Obtener información acerca de qué es lo que hay detrás de las cifras de decesos que han sido informadas mundialmente desde principio de año será de vital importancia para mantener la calma. La homogeneidad y comparabilidad de la información es fundamental en todo análisis cuantitativo para formular interpretaciones válidas.
Hoy, la mayoría de los países sigue un criterio de clasificación que propone una modificación de criterios. Además, se impone la necesidad de precisar en detalle un área (la clasificación de defunción) que se había caracterizado por su falta de especificidad. Ambos cambios arrojarán variaciones cuantitativas.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “contar con datos de calidad es fundamental para la elaboración de indicadores de mortalidad útiles para la investigación, así como para la toma de decisiones en la gestión. Su correcta interpretación requiere conocer aspectos técnicos”.
Respecto a la definición de muerte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) “Cualquier defunción de cuadro clínico similar al COVID, cualquier caso probable que fallece testeado o no, será catalogado como muerte COVID. Salvo que la causa de muerte no pueda relacionarse (por ejemplo, un traumatismo)”.
Dentro de la guía, se encuentran dos códigos: 1) U07.1, para virus identificado 2) U07.2, para cuando: hay una correlación clínica o epidemiológica pero las pruebas de laboratorio no son concluyentes o no están disponibles.
Las infecciones respiratorias y la septicemia están incluidas dentro de los cuadros clínicos de COVID descriptos por la OMS.
Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), en todo el mundo, la neumonía mata a millones de personas cada año, lo que la convierte en una de las principales causas de defunción entre los más jóvenes y los más ancianos.
No hay por el momento datos precisos acerca de qué criterio utilizó cada país. En la página del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades, figura la misma definición que recomienda la OMS. No sería un requisito indispensable testear para clasificar la causa de deceso.
Criterio anterior
En años anteriores, según la OMS “en el transcurso de las epidemias de gripe estacional, alrededor de 90% de las defunciones corresponden a ancianos delicados de salud que a menudo padecen una o varias enfermedades. Aunque la gripe puede empeorar estas enfermedades y contribuir a causar la muerte, en la mayoría de los casos no se realizan las pruebas para diagnosticar la gripe y las defunciones generalmente se atribuyen a la enfermedad subyacente”.
En concordancia con este enfoque, la OPS explica: “las causas múltiples son un complemento importante en el análisis de la mortalidad, sobre todo cuando se trata de enfermedades crónicas o de personas mayores de 65 años, donde es más difícil establecer una única causa como la responsable de la muerte”.
Según el Informe Nacional de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud argentino de 2018, “El problema de clasificar las causas de muerte, en estadísticas vitales, es relativamente simple cuando actúa una sola. Sin embargo, en muchos casos contribuyen a la muerte dos o más procesos patológicos. En tales casos ha sido la práctica tradicional seleccionar una de estas causas para ser tabulada, la enfermedad o lesión que inició la cadena de acontecimientos patológicos que condujeron directamente a la muerte”.
A pesar de la convivencia de múltiples causas, el criterio de clasificación no es homogéneo entre países. Según algunas publicaciones, por ejemplo, en Italia se ha cuantificado a todos los positivos como muertos por COVID al margen de su historia clínica; mientras que en Uruguay se diferenció si la persona fallecía por el virus o por la enfermedad subyacente.
Criterios distintos entre epidemias
El doctor Alberto Curci, experto en gestión de sistemas de salud, acerca de los criterios, agregó a Infobae: “No hubo un criterio único entre países, ni siquiera de testeos y tampoco en comparación con otras epidemias. Por ejemplo, en Argentina, en 2009 hubo aproximadamente 12 mil contagios de gripe A y 686 fallecidos. Según el Ministerio de Salud, se habían hecho 28.792 muestras, de las cuales se confirmaron para la H1N1, un total de 12.080. El grupo de edad más afectado entre los casos graves confirmados habían sido los menores de 5 años, seguidos por el grupo de 45 a 64 años. El testeo se le hacía a aquel que consultaba con fiebre alta de dos o tres días. Para un diagnóstico preciso se tenía en cuenta la clínica y se realizaba radiografía de tórax. No se hacía un rastreo epidemiológico. Con lo cual, las comparaciones no tienen valor, ni entre períodos ni entre países. Muy probablemente en epidemias anteriores hubo un subregistro tanto de casos como de muertes o ahora habría un sobre-registro”.
