“El ataque causa cada vez menos hemoglobina que puede transportar oxígeno y dióxido de carbono. Las células pulmonares tienen una intoxicación e inflamación extremadamente intensas debido a la incapacidad de intercambiar dióxido de carbono y oxígeno con frecuencia, lo que finalmente da como resultado imágenes pulmonares de vidrio esmerilado”. Las conclusiones de un reciente estudio dejan ver que en los pacientes que alcanzan cuadros graves de coronavirus la mecánica respiratoria está intacta, por eso las personas no responden al respirador artificial: porque la dificultad respiratoria no es por falta de oxígeno sino por incapacidad de las células para transportarlo.
En los últimos días, una editorial del médico norteamericano Richard Levitan en el New York Times, bajo el título La infección que está matando silenciosamente a los pacientes con coronavirus, puso el foco en este aspecto sobre el que poco se había profundizado.
"Un paciente al que le tomamos una radiografía porque nos preocupaba que tuviera un pulmón colapsado, en realidad tenía neumonía por COVID-19. Otros pacientes a los que les realizamos tomografías computarizadas porque se habían lesionado en caídas, casualmente también les encontramos neumonía por COVID-19. Se descubrió que los pacientes de edad avanzada que se habían desmayado por razones desconocidas y varios pacientes diabéticos, también lo tenían". Así, el especialista volcó su experiencia luego de diez días de tratar personas con neumonía por COVID-19 en el Hospital Bellevue.
Y luego de destacar que lo que realmente los sorprendió es que “estos pacientes no reportaron ninguna complicación para respirar, a pesar de que sus radiografías de tórax mostraron neumonía difusa y su carga oxígeno estaba por debajo de lo normal”, sostuvo: “Recién estamos comenzando a reconocer que la neumonía por COVID inicialmente causa una forma de privación de oxígeno que llamamos ‘hipoxia silenciosa’; silenciosa por su naturaleza insidiosa y difícil de detectar”.
El médico neurólogo Conrado Estol se volvió casi una voz de consulta obligada en tiempos de coronavirus. Con formación médica en los EEUU, la pandemia lo estimuló a aglomerar datos, analizar papers del mundo, desglosar curvas e indicadores. “Lo que se vio en un estudio que llevó a cabo un grupo de universidades chinas es que en pacientes con COVID-19 la hemoglobina se altera, no puede transportar oxígeno: se altera liberando hierro que hay en el glóbulo rojo, y éste hierro intoxica al pulmón inflamándolo”, comenzó a explicar el especialista consultado por Infobae sobre esta hipótesis acerca de qué es lo que haría colapsar los pulmones de las personas infectadas con el nuevo virus.
Y continuó: “También se ha propuesto otro mecanismo en que el virus ataca células de los pequeños sacos pulmonares (alvéolos) causando su colapso lo que impide que pase oxígeno a la sangre. La neumonía que se observa en imágenes no es la típica con pus en el pulmón sino que es una neumonía inflamatoria que por alguno de los mecanismos descriptos causa la hipoxia (falta de oxígeno)”.
“Los pacientes con COVID-19 que tal vez tienen un poco de fiebre y dolor de cuerpo, tienen falta de oxígeno (muchas veces severa), pero no muestran una dificultad respiratoria -ahondó Estol-. Por eso a este problema se lo ha llamado ‘hipoxia silenciosa’. Pasan tres, cuatro días en sus casas con saturación de oxígeno por debajo del 90%, que es grave, y no se enteran. Y el día que lo perciben (porque los órganos del cuerpo comienzan a manifestar las consecuencias de tantos días sin oxígeno) llegan ‘tarde’ a un centro médico con requerimiento de terapia intensiva, ser intubados y es más difícil recuperarlos”.
Por eso, para él, “una medida simple como monitorear con saturómetro los niveles de oxígeno en sangre a los pacientes que sepan que están infectados (aunque tengan pocos síntomas o sólo una leve fiebre) haría que el dia que tengan menos de 90% de saturación consulten con su médico o pidan que los lleven a un centro médico a que les den oxígeno”. Así, consideró, “detectar de manera temprana la hipoxia con el saturómetro que se compra en la farmacia, podría ayudar a que algunas personas no lleguen a necesitar intubación”.
En su editorial en el New York Times, Levitan continuó: “La neumonía es una infección en los pulmones en la cual los alvéolos se llenan de líquido o pus. Normalmente, los pacientes desarrollan molestias en el pecho, dolor al respirar y otros problemas respiratorios. Pero cuando la neumonía por COVID ataca por primera vez, los pacientes no sienten dificultad para respirar, incluso cuando sus niveles de oxígeno disminuyen. Y cuando lo hacen, tienen niveles de oxígeno peligrosamente bajos y neumonía de moderada a severa (como se ve en las radiografías de tórax). La saturación normal de oxígeno para la mayoría de las personas al nivel del mar es del 94 al 100%; pero los pacientes con neumonía por COVID que vi tenían saturaciones de oxígeno del 50%”.
Para su sorpresa, la mayoría de los pacientes que atendió le manifestaron que habían tenido fiebre, tos, malestar estomacal y fatiga durante al menos una semana. “Claramente, su neumonía había estado sucediendo durante días, pero cuando sintieron que ya tenían que ir al hospital, era porque ya habían alcanzado un estado crítico”, observó.
"Hay una manera en la que podríamos identificar a más pacientes que tienen neumonía por COVID antes de tiempo y tratarlos de manera más efectiva, y que además no requeriría esperar una prueba de coronavirus en un hospital o consultorio médico -consideró Levitan-. Requiere la detección temprana de la hipoxia silenciosa a través de un dispositivo médico común que se puede comprar sin receta en la mayoría de las farmacias: un oxímetro de pulso".
Este instrumento no es más complicado de usar que un termómetro. Estos pequeños dispositivos se encienden con un botón y se colocan al alcance de la mano. En unos segundos, se muestran dos números: saturación de oxígeno y pulso. Los oxímetros de pulso son extremadamente confiables para detectar problemas de oxigenación y frecuencias cardíacas elevadas.
Ante la consulta de este medio, el biólogo y doctor en ciencias Federico Prada señaló que si bien los autores del estudio aclaran que es una opinión académica y que la corrección debe ser confirmada por otros laboratorios, “no hay que despreciarla totalmente ni hay que tomarla como un hecho”.
Para el director de la licenciatura Bioinformática y la licenciatura en Biotecnología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), "pese a que se trata de una publicación que todavía no ha sido evaluada por pares, se da un efecto interesante al respecto: en otros contextos, estas publicaciones pasaban inadvertidas porque los autores publican sus conclusiones en una base de datos y era muy poca gente la que los leía y hasta que el autor no lo enviaba a una editorial para que sea evaluado por los pares nadie hacía mención al respecto".
“Lo que está pasando ahora es que la evaluación por pares se termina dando de alguna manera de una forma ‘no formal’ y se da a través de las redes sociales, es decir, que mientras un paper normal puede tener dos o tres pares evaluadores dependiendo la revista científica, en este caso los pares evaluadores terminan siendo la comunidad científica toda porque esto se difunde en las redes, trasciende y comienza a ser cuestionado o validado y tiene el visto bueno de la comunidad”, analizó, y concluyó: “Estas publicaciones no tienen que ser descartadas ni tomadas como algo definitivo y es interesante que esté ocurriendo esto”.
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