En el ser humano primitivo, el sentido del olfato lo ayudó a sobrevivir, porque la nariz estaba muy cerca del suelo y podía, a través de este sentido, conocer lo que sucedía a su alrededor. Podía, por ejemplo, oler la cercanía de algunos animales y el estado en el que se encontraba el suelo. Esta capacidad, tan importante en ese entonces, la fue perdiendo a medida que se alejaba del suelo: una vez bipedestados, nuestro olfato perdió relevancia para nuestra supervivencia.
Aún así, hoy en día, el olfato juega un papel fundamental en la vida diaria porque activa, por ejemplo, los mecanismos de defensa al avisar la presencia de gases tóxicos o alimentos en mal estado. Uno de los aspectos más importantes relacionados con el olfato es la transmisión de sensaciones, ya que los olores evocan recuerdos que desencadenan emociones.
A las 24 horas de nacido, el recién nacido puede identificar a su madre, porque su sentido del olfato está completamente desarrollado. Este sentido crece (en coincidencia con la etapa de aprendizaje del niño) hasta los 20 años y se mantiene estable hasta los 40 años. A partir de la quinta década de la vida, comienza a disminuir la capacidad olfatoria (el epitelio olfatorio es reemplazado por epitelio respiratorio). Esta declinación se conoce con el nombre de presbiosmia, que se acentúa aproximadamente a los 65 años.
Embriología
Entre la 3º y 9º semanas de gestación, existe una estructura común a partir de la cual se forman la nariz y la boca.
Anatomía de la mucosa olfatoria
La cavidad nasal
La nariz se divide en tres regiones:
- Vestibular: tiene epitelio plano estratificado con glándulas sebáceas y vibrisas.
- Olfatoria: con células olfatorias, de sostén y basales.
- Respiratoria: es la más extensa, tiene un epitelio cilíndrico ciliado seudoestratificado y en ella se cumplen todas las funciones nasales.
Anatomía de la mucosa olfatoria
A- Partículas odoríferas ingresando a las fosas nasales.
B- Pituitaria amarilla con el epitelio olfatorio (receptores → bulbo olfatorio → nervio olfatorio). C- lóbulo frontal del cerebro (bulbo olfatorio).
D- Tracto olfatorio.
1- Odorantes y receptores.
2- Los receptores olfatorios son activados y envían señales eléctricas.
3- Las señales pasan a través de los axones.
4- Las señales se transmiten a regiones del cerebro.
Neuroepitelio olfatorio
El neuroepitelio olfatorio se localiza en los cornetes superiores de las fosas nasales, en el techo de la nariz. Es un epitelio de aproximadamente 5 cm2, que está formado por tres tipos de células:
- Neuronas o células olfatorias, también conocidas con el nombre de células bipolares.
- Células de sostén, sustentaculares o microvillares.
- Células basales, que son células progenitoras o pluripotenciales.
Se estima que el ser humano tiene entre 10 y 20 millones de neuronas o células olfatorias. Estas células proyectan una dendrita a la superficie del neuroepitelio, y cada una tiene entre 8 y 20 cilios que se sumergen en la capa de moco. En los cilios están los receptores olfatorios, que son los sitios especiales para las partículas odoríferas, es aquí donde los virus, impactan y lesionan al receptor, inhibiendo la entrada de las sustancias químicas, los olores, y de esta manera no se produce el cambio de estímulo químico a estímulo eléctrico. Esta sería una hipótesis a tener presente ante la falta de olfato que aparece de manera súbita.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard ha estudiado el mecanismo de acción del virus con respecto al olfato. Sandeep Robert Datta, investigador principal del estudio y profesor asociado de neurobiología en el Instituto Blavatnik, dijo que los hallazgos indicaron que el nuevo coronavirus altera el sentido del olfato no solo infectando directamente las neuronas, sino que afecta la función de las células de sostén. Estas células de sostén rodean las neuronas receptoras y regulan el medio iónico para la transducción olfatoria.
Aquí es donde hay mayor cantidad de ACE2 y TMPRSS2: el coronavirus se internaliza en la célula, los sensores allí presentes detectan el material ARN y luego inducen la producción de interferón que, a su vez, aumenta la inflamación; las citocinas abandonan la célula y se dirigen a las células olfatorias, donde producen un bloqueo directo de los receptores. Esto implica, agregó el Dr. Datta, que, en la mayoría de los casos, es muy poco probable que ocurra un daño permanente en el circuito olfatorio y que, por lo tanto, la anosmia asociada al COVID-19, es transitoria.