Baja precisión
Pareciera que clasificar, precisar y cuantificar decesos siempre ha sido una tarea con un alto nivel de error. En 2017, en Argentina, según el DEIS entre las causas de defunciones, hubo 20.544 muertes clasificadas como “mal definidas” y en 2018, figuraron 21.871 causas mal definidas o desconocidas. Es decir, un promedio de 58 defunciones por día no son especificadas. Cuando esto sucede con frecuencia, es un indicador directo de la baja calidad en el registro de las causas de muerte, según PAHO. “La falta de calidad que más impacta en la elaboración de indicadores es la relacionada con la especificidad de la causa de muerte”. “Las causas mal definidas, corresponden a síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte o al uso de términos médicos poco definidos para referirse a las causas de muerte”. “En la Región de las Américas, 3,1% de las causas de muerte son mal definidas. Si bien este porcentaje es variable entre los países, en pocos de ellos el porcentaje de causas mal definidas supera el 10%”.
La subjetividad del profesional
“Por razones de competencia profesional, corresponde al médico --preferentemente al médico que haya atendido a la persona fallecida durante la enfermedad o lesión que le causó la muerte-- la responsabilidad de suministrar información sobre las causas del deceso. Por consiguiente, de estos profesionales depende que las estadísticas reflejen lo más fielmente posible el perfil de causas de la mortalidad”.
Según el DEIS “Dado que la causa de muerte certificada por el médico es uno de los datos que está sujeto a errores en cuanto a su declaración, cabe tomar precauciones en su uso”.
“La aplicación correcta de las reglas de selección de la causa básica de defunción requiere personal con alto nivel de entrenamiento. Aun así, la subjetividad involucrada en las decisiones que exigen estos mecanismos y la lectura de la certificación de causas produce variaciones entre los codificadores, que se traduce en heterogeneidad de la información.”
Para obtener datos cuantitativos de calidad, es importante mantener la comparabilidad, es decir el impacto provocado por diferencias en la aplicación de conceptos y definiciones estadísticas cuando se realizan comparaciones de datos entre diferentes áreas geográficas o períodos; la exactitud o proximidad entre el valor obtenido y el valor verdadero y desconocido; la validez o capacidad de medir lo que se pretende y la especificidad, o sea la capacidad de detectar solamente el fenómeno analizado.
Cuando se compara un mismo indicador proveniente de distintos criterios de clasificación, debe evaluarse la coherencia entre los resultados y especificar si las variaciones son originadas debido a esas mismas diferencias. “Es importante señalar que una condición ineludible para lograr calidad es que se utilicen definiciones únicas de cada uno de los hechos vitales y de normas y procedimientos unívocos para la registración”, PAHO
Por último, es importante tener presente que en el mes de mayo de 2009 la OMS cambió la definición de pandemia. Antes de ese cambio, “pandemia” se definía como: “Infección por un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una mortalidad significativa en relación a la proporción de población infectada”. En la nueva definición de “pandemia” se ha eliminado la característica de “mortalidad”, con lo cual cualquier enfermedad leve y pasajera que se propague en todo el mundo, puede ser denominada pandemia, no es necesario que sea letal. Sin embargo, pareciera que en el inconsciente colectivo, la definición sigue estando asociada a su anterior significado.
(*) La autora es licenciada en Psicología, ex directora de Proyectos de Nielsen Company, productora y redactora de contenidos
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