Su uso comenzó a popularizarse como un método eficaz para dejar de fumar. Otros incursionaron en el vapeo como una “moda”. Y el hábito se convirtió en poco tiempo en un arma letal que amenaza la salud.
Con el surgimiento de lo que los especialistas comenzaron a llamar “enfermedades pulmonares desconocidas”, comenzó a ponerse la lupa sobre el cigarrillo electrónico como un consumo que poco tiene de inofensivo, sino más bien todo lo contrario.
Ahora, con 33 muertos confirmados en los EEUU a causa de las consecuencias del vapeo, y más de 1.400 casos de problemas pulmonares relacionados al “vaping” relevados por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), en el país del norte ya hablan de las lesiones pulmonares asociadas con el uso del cigarrillo electrónico como EVALI (por sus siglas en inglés).
Y ayer se encendieron las alarmas en la Argentina, luego que se conociera la noticia de que un hombre de 30 años se encontraba internado con un cuadro de proteinosis alveolar aparentemente asociado al consumo de cigarrillo electrónico.
“Acá el punto crítico es que lo que se inspira no es vapor de agua, que no es irritante ni dañino; es un producto que tiene un montón de tóxicos, como polietilenglicol, alcoholes y saborizantes, entre otros y eso, cuando toma contacto con los pulmones, activa el sistema de defensas y cuando esta defensa se descontrola genera una respuesta exagerada”. El médico cardiólogo Francisco Toscano (MN 95.358) destacó a Infobae que “al vapear no se aspira vapor de agua; es un vapor tóxico, ya que todos estos productos al entrar en contacto con el tejido pulmonar generan reacciones”.
Para el especialista de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), “el mayor riesgo lo representan los jóvenes, que lo empiezan a consumir creyendo que es más sano que el cigarrillo común y no es así”. Y reforzó: “El cigarrillo electrónico no es cool, es veneno”.
Diversos estudios realizados revelan que el aerosol que emanan los cigarrillos electrónicos contiene cuatro grupos de tóxicos y compuestos cancerígenos llamados carbonilos, compuestos orgánicos volátiles, nitrosaminas y metales pesados. También se encontró que poseen más cromo, plomo y níquel que los cigarrillos comunes. Existe evidencia documentada de que el aerosol de los cigarrillos electrónicos provoca daños en el pulmón como neumonías y lesiones similares al enfisema, que es una de las enfermedades que causa la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
En la Argentina, pese a que el cigarrillo electrónico está prohibido por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), se comercializa libremente, y según la quinta edición de la Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes (EMTJ) que incluyó por primera vez la evaluación del consumo de estos dispositivos arrojó que el 7,1% de los estudiantes secundarios de entre 13 y 15 años consumen actualmente cigarrillos electrónicos y que el 14,4% de los estudiantes algunos vez los probó.
Y si bien la cifra ubica al país “a mitad de la tabla en comparación con otros países”, según consignó a Infobae la directora de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles, Verónica Schoj, muestra que el consumo “ya se volvió una epidemia”.
“Lo que termina sucediendo es que el cigarrillo electrónico es el ingreso a la adicción a la nicotina”, analizó la funcionaria, para quien, “luego de que se logró concientizar sobre los daños de la nicotina, emergen estos productos que se presentan como ‘de daño reducido’ cuando cada vez hay más evidencia de que no lo son y reproduce la historia del pasado”.
La médica cardióloga especialista en cesación tabáquica Marta Angueira (MN 70883) alertó a Infobae sobre las nuevas formas de consumo, al mencionar que “muchos adolescentes se inician en el tabaquismo directamente con el cigarrillo electrónico, mientras que otro grupo lo consume paralelamente al cigarrillo común y un tercero lo utiliza para intentar reemplazar el cigarrillo común”.
“El consumo en adolescentes está aumentando en forma exponencial”, destacó la profesional, quien sentenció: “Mucho se habla acerca de si el cigarrillo electrónico hace o no daño: hace daño, no hay dudas de eso porque se inhalan un montón de sustancias tóxicas”.
Y tras asegurar que “en la actualidad no está prohibido vapear en espacios cerrados, ya que la ley nacional habla de la prohibición de fumar en espacios cerrados cigarrillos o cualquier similar, dentro de lo que podría entrar el cigarrillo electrónico”, Angueira introdujo el concepto de “vapor de segunda mano” y “vapeadores pasivos”, en referencia a cómo se afecta a los terceros. En ese sentido, según la especialista, urge la necesidad de adecuar la normativa para que prohíba el uso de este tipo de dispositivos en espacios cerrados. “Está comprobado que el vapor del cigarrillo electrónico contiene tóxicos, por lo que no se debería vapear en espacios cerrados y tener la misma regulación que tiene el cigarrillo”.
“No existen estudios a largo plazo de la seguridad y consecuencia del uso del cigarrillo electrónico y no están reconocidos como efectivos para dejar de fumar; si tienen nicotina, son dañinos para la salud”. El médico oncólogo Alejandro Turek (MN 65164) fue contundente al asegurar que “el mercado va renovando diseños, cambiando los vaporizadores y líquidos que se utilizan, y mejorando los sabores para que la experiencia del vapeo sea agradable y repetible. Es un truco viejo de las tabacaleras ponerles chocolate, mentol y azúcares”.
Y continuó: “Su funcionamiento requiere de altas concentraciones de propilenglicol, y variables de nicotina (no siempre declarados con exactitud). Los niveles en sangre de la nicotina pueden ser tan elevados como los hallados en el fumador de cigarrillos comunes”.
Y tras remarcar “no es un medicamento, ni puede presentarse como un tratamiento para dejar de fumar”, Turek agregó que “los aerosoles utilizados en estos vaporizadores también contienen sustancias tóxicas (carcinógenos, neurotóxicos, mutagénicos). Otras sustancias inhaladas generan daño en el aparato respiratorio por inflamación crónica, motivando esto una preocupación adicional para las entidades de control sanitario”.
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