La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que en los últimos años aumentaron las causas de discapacidad visual y ceguera legal -disminución de la agudeza visual de forma irreversible- relacionadas con la edad, al igual que la pérdida de la visión por la diabetes no controlada.
Sin embargo, el 80% del total mundial de esos casos se puede evitar o tratar. Es por eso que la Sociedad Argentina de Retina y Vitreo (SARYV) remarca la importancia y la necesidad de no interrumpir tratamientos oftalmológicos, incluso teniendo en cuenta este contexto de cuarentena obligada por coronavirus.
“Nosotros recomendamos que los pacientes que se encuentran en tratamiento no lo abandonen y por lo tanto se contacten con los médicos tratantes para evaluar los pasos a seguir. Asimismo, las personas que noten cambios abruptos en la agudeza visual o en la calidad de la visión -como pueden ser cambio en los colores o deformación de las imágenes que uno mira-, deben contactarse en forma inmediata con su oftalmólogo de cabecera o servicio de urgencia oftalmológica”, dijo Andrés Bastien, médico oftalmólogo (M.N. 76075) en el servicio de retina del Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la Sociedad Argentina de Retina y Vitreo.
Qué son las maculopatías y cómo se tratan
“La retina es el tejido que tapiza internamente el ojo y está conformado por células que tienen la capacidad de ver la luz y de transmitir esa información al cerebro a través del nervio óptico. La parte central de la retina es la mácula”, explica Bastien.
Las maculopatías relacionadas con la edad son patologías que afectan a gran parte de la población de más de 60 años promedio y se diagnostican mediante estudios oftalmológicos. Restringen el funcionamiento de la mácula, parte central de la retina, generando pérdida de la visión central.
Si bien no conduce a la ceguera absoluta, impide visualizar los detalles con precisión, lo cual repercute directamente en las actividades de la vida diaria de una persona generando incapacidad para la lectura o para ver nítidamente los objetos y los colores.
“El 85% es del tipo atrófico o seco que no requiere tratamiento y el 15% restante es del tipo húmedo, que sí requiere tratamiento realizado con inyecciones antiangiogénicas”, dice Bastien.
“Normalmente es un tratamiento mensual hasta que se seca y luego las inyecciones se van extendiendo con ventanas de 2 a 3 meses. El objetivo del tratamiento es secar dicha humedad y que la cicatriz no progrese. De esta manera, se conserva la visión central, que es la que utilizamos para poder leer y ver lo que queremos mirar. Lo que sería el campo visual no se ve afectado por esta enfermedad: por eso decimos que un paciente con maculopatía podrá tener una discapacidad visual, pero nunca llegar a la ceguera”, explica.
Bastien advierte: “Si suspendemos las inyecciones corremos el riesgo de que el tratamiento fracase; por lo que se sugiere no interrumpirlo”.
A su vez, la maculopatía diabética o Edema Macular Diabético, es una de las principales causas de ceguera legal en personas diabéticas de entre 40 y 65 años a nivel mundial, y la principal causa de pérdida de la visión en la población en edad laboral en países desarrollados.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de La Nación, uno de cada 10 argentinos sufre diabetes. El edema macular diabético es una de las complicaciones que pueden tener en su visión los pacientes con diabetes. Esta enfermedad produce daño en la retina y aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos del ojo.
Este deterioro provoca acumulación de líquidos en el área macular y la filtración de fluidos y sangre a la retina, produciendo edema en la mácula, responsable de la visión central y detallada, e impidiendo que el paciente pueda ver correctamente.
Bastien agrega que “hay otras patologías que generan cambios abruptos de la agudeza visual como obstrucciones vasculares de los vasos de la retina o desprendimientos de retina que se manifiestan con cambios abruptos en la agudeza visual por lo que necesitan, también, ser tratados en tiempo y forma. Por lo tanto, una falta de consulta en estos casos podría generar consecuencia en la calidad o cantidad de visión”.
Cómo se realizan los tratamientos en pandemia
Con el objetivo de cuidar la salud visual, es clave que los pacientes que se encuentren en tratamiento se pongan en contacto con sus médicos oftalmólogos o con los centros oftalmológicos tratantes para despejar todo tipo de dudas. En cada centro se aplican todos los protocolos para garantizar la seguridad y bienestar de los pacientes.
“Cuando el paciente toma el turno, se le realizan las preguntas de prevención: si tuvo fiebre, dolor de garganta, tos seca o dificultad para respirar. Lo mismo se le vuelve a preguntar cuando asiste a la consulta y se le pide, además de puntualidad, que si viene con acompañante que este no ingrese al consultorio. De esta manera, no se juntan pacientes en la sala de espera; si esto ocurriera, se encuentran con el distanciamiento sanitario necesario (dos metros). Para ello se dan turnos espaciados”, explicó Bastien.
El protocolo sanitario para el paciente continúa cuando “se le suministra alcohol en gel a su ingreso y se le controla la temperatura. Se limpia exhaustivamente la sala de espera y el consultorio entre paciente y paciente. Se le pide al paciente que concurra con su barbijo correspondiente. En caso de no tenerlo, se le suministra. De esta manera, se minimiza al máximo la posibilidad de contagio”.
“Si bien está la posibilidad de hacer teleconsulta, en realidad las podemos considerar ‘teleconsejos’”, recalcó Bastien. Y graficó: “La mayoría de los pacientes deberán ser revisados en el consultorio, sobre todo hablando de patología de la retina; dado que tenemos que examinar el ojo por dentro con aparatología o estudios complementarios para realizar un correcto examen y así llegar a un diagnóstico preciso”.