El cáncer de páncreas es uno de los tumores malignos más letales. En la Argentina se detectan cerca de 5000 casos por año (4878 en 2018, según estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer). Y, si bien es la cuarta causa de muerte por neoplasia maligna después del cáncer de pulmón, colorrectal y cáncer de mama, casi todos los casos son mortales (4683, según el INC), por lo que la prevención y la pesquisa temprana en personas de riesgo cobra una notoria relevancia.
Cada 15 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Páncreas, fecha utilizada para difundir la realidad de esta enfermedad. Como ocurre en varios tipos de cáncer, si se detecta en etapas tempranas, existe una posibilidad de curación, aunque muy poco se difunde sobre sus factores de riesgo, lo que hace que la pesquisa no tenga una amplia adhesión.
Las estadísticas mundiales son concluyentes: detectado en etapas iniciales, la posibilidad de extirpación del tumor y curación ronda el 35%. Sin embargo, apenas un 10% de los pacientes recibe el diagnóstico en este estadio temprano. Una vez que el cáncer se ha expandido, la supervivencia desciende al 12%, mientras que en etapas más avanzadas (cuando el tumor ha hecho metástasis en otros órganos), apenas un 3% tiene alguna posibilidad.
Esto se debe, en parte, a que no se presentan síntomas en etapas tempranas (o si aparecen, suelen ser inespecíficos), por lo que la gran mayoría de los casos son detectados en estadios avanzados, cuando el cáncer ya no puede ser extirpado mediante cirugía y se ha diseminado desde el páncreas a otras partes del cuerpo.
El cáncer de páncreas puede generar a veces síntomas como dolor abdominal, pérdida de peso, ictericia, cambio de hábito evacuatorio, principio de diabetes, pérdida de apetito, náuseas o indigestión, pero estos signos no suelen ser motivo de consulta al especialista, lo que retrasa el diagnóstico.
“El Consorcio Internacional de Pesquisa del Cáncer de Páncreas recomienda la detección temprana cuando el riesgo es cinco veces mayor al de la población general o el riesgo acumulado es mayor al 5%”, señaló Martín Guidi (MN 92.772) miembro de la Asociación Científica de Endoscopistas Digestivos de Buenos Aires (ENDIBA). Para lograr esta detección temprana, el especialista explicó que los métodos de diagnóstico recomendados son la ultrasonografía endoscópica y la resonancia magnética nuclear, realizadas de manera anual en personas de riesgo.
Factores de riesgo
“La causa de la mayoría de los cánceres de páncreas es desconocida, aunque existe evidencia que los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de padecerlo: edad, sobrepeso, antecedentes de pancreatitis, tabaquismo, alcohol, diabetes y antecedentes familiares de la enfermedad”, explicó Paula Carfagnini (MN 140.479), también miembro de ENDIBA.
Precisamente, se considera población de alto riesgo a las siguientes situaciones:
- Tener al menos dos familiares directos con cáncer de páncreas.
- Padecer pancreatitis crónica.
- Síndrome de Lynch.
- Pancreatitis hereditaria.
- Síndrome de Peutz Jeghers.
- Mutaciones BRCA2.
En especial en estas poblaciones, se recomienda una pesquisa para lograr su detección en etapas tempranas, lo que aumenta su posibilidad de curación.
Por otra parte, debido a que “la incidencia del cáncer de páncreas en la población general es relativamente baja, no sería costo/efectivo realizar pesquisa de forma generalizada. Por lo tanto, se deberían concentrar los recursos en pacientes con riesgo elevado, que incluye patologías hereditarias, antecedentes familiares directos y procesos inflamatorios crónicos que incrementan la oncogénesis del páncreas”, apuntó Guidi.
¿Por qué realizar una ecoendoscopia?
La ecoendoscopia o ultrasonografía endoscópica (EUS) es una técnica de imágenes que combina la endoscopia y el ultrasonido (ecografía), donde los transductores de ultrasonido se encuentran en la punta del endoscopio.
“Este estudio permite, mediante la endoscopia, acercarse al órgano en cuestión y realizar una ecografía desde corta distancia. Con esta herramienta podemos visualizar lesiones benignas o malignas para definir su extensión en profundidad, o bien lesiones que están por debajo de las capas más superficiales del tracto digestivo, para establecer a que órgano pertenecen”, describió Guidi.
Por su parte, Carfagnini explicó que “la EUS proporciona una imagen detallada del tumor o lesión (tamaño, ubicación, relación con otros órganos), que puede ayudar al médico a determinar el origen y definir el tratamiento. En el caso del páncreas, es altamente efectiva para detectar tumores en etapas tempranas”.
El cáncer de páncreas a futuro
En los últimos años, el cáncer de páncreas ha experimentado un leve pero progresivo aumento en incidencia en todo el mundo. Preocupa fundamentalmente su alta tasa de mortalidad, ya que, como se ha visto, apenas un 10% se detecta en etapas tempranas y solo una porción de este universo tiene posibilidades de curación.
A esto se le suma que principalmente su curación depende de la remoción del tumor mediante cirugía, complementada con quimioterapia y radioterapia. Este desalentador pronóstico no es favorable a futuro, ya que, según American Cancer Society, se prevé que en 2030 el cáncer de páncreas se convierta en la segunda causa de muerte por cáncer, superando al cáncer de colon y solo por debajo del cáncer de pulmón.
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