donación como aquellos trasplantados que requieren de un tratamiento sostenido”. Al mismo tiempo, reconoció el trabajo de los profesionales, equipos y entidades de la salud, entre ellos el INCUCAI, y a los centros de trasplante, las sociedades médicas y las entidades sin fines de lucro que acompañan o contienen a los pacientes. “Desde siempre, trabajan activamente para mejorar los niveles de donación y trasplantes”, dijo.

Lo Cane aseguró que “en este contexto, el objetivo principal es avanzar en la implementación de protocolos más flexibles que permitan facilitar los procesos, y a su vez, acompañar a los pacientes, tanto a aquellos que están esperando una donación como aquellos trasplantados que requieren de un tratamiento sostenido” (REUTERS)

De eso se trata la iniciativa “Casa Justina”, un espacio de contención no solo para personas trasplantadas, sino también para sus familiares. La propuesta nucleará a todas las personas que, de una u otra forma, estén vinculados con el mundo del trasplante –receptores, donantes, pacientes en espera y familias– para informarse, capacitarse y, sobre todo, encontrar y brindar contención.

Las “casas” no esperan ponerse en funcionamiento para ayudar, ya son centros integradores de equipos profesionales heterogéneos colaborando desde la innovación, uno de sus ejes principales junto con la solidaridad y la diversión. "Estamos generando fuentes de trabajo para personas que están esperando recibir un trasplante o trasplantadas brindando capacitaciones en costura, puestos de venta de churros en la vía pública y optimización y reciclaje de residuos para la elaboración de ladrillos o briquetas -aseveró-. Además, pueden ser parte de servicios de microtrabajo desde sus casas a través de la automatización sistémica”.

En términos tecnológicos, apuntan a la mejora de procesos aplicando inteligencia artificial para acortar tiempos o descubrir métodos más eficientes, e investigan con drones el traslado de órganos. Junto con prepagas, laboratorios, centros y profesionales de la salud, además de fundaciones y ONGs del rubro, están construyendo una plataforma de gestión y mejoramiento de adherencia al tratamiento. Por último, colaboran con el equipo que lleva adelante el Congreso Internacional de Trasplante que se realizará en Argentina durante el 2022.

Consultado por Infobae, Lo Cane aseguró: “Estamos explorando, junto a otras organizaciones vinculadas a los procesos de donación y trasplante, la viabilidad de un Instituto Nacional de Trasplante. El objetivo es brindar más recursos al sistema y cooperar a nivel nacional e internacional, mediante el intercambio de experiencias, capacidades y esfuerzos destinados a mejorar la calidad de vida de los pacientes trasplantados e incrementar la cantidad de donaciones y trasplantes”.

“Nos proponemos, desde la innovación, encontrar soluciones que impacten en la sustentabilidad del sistema de salud, estimular el desarrollo de proyectos de investigación científica y la formación de profesionales vinculados a la procuración y trasplante de órganos. Además, debemos trabajar en el diseño de estrategias terapéuticas que alarguen la sobrevida del injerto y del paciente trasplantado, garantizando la calidad e igualdad de la asistencia”, concluyó.

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