Científicos argentinos radicados en Estados Unidos lideraron un estudio cuyos resultados abren la posibilidad de mejorar en forma significativa el tratamiento de un tumor cerebral resistente a la radioterapia.
En modelos con animales de laboratorio y en experimentos con células derivadas de pacientes lograron duplicar la sobrevida y en algunos casos curar los llamados gliomas, los tumores primarios malignos más frecuentes del sistema nervioso central.
Se trata de los doctores María Castro y Pedro Lowenstein, quienes dirigen un laboratorio en la Universidad de Michigan y son profesores de Neurocirugía y de Biología Celular y del Desarrollo en la Facultad de Medicina de esa casa de estudios.
"Nos concentramos en un subtipo muy frecuente de esta clase de tumor, el astrocitoma, que aparece cuando las células precursoras de astrocitos (células de sostén del cerebro y la médula espinal) empiezan a cambiar y multiplicarse en forma descontrolada", explicó a Infobae la doctora Castro, doctora en bioquímica egresada de la Universidad Nacional de la Plata.
La experta precisó que el tratamiento médico contra un astrocitoma comienza con una operación para removerlo y luego se realiza radioterapia y quimioterapia aplicadas para destruir el ADN de las células tumorales restantes y lograr así su eliminación total. "Pero nuestro cuerpo humano responde en forma muy eficaz a la agresión celular que recibe con estos tratamientos pos operatorios y vuelve a generar células cancerígenas en el cerebro", indicó la experta.
Mediante análisis bioinformáticos aplicados a datos experimentales, los científicos descubrieron que en ese tipo de glioma aumenta la expresión y la actividad de dos genes que despliegan estrategias de reparación de ADN cuando su estabilidad corre peligro por causa de la radiación: el gen ATM manda a fabricar una proteína capaz de identificar el daño generado por la radioterapia (y también la quimioterapia) y, a la vez, activa mecanismos de reparación de ADN. Y el gen CHK1/2 también ejerce un rol protector del material genético de esas células malignas.
El éxito de un descubrimiento
Tal como revela el estudio publicado en la revista "Science Translational Medicine", los investigadores descubrieron que cuando la mutación en IDH1 se encuentra conjuntamente con mutaciones en ATRX y TP53, le confiere al astrocitoma una fuerte resistencia a la radiación, lo que disminuye el éxito de las terapias.
"La radiación no funciona porque las células que tienen la mutación, reparan los daños que hace la radiación y el cáncer avanza. La mayoría de estos tumores reinciden con mayor agresividad y el pronóstico es devastador", comentó Castro.
Y agregó: "Son tumores muy malignos. Matan a los pacientes en un promedio de 2 años, como afectó al senador y ex candidato a presidente de EEUU, John McCain. Y también al hijo del ex vicepresidente de EEUU, Joe Biden".
"Con este nuevo estudio, identificamos una manera que podría no solo reducir la dosis de radioterapia que se aplica habitualmente sino además mejorar su eficacia terapéutica. Bajar las dosis de radiación administrada es deseable para todo paciente, ya que la misma genera problemas cognitivos y otros efectos secundarios adversos", resaltó Castro.
En una siguiente etapa, los investigadores usaron un compuesto inhibidor contra esos genes de reparación – ATM y ChK1/2 – en un modelo de glioma en ratones, de manera que los tumores se debilitaron y por lo tanto la radioterapia resultó más efectiva. "Esta intervención prolongó la vida de los animales de manera significativa y en algunos casos se curaron. Nuestro hallazgo se posiciona como un promisorio enfoque para tratar a pacientes", indicó a Infobae otro investigador, el doctor Felipe Núñez, chileno y primer autor del estudio.
"Identificamos que los pacientes que tienen esta mutación viven más. La célula tumoral se comporta de manera diferente, ya que se reproduce en forma más lenta y no es tan agresivo el tumor", precisó Núñez, y exbecario postdoctoral del CONICET en la Fundación Instituto Leloir antes de ir a Estados Unidos.
Y agregó: "Tenemos un blanco terapéutico que es inhibir o bloquear las vías de reparación del ADN, en particular la vía de la proteína ATM y Chk1/2. Si logramos bloquear estas vías, hay una mejor respuesta al tratamiento. Las células tumorales mueren con la radioterapia".
"Este avance se conecta con la medicina de precisión, que busca identificar aspectos moleculares para tratar pacientes con patologías específicas", señaló Núñez.
En uno de los experimentos, la vida media de los ratones con glioma tratados con radiación se incrementó desde 31 hasta 45 días cuando se combinaron los rayos con el inhibidor de ATM, es decir hubo un 50 % más de sobrevida.
En el caso de la inhibición de CHK1/2, la vida media fue desde 32 días (para los no tratados) o 34 días (para los tratados solo con radiación) a 77 días cuando se sumaron los dos abordajes terapéuticos, lo que implica un aumento de la sobrevida superior al 100%.
"Otro dato importante es que, en el caso de la inhibición del gen Chek1/2, la mitad de los ratones tratados en combinación con radiación sobreviven a largo plazo y se consideran curados", afirmó Núñez.
Los resultados de este proyecto realizado en ratones es apoyado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, y son tan alentadores que sustentan la realización de ensayos clínicos para probar la seguridad y eficacia en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos.
El objetivo es llevar estos hallazgos hacia tratamientos que curen o prolonguen la vida de pacientes con un subtipo de glioma que exhiban mutaciones en ATRX, TP53 e IDH1 y cuya proporción alcanza un 25 por ciento del total de los gliomas.
Para esto, los doctores Castro y Lowenstein están trabajando con colegas de radio-oncología, patología, neurooncología y neurocirugía para la realización de ensayos clínicos en la Universidad de Michigan.
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