Una tercera hipótesis es la posibilidad de que se produzca una respuesta sobre exagerada del sistema inmune una apoptosis, o muerte celular programada, como mecanismo de defensa, lo que evitaría el viaje del virus hacia el sistema nervioso central.
Fisiología del olfato
La etapa inicial del proceso olfatorio es la unión receptor-odorante, que se puede interpretar como una interacción basada en un modelo de tipo llave-cerradura. El odorante ingresa con el aire respirado, interactúa con proteínas que transportan sustancias odoríferas, atraviesa la capa de moco y se une a receptores de las cilias. Ya vimos que allí el estímulo químico se transforma en un estímulo eléctrico que pasa a la parte posterior de las células, cuyas terminaciones posteriores constituyen el nervio olfatorio. Atraviesan los orificios de la lámina cribosa del hueso etmoides y, ya en el cerebro, se ponen en contacto con el bulbo olfatorio (BO) en una estructura llamada glomérulo, para producir la despolarización de la neurona olfatoria.
Bulbo olfatorio
La información recogida en el epitelio olfatorio se transmite entonces a lo largo de los nervios olfatorios que penetran en el lóbulo frontal de la cavidad craneana, cruzan la lámina cribosa del etmoides y se transmite a los dos BO.
El bulbo olfatorio es una estructura anatómica cerebral. Es considerado mucho más que una simple escala de relevo de la vía olfatoria y su organización funcional es muy clara. Es muy probable que la información sensitiva esté sometida a un amplio procesamiento en el BO antes de transmitirse a la corteza olfatoria.
Conexiones centrales de la olfacción
La secuencia olfatoria, que sale del BO, se comunica en forma directa con varias partes del cerebro. Se pueden diferenciar dos tipos de información: la que viaja hacia las zonas superiores de procesamiento olfativo y la que se transmite a las estructuras límbicas.
La primera se relaciona con los procesos relacionados con el reconocimiento consciente de los olores, la discriminación olfativa, la percepción, el reconocimiento y la memoria. La transmitida a las estructuras límbicas (que regulan las emociones) se asocian con las respuestas subconscientes a los distintos olores, causan cambios del comportamiento y hasta participan en la regulación de las hormonas. Es así que un olor puede evocar una situación, un lugar, una persona y esa evocación puede producir los cambios conductuales mencionados.
Esto significa que no olemos con la nariz, sino con el cerebro, porque normalmente toda esta información pasa por la secuencia olfatoria y llegaría a la zona más antigua del cerebro la zona primaria o área piriforme, lugar “real” donde olemos.
Relación entre el nuevo coronavirus, el olfato, el gusto, el sabor y el nervio trigémino
El olfato da el 80% del sabor. Sabor y gusto no son sinónimos. El sabor es igual a deleite, y dependen en gran parte del sentido del olfato. Esto ocurre porque este sentido tiene dos vías de entrada: la anterior, o anterógrada, por las fosas nasales; y la posterior, o retrógrada, proveniente de los olores que se desprenden de los alimentos, que también suben hacia el epitelio olfatorio y es diferente del gusto. El gusto está distribuido en la lengua y puede ser dulce, salado, ácido o amargo. Hay más gustos descritos, como el umami (típico de las comidas asiáticas), el graso y el causado por la presencia de la amilasa.
El nervio trigémino o quinto par craneal interviene mínimamente en brindarle la textura y pungencia a los olores. Además de su efecto particular en el circuito olfatorio, el SARS-CoV-2 competiría con los receptores del ácido salíaco presente en la mucina de la saliva, que se degrada y ocupa el receptor del ácido salíaco que está en las papilas gustativas. Así, se afecta el sentido del gusto, cuyo nombre en medicina es disgeusia.
Estudio sobre anosmia en Argentina
En nuestro país se está llevando a cabo un estudio sobre pérdida de olfato y COVID-19. Es fundamental recabar toda la información posible para ayudar a desentrañar los mecanismos del origen de la anosmia y la disgeusia asociadas a la infección por el nuevo coronavirus.
El correo de contacto es covid19anosmia@gmail.com y el teléfono es +54 9116373-2263. Es muy importante que las personas con falta de olfato se comuniquen para ingresar al estudio y ayudar a investigar y seguir aprendiendo sobre este nuevo coronavirus.
* Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701), experta en olfato y alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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