En medio de la pandemia por coronavirus, como suele decirse, existen otras muchas enfermedades que no pueden ser desatendidas.
Es el caso de las infecciones de transmisión sexual (ITS), de las que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) había alertado en junio de 2019 -apenas unos meses antes de que el COVID-19 irrumpiera en la escena internacional- sobre su incremento.
En una nueva entrega de Stamboulian Talks, la médica infectóloga Romina Mauas (MN 100075), coordinadora médica en Helios Salud, resaltó que el aumento de casos de sífilis, gonorrea, proctitis y otras ITS ocurre “incluso en países donde tienen gran historia de servicios de salud sexual y que habían logrado erradicar estas infecciones, como Inglaterra”. “En la Argentina esto no escapa a lo que sucede en el mundo; de 2015 a 2018 se registró un ascenso de la tasa de casos notificados de sífilis tanto en hombres como en mujeres”, señaló la miembro de la Comisión de Sida e ITS de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi).
“La salud sexual es muy abarcativa, enfocándonos en la mirada infectológica, podemos enumerar algunas posibles causas de este fenómeno mundial”, consideró la experta, y comenzó a desarrollar: “Los cambios en el comportamiento sexual de las personas y el uso de app móviles que permiten concretar encuentros con personas a la distancia y lleva a que se efectúen contactos sexuales con desconocidos”. Para Mauas, eso, entre otras cuestiones, “dificulta, ante la presencia y el diagnóstico de una ITS, rastrear el círculo de transmisión porque muchas veces ese contacto es imposible de ubicar”.
Por otra parte, “el uso de drogas recreacionales disminuye las pautas de cuidado y esto puede conllevar a mayor riesgo de adquirir una infección”. Y en esa línea, agregó que “el uso de píldoras contra la disfunción eréctil, si bien es positivo y posibilita una vida sexual activa por más años, lleva a que en edades que ya no son reproductivas las personas tiendan a estar menos preocupadas por la posibilidad de un embarazo y olvidar que existen enfermedades de transmisión sexual”.
Para Mauas, “no es menor que hay menor temor de adquirir el VIH dado que hoy en día se trata de una enfermedad que es tratable y que tiene diferentes aristas en su prevención, no sólo el uso del método de barrera, que es el preservativo sino que también el tratamiento antiretroviral hoy por hoy es útil para la persona con infección y también para evitar una transmisión sexual hacia otro”. “Hoy se sabe que si la carga viral es indetectable, el VIH es intransmisible por vía sexual y además hay medicación que la persona puede tomar previo a la exposición que disminuirán también las posibilidades de adquisición”, agregó en referencia a lo que se conoce como profilaxis pre exposición (PreP).
Estos avances en el tratamiento del VIH -para Mauas- “previene tal vez la ITS más importante pero lleva a estar más expuesto a otras infecciones”.
Otro punto destacable es el hecho de que “en muchos países hay escasa información sobre salud sexual y reproductiva”. “Es un tema sensible que implica hablar de cuestiones íntimas, pero si se logra un ambiente propicio es una de las mejores herramientas para una buena salud sexual”, consideró.
En ese sentido enumeró cinco ítems que no debieran dejar de abordarse ante cada paciente:
1- Pasado de las ITS (si tuvo antecedentes, tanto la persona como su pareja actual o parejas sexuales recientes)
2- Parejas sexuales (cuántas tuvo en el ultimo tiempo y si sabe si su pareja tuvo relaciones sexuales con otra persona mientras lo hacía con ella)
3- Prácticas sexuales (preguntar si tienen prácticas o comportamientros asociados con mayor riesgo, como tener sexo con personas desconocidas)
4- Protección para las ITS (saber si en cada práctica usan preservativo y en caso de que no, pesquisar por qué prefieren otro método)
5- Prevención de embarazo
Esos son, según la especialista, “los ejes durante la consulta, tratando de dar lugar a las dudas, siendo abiertos en función de las preferencias y las formas de cuidado de cada persona”.
Por último, reforzó que se debe “tratar de entender en la asesoría que algunas prácticas pueden traer más placer pero también mayor riesgo, identificarlas para saber cuál de ellas puede ser más riesgosa y tratar de evitarlas”. “Y siempre incluyendo la mirada y el enfoque en la violencia de género hacia la mujer, ya que para una persona que sufre violencia dentro de la pareja va a ser difícil que pueda negociar el uso de un método de barrera o que pueda hablar de su sexualidad”, concluyó.
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