La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una patología que afecta principalmente las vías respiratorias, lo que genera obstrucción bronquial y, que si bien se puede prevenir, una vez que aparece no es totalmente reversible.
La misma se caracteriza por episodios de bronquitis crónica y/o enfisema (destrucción de la arquitectura pulmonar) y los síntomas típicos son falta de aire, tos, catarro bronquial y silbidos en el pecho.
Su prevalencia está directamente relacionada al hábito de fumar, aunque también hay que considerar otros factores tales como el humo de leña, antecedentes de infecciones respiratorias o asma mal tratado en la infancia, o gases ambientales.
Estudios epidemiológicos revelaron que hay unas 350 millones de personas en el mundo con EPOC -lo que corresponde a una prevalencia del 11% de la población mundial- y que esta enfermedad causa alrededor de 3 millones de muertes por año (5.6% de las muertes mundiales), dato que la posiciona como la cuarta causa de muerte a nivel global.
Además, se observa un incremento mundial de casos desde un valor estimado de 149 millones de sujetos en 2005 a 174,5 millones en 2015 lo que significa un 17% de incremento en la prevalencia general. De continuar esta tendencia, se espera que en 2030 el número ascienda a 4,5 millones de muertes.
La enfermedad no sólo afecta al aparato respiratorio, tiene también manifestaciones cardiovasculares, afectación de músculos y huesos, depresión y anemia, entre otras consecuencias.
A medida que la EPOC progresa, disminuye la función pulmonar y la actividad física se nota seriamente limitada, lo que dificulta la capacidad de los pacientes de llevar una vida plena, interfiriendo con las tareas diarias
Al momento los únicos datos fidedignos existentes en nuestro país sobre la enfermedad son los arrojados por el estudio EPOC.AR realizado por la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Según sus resultados, esta enfermedad tiene un 14,5% de prevalencia en la población local mayor de 40 años y se da más en hombres (18%) que en mujeres (11%), aunque la prevalencia en las mujeres va en aumento de manera alarmante, seguramente debido al mayor hábito de fumar en ellas en los últimos 30 años.
A su vez, se demostró una elevada tasa de sub-diagnóstico ya que solo un 22% de los sujetos diagnosticados en dicho estudio se conocían como pacientes con EPOC.
“Se debe sospechar la posibilidad de EPOC ante todo paciente con más de 40 años tabaquista activo o que haya fumado como mínimo un paquete de cigarrillos por día durante 10 años y que presente síntomas respiratorios crónicos como falta de aire o tos habitualmente matutina y con expectoración, o aunque no tenga síntomas también debería pensarse en un grado leve de enfermedad”, explicó el médico neumonólogo Gastón De Stefano, de Ineba.
El especialista agregó que “es importante tener en cuenta que los fumadores le restan importancia a sus síntomas como la tos intermitente ya que la interpretan como normal por el cigarrillo por lo que todo médico debe sugerirle a esos pacientes realizarse una espirometría una vez al año”.
Para poder diagnosticar EPOC, la espirometría es el método más utilizado. Consiste en un estudio sencillo, no invasivo, en el que el paciente solo debe soplar en un dispositivo que permite evaluar la capacidad pulmonar y detectar las obstrucciones al flujo aéreo persistente luego de administrar broncodilatadores y así poder estadificarlo desde grado leve a muy severo.
¿Cómo tratar el EPOC?
Si bien la estrategia principal debe orientarse a la cesación tabáquica hay muchos pacientes que lamentablemente continúan fumando a pesar del diagnóstico.
“En cuanto al tratamiento en el pasado, se implementaban terapéuticas similares al tratamiento del asma bronquial combinando terapia con corticoides inhalados y broncodilatadores de forma diaria y prolongada. En los últimos años varios estudios publicados demostraron que una terapia de broncodilatación dual -usando dos broncodilatadores combinados- tiene mayor respuesta terapéutica en cuanto a la disminución de la disnea y la frecuencia de exacerbaciones, relegando a los corticoides inhalados a solo un grupo específico de pacientes con inflamación específica (aumento de eosinófilos en sangre), disminuyendo el riesgo de neumonía que este medicamento puede provocar”, detalló De Stefano.
