Pese a que desde el inicio de la pandemia se hizo hincapié en que los niños no integraban los grupos de riesgo para coronavirus, en la Argentina los especialistas observan que la incidencia de casos en niños y adolescentes ronda en el 15% del total de infectados, una cifra bastante mayor al promedio del 2% que se registró en otros países.
Así y todo, la infección por SARS-CoV-2 suele cursar en ese grupo etario en forma leve, con escasos síntomas o en forma asintomática. “Los pacientes suelen presentar fiebre no muy alta (37,5° / 37,8°), tos, cuadros respiratorios altos (que afectan la garganta, oídos y/o nariz), síntomas gastrointestinales como vómitos y diarrea y, en contadas ocasiones, manifestaciones en la piel”, aseguraron desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en un comunicado.
En la gran mayoría de los casos, la infección evoluciona favorablemente en pocos días y sin complicaciones, y entre quienes sí tuvieron complicaciones, la mitad presentaba alguna enfermedad preexistente de base, respiratoria, metabólica o cardíaca. Sin embargo, desde la SAP aconsejaron no relajar las medidas de prevención como el distanciamiento (entre 1,5 y 1,8 m), el uso de tapabocas y el lavado frecuente de manos, para evitar la propagación del contagio en los adultos mayores.
“Si bien el 15% del total de los casos que muestran nuestras estadísticas es muy superior al 2% reflejado en países de Europa o en China, los niños y adolescentes son el grupo menos afectado por el coronavirus SARS-CoV-2. Incluso se sabe que cuatro o cinco de cada diez niños fueron contagiados por adultos, generalmente sus padres o sus contactos cercanos”, sostuvo la médica infectóloga pediatra Gabriela Ensinck, secretaria del Comité de Infectología de la SAP. A la fecha, en nuestro país se detectaron unos de 4 mil casos en niños y adolescentes, 46% de 0 a 9 años y 54% entre 10 y 20 años.
Pero, pese a que la enfermedad suele ser menos agresiva con ellos, desde la institución instaron a extremar los cuidados, ya que -sobre todo los niños y adolescentes asintomáticos- son un grupo que involuntariamente contribuye con la transmisión comunitaria de la enfermedad.
“Es importante enseñarle a los niños a cubrirse la boca con el codo al toser o estornudar, lavarse las manos con frecuencia y en las salidas recreativas -que han sido muy beneficiosas para el cuidado del aspecto emocional de los niños- mantener el distanciamiento y usar barbijo o tapaboca, pero sólo en los mayores de tres años, porque resulta riesgoso en los más pequeños”, manifestó la médica infectóloga pediatra Elizabeth Bogdanowicz, miembro del comité de Infectología de la SAP.
Y tras recordar que el aislamiento social y las medidas de distanciamiento son las únicas vacunas con la que se cuenta hasta el momento, Ensinck destacó que los padres “ante la aparición de algunos síntomas que pueden relacionarse con otros cuadros, como dolor abdominal, dificultad respiratoria, rechazo del alimento o irritabilidad en los más pequeños, entro otros, deben recurrir a la consulta médica, ya que se observó que en algunos casos se demora la visita a la guardia y este retraso podría atentar contra el pronóstico del tratamiento”.
Estadísticamente, sólo un 0,6% de los reportes de niños y adolescentes argentinos contagiados de COVID-19 se presentan como casos graves con compromiso pulmonar. “Hemos observado en muy pocas ocasiones que algunos niños desarrollan en el curso de la enfermedad un síndrome inflamatorio pediátrico multisistémico -descripto inicialmente en Europa y en los Estados Unidos- con fiebre, dolores musculares generalizados e inflamación de los vasos arteriales, este cuadro es bastante similar al que se presenta en la enfermedad de Kawasaki de los menores de cinco años, una afección que causa inflamación en los vasos sanguíneos y que en este escenario de pandemia se observa en niños más grandes”, informó Bogdanowicz.
Con respecto a las posibilidades de transmisión perinatal de madre a hijo, los especialistas coinciden en que hasta el momento no existen evidencias claras al respecto. “La gran mayoría de los hijos de madres COVID-19 positivas son niños sanos y la Sociedad Argentina de Pediatría adhiere a mantener la lactancia materna de estos niños si la condición clínica materna y la del propio recién nacido lo permiten”, afirmaron.
En cuanto al regreso escolar, desde la SAP destacaron que debe contemplarse que en el país la situación no es homogénea: mientras que algunas zonas del interior ya están en condiciones de pensar en hacer volver a los chicos a la escuela, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el restablecimiento de la actividad escolar no ocurrirá en lo inmediato “y deberá ser de manera muy gradual, con especial atención a lo que ocurra en los grupos poblacionales más vulnerables”.
Una posibilidad, advirtieron, es que en general sean los cursos iniciales y finales de cada ciclo (primario y secundario) los primeros en retomar las clases cuando la autoridad sanitaria y cada gobierno lo determine y con los protocolos de cuidado que se definan en cada caso.
“El primer grado es, sin dudas, el más importante, porque es cuando el niño comienza a consolidar el aprendizaje de la escritura y la lectura y, en segundo lugar, el último grado de la primaria y el primero y último año de la secundaria, que son períodos con una impronta psicológica muy fuerte y donde se vive el aislamiento escolar con mayor angustia. Por supuesto, los tiempos y los formatos serán decididos por la autoridad correspondiente en cada ciudad de acuerdo a la situación sanitaria imperante”, concluyó Ensinck.
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