Un tweet y mail que se transformaron en virales a poco de comenzar la pandemia en Italia, decía “a los ortopedistas y patólogos se les entrega un folleto y se les envía a ver a los pacientes con ventilación no invasiva. Por favor deténgase, lea esto otra vez y piense”. Se supo, por entonces, que era un llamado desesperado de un ortopedista en referencia a la situación en Lombardía, Italia. Fue una advertencia para el resto del mundo sobre lo que se pediría en la lucha contra el coronavirus a especialistas de disciplinas no necesariamente vinculadas.
A partir del día siguiente a la detección del primer caso en febrero pasado, las razones clínicas y demográficas de los pacientes que acceden a las salas de emergencias cambiaron por completo y el número de pacientes con síntomas diferentes a una gripe o una neumonía se redujo a unidades muy pequeñas.
Menos de tres semanas después, el "NYU Langone Orthopaedic Hospital de Nueva York se transformó es un centro de tratamiento COVID”, explica Ran Schwarzkopf responsable del departamento de cirugía de la especialidad en ese centro de salud en un informe publicado en la revista especializada The Journal Arthroplasty. Se trata de uno de los centros más grandes de Estados Unidos de la especialidad, con 187 profesores, 72 residentes y 21 becarios que cubren 6 sitios hospitalarios con más de 3000 camas para pacientes hospitalizados.
En particular, el número de accesos directos relacionados con el trauma se redujo constantemente tal como lo revelan documentos presentados en la misma publicación científica por parte de profesionales de Italia, Singapur, China, Estados Unidos etc.
Todos los especialistas coinciden en relatar la cancelación de cualquier cronograma de cirugías electivas y consultas externas no urgentes, dedicando todos los recursos al tratamiento de los pacientes involucrados en la pandemia. Cada ciudad designó hospitales centrales dedicados a urgencias quirúrgicas específicas, donde todos los pacientes con esa patología eran redirigidos. En la mayoría, una parte para las especialidades relacionadas con el centro, todos los demás departamentos quirúrgicos fueron cerrados y reasignados al tratamiento de pacientes afectados por COVID-19 con diferentes niveles de complejidad.
La reconversión y la ausencia
Muchos cirujanos ortopédicos han sido redirigidos a los departamentos de medicina interna, enfermedades infecciosas, neumología o salas de emergencia. “El trauma y la ortopedia son especialidades quirúrgicas únicas -explica Robert U. Ashford, especialista del Instituto de Ortopedia de Leicester, Reino Unido-. La amplitud es extraordinaria. Desde afecciones como escoliosis infantiles hasta la osteoartritis en la población de mayor edad. Desde sarcomas de huesos y tejidos blandos hasta neoplasias metastásicas. Y luego el trauma, que afecta a todas las edades y todos los extremos de gravedad. Si bien los procedimientos planificados se han suspendido, el trauma continuará; aunque ha habido una disminución en las lesiones por actividades al aire libre, las lesiones por bricolaje se han disparado en las últimas semanas, lo que plantea un desafío diferente”.
El CIO (Club Italiano dell’Osteosintesi) es una entidad dedicada al estudio de la traumatología que cuenta con miembros diseminados en hospitales públicos y privados de todo Italia. De manera colaborativa desarrollaron un relevamiento para comparar y analizar los datos sobre los casos y escenario de traumatología ortopédica, en las primeras seis semanas del brote de COVID-19. Francesco Benazzo, especialista de la Unidad de Traumatología del Deporte de la Fundación Poliambulanza de Brescia, Italia, es quien estuvo al frente del equipo que reveló en su informe que “en comparación con el año pasado, la actividad ambulatoria general se redujo hasta en un 75%, las consultas de trauma en la sala de emergencias en general hasta en un 71%, la actividad quirúrgica electiva se redujo hasta en un 100% en dos semanas y la cirugía de trauma excluyendo las fracturas del cuello femoral hasta en un 50%. El tratamiento quirúrgico de las fracturas del cuello femoral mostró una reducción estable del 15 al 20% sin una variación significativa durante ese tiempo”.
El brote de COVID-19 mostró un tremendo impacto en todas las actividades de traumatología ortopédica en todos los países. De hecho, un documento realizado por Guillermo Alejandro Ricciardi del Servicio de Ortopedia y Traumatología, Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez junto a otros colegas y publicado por la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatologia (AAOT) revela que la estrategia en Argentina “requirió definir nuestras fortalezas y debilidades como Servicio, definir nuestro rol predominante en el hospital y la comunidad, adaptar nuestra comunicación a la dinámica del proceso y estadificar las etapas de la pandemia por enfrentar. Resulta muy difícil evaluar el desarrollo de un programa que se estructura e instala sobre la base de un acontecimiento masivo regional y global en tiempo ‘real’ y donde el follow-up, por lo tanto, es nulo”.
“En Traumatología, hemos tenido que aumentar la proporción de tratamientos conservadores frente a los quirúrgicos”, explica el doctor Sergi Sastre de Barnaclinic de Barcelona. La cirugía ha requerido de una readaptación forzosa. “La oncológica, cirugía de trauma, infecciones óseo articulares agudas y aquellas en que su demora pudiera causar secuelas permanentes en el paciente debieron mantenerse”, expone Luis F. Calixto B Ortopedista y Traumatólogo, Profesor del Hospital Universitario Nacional de Colombia en el documento que lidera junto a colegas tratando de despejar un código de retorno de la disciplina a cierta nueva normalidad.
Con toda probabilidad, algún tipo de detección de COVID (tanto de pacientes como del personal) será parte de nuestro nuevo flujo de trabajo aún cuando merme el contagio. La creación de un entorno seguro tanto para pacientes como para el personal debe centrarse en prevenir la propagación asintomática de COVID-19. La gran mayoría de los pacientes con artroplastia articular son mayores de 65 años y tienen un alto riesgo de complicaciones por infecciones por COVID-19. Una vez que se reanude la cirugía electiva, se debería pensar en que todos los pacientes sean evaluados con una prueba de resultado rápida antes de la operación. “A medida que disminuye el estrés en nuestro sistema de atención médica, debemos ser capaces de proporcionar un entorno en el que los pacientes se sientan seguros al entrar por la puerta del hospital y que no tengan un mayor riesgo de exposición al COVID, a fin de que atender traumas siga siendo nuestra especialidad y en los rangos que las personas lo necesiten”, concluye Schwarzkopf.
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