En ese sentido, la médica neumonóloga Ana Lopez (MN 9204) señaló que “para el tratamiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica resulta fundamental el uso adecuado de los dispositivos inhalatorios, de manera que la terapia resulte efectiva". “Es conocido que la mayoría de pacientes presentan dificultad para comprender la técnica en el uso de los diferentes tipos de dispositivos inhalatorios -sostuvo la médica de planta del Hospital Privado Universitario de Córdoba y ex Presidente de la AAMR-. Los diferentes tipos ofrecen una resistencia que debe ser vencida por el flujo inspiratorio del paciente, y no todos los dispositivos son los adecuados para un determinado paciente”.
Y enumeró los errores más comunes, que pueden ser específicos de cada dispositivo o independientes del dispositivo elegido.
- No exhalar previo a su aplicación (no vaciar los pulmones).
- No retener el aire (apnea) entre 6 y 10 segundos después de usar el dispositivo para que la o las drogas se depositen en el pulmón.
- No enjuagarse la boca luego de la administración.
- No seguir correctamente las instrucciones de carga de cada dispositivo.
- No agitar el aerosol previo a su uso.
¿Y más allá de los medicamentos?
1- Para comenzar, lo principal es dejar de fumar, usando apoyo psicológico y tratamiento farmacológico si lo requiriese. Esta es la medida más eficaz. Retrasa la pérdida de función pulmonar y mejora la sobrevida, cambiando el curso de la enfermedad.
Se desaconseja el uso de cigarrillos electrónicos porque además de mantener el hábito se está demostrando la injuria pulmonar que provoca.
Los últimos datos de tabaquismo son positivos ya que la tasa de población adulta que fuma va en descenso y la exposición al humo de tabaco ajeno en lugares de trabajo, bares y restaurantes, e inclusive en el hogar, también se redujo significativamente.
2- Otra acción a realizar es hacer ejercicio de manera regular. Puede ser gimnasia, deporte o paseos. Tanto para fumadores como para no fumadores moverse disminuye el riesgo de desarrollar la enfermedad en el futuro. Existen programas de rehabilitación pulmonar dirigidos por kinesiólogos especializados que demuestran que cuanto antes comiencen con esta terapéutica, mayor tolerancia tendrán a la falta de aire y en consecuencia, se generará menor mortalidad.
3- Tratar las comorbilidades (enfermedades) asociadas principalmente las cardiovasculares.
4- Vacunarse. Contar con las vacunas antigripales anuales ha demostrado reducir las exacerbaciones. A su vez, los pacientes de 65 años y aquellos menores a esta edad pero con estadios avanzados de la enfermedad, deben darse la vacuna antineumocócica.
5- En los casos de mayor severidad y con alto riesgo de mortalidad se debe plantear la oxigenoterapia domiciliaria y evaluar la posibilidad de un trasplante pulmonar si cumple con los criterios adecuados.
“La tendencia actual es el manejo individualizado del paciente con EPOC, utilizando las diferentes estrategias farmacológicas en cada paciente de acuerdo a su sintomatología, pero sin olvidar la medida general más importante que debe ser aplicada a todos los pacientes - que cambia la evolución y el pronóstico de la enfermedad - que es el dejar de fumar. Dada la alta tasa de sub-diagnóstico y la escasa utilización de la espirometría como método de screening son necesarias mayores estrategias sanitarias para una mayor conciencia de la enfermedad en la población. Debido a la alta prevalencia de la enfermedad es primordial que al estudio respiratorio se lo conozca al mismo nivel que el electrocardiograma. Recién ahí se logrará un verdadero cambio de paradigma en la EPOC”, reflexionó el neumonólogo.
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