Según los resultados de un relevamiento nacional de la Consultora Julio Aurelio-ARESCO, a pedido del Centro de Investigaciones de Enfermedades No Transmisibles (CIENTA), 4 de cada 10 fumadores (41,6%) reconocieron estar fumando más que de costumbre durante la cuarentena. El trabajo, denominado “Estudio de Opinión sobre hábitos y tabaquismo en tiempos de cuarentena”, incluyó la participación telefónica de 3.418 individuos mayores de 16 años de todo el país durante el mes de junio de este año.
Del total de encuestados, se observó que el 20,8% fumaba, de los cuales el 16,1% eran fumadores habituales y el 4,7% restante lo hacía “ocasionalmente”. La 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación (realizada en 2018 y presentada en 2019), muestra una prevalencia de tabaquismo del 22,2% en los mayores de 18 años.
Cabe destacar que de los fumadores solo un 30% intentó dejar de hacerlo, pero sin éxito, un 48.1% lo pensó, pero no lo intentó y un 14.5% ni siquiera lo intentó. Consultada al respecto, la doctora Corina Samaniego, investigadora del Centro de investigaciones en Psicología y Psicopedagogía de la UCA remarcó que la alta proporción de fumadores que ni siquiera intenta dejarlo evidencia lo difícil que resulta terminar con esta adicción.
Asimismo, se registró un mayor nivel de tabaquismo en el interior del país (22,9%) vs. el Área Metropolitana de Buenos Aires –AMBA- (16,3%). En general, el status de “fumador” fue más elevado en el sexo femenino, en los niveles socioeconómicos bajo y medio-bajo y entre los más jóvenes. En cuanto al tipo de cigarrillo, 8 de cada 10 (82%) consumieron el cigarrillo tradicional a combustión, 7,4% cigarrillo electrónico, 2,7% ambos y “otros” el 5,6%.
“Es llamativo que, en plena cuarentena, con problemas para conseguir cigarrillos y un aumento considerable del precio, el número de fumadores no haya variado. Por otro lado, resulta curioso que 1 de cada 10 fumadores (entre los que consumen cigarrillo electrónico solo o combinado con cigarrillo de combustión) consuma un producto cuya venta está prohibida y por lo tanto llegue al país de contrabando sin ningún tipo de regulación, ni control”, destacó la doctora Marta Angueira, médica cardióloga especializada en Cesación Tabáquica y Presidenta del Centro de Investigaciones de Enfermedades No Transmisibles (CIENTA).
Temor o preocupación por su salud o la de sus seres queridos, cambios en sus hábitos de sueño, angustia, ansiedad y estrés por encima de lo habitual, irritabilidad, dificultades para concentrarse e incluso agravamiento de problemas de salud preexistentes: todas éstas son las principales situaciones vividas durante la cuarentena que reportaron más de 8 de cada 10 encuestados (84,1%). También, más de 3 de cada 10 (36,4%) manifestaron que desde el comienzo de la cuarentena su alimentación fue menos saludable que la habitual y el 35,6% informó que comió más que antes.
“El encierro prolongado, la preocupación por el bienestar personal y de los seres queridos y la incertidumbre económica pueden ser cuestiones que predispongan a experimentar sensaciones de angustia, ansiedad o temores varios, tal como surgió del informe. Todo ello puede propiciar en los fumadores un aumento en el consumo de tabaco, situación favorecida por la permanencia en el hogar”, sostuvo Angueira.
“La situación de pandemia por COVID-19 y la medida sanitaria adoptada en consecuencia, el ASPO, han contribuido a construir en un marco social que ya era delicado, un contexto de alta vulnerabilidad general lo que individualmente se manifiesta a través de las preocupaciones, emociones y trastornos como el del sueño que los encuestados han manifestado. También se expresa través de las conductas como fumar más o comer más”, señaló la doctora Samaniego.
La frecuencia de consumo de alimentos encontró en un extremo al nivel socio-económico medio alto y alto, en el que un 37,2% reportó estar comiendo más y en el otro a los individuos de nivel socioeconómico medio-bajo y bajo, que informaron estar comiendo opciones menos saludables (43,1%).
Consultados sobre la actividad física durante la cuarentena, el 41,5% expresó que hacía menos que antes y el 21,1%, que directamente no hacía ejercicio alguno. Las razones tanto de unos como de otros fueron que no podían porque el encierro no se los permitía (49,1%) o que, si bien podían hacer algo, realmente no tenían ganas (34,5%).
La falta de ejercicio adjudicada a la situación de cuarentena aumenta en CABA, fundamentalmente entre los hombres acentuándose en los más jóvenes. Las mujeres, más que los hombres, manifiestan que podrían hacer algo, pero que no tienen ganas. Mientras que entre los mayores de 65 años crece el porcentaje de los que nunca hicieron actividad física o no la hacen habitualmente.
Frente a la escasez de cigarrillos, casi 4 de cada 10 (38,2%) cambió de marca por la que hubiese disponible y el 70,3% manifestó que el precio de los cigarrillos incide entre mucho y bastante a la hora de pensar en dejar de fumar (valores que se incrementaron en las mujeres, en los NSE más bajos y en los más jóvenes).
“Los fumadores encontraron diversas estrategias para sortear la falta de cigarrillos, y el número de fumadores se mantuvo. Pero la preocupación por el precio no condice con la realidad ya que, a pesar de eso, el mismo número de fumadores consumió más cigarrillos”, consignó la Lic. Florencia Morales, del equipo de Sociología de CIENTA.
El sondeo investigó también sobre qué alternativas elegiría si decidiera dejar de fumar. La respuesta de los fumadores fue que acudirían a su propia voluntad (60,7%), utilizarían herramientas como grupos de autoayuda (8,6%), medicamentos, chicles o parches (13,3%), terapias alternativas (7,2%) o lo intentarían con el cigarrillo electrónico (4,3%), entre otras.
“Esto coincide con las estadísticas de consulta médica para abandonar el tabaquismo: históricamente menos del 10% de los que deciden dejar de fumar buscan el apoyo de un especialista, lo que hace que pensemos en replantear la estrategia de control de tabaquismo buscando otras alternativas”, advirtió la doctora Angueira.
El tabaquismo juega un rol fundamental en las enfermedades crónicas no transmisibles, particularmente en las que el sistema circulatorio es el que se ve afectado. Sin embargo, cuando se combina con otro factor de riesgo, como el exceso de peso, hipertensión, sedentarismo o mala alimentación, el riesgo se potencia.
“Mantener en el tiempo conductas poco saludables como una mala alimentación, poca actividad física, estrés y tabaquismo genera un cóctel explosivo que podría traducirse en un aumento de la enfermedad cardiovascular durante el periodo que se prolongue la cuarentena, tendencia que luego cueste enormemente revertir. No estamos en contra del aislamiento, pero debemos insistir en que se promocionen y faciliten conductas más saludables”, concluyó la especialista.
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