La edad trae aparejados varios conflictos de salud que pueden ser verdaderamente significativos en las personas mayores. La pérdida de audición es una de las patologías más frecuentes. Un déficit auditivo no solo afecta la percepción y la comprensión del habla, sino que también condiciona el nivel de participación social. Esto último se manifiesta en una tendencia a la depresión, a la disminución de la autoestima, al aislamiento social y al aumento significativo del estrés familiar, hechos que también son observables en personas con cierto grado de demencia.
Según señaló la OMS en un estudio, más del 5% de la población mundial (360 millones de personas) padece pérdida de audición discapacitante (328 millones de adultos y 32 millones de niños). Por pérdida de audición discapacitante se entiende una ausencia de audición superior a 40 dB en el oído con mejor audición en los adultos, y superior a 30 dB en el oído con mejor audición en los niños. La mayoría de las personas con este tipo de pérdida auditiva viven generalmente en países de ingresos bajos y medianos.
Por otra parte, aproximadamente una tercera parte de las personas mayores de 65 años padece esta patología. La máxima prevalencia en ese grupo de edad se registra en Asia meridional, Asia-Pacífico y el África subsahariana.
"La hipoacusia es un problema significativo para las personas mayores: es el tercer problema crónico más importante durante el envejecimiento, después de la hipertensión y de la artritis. Tanto la incidencia como su prevalencia van en aumento paralelamente con la edad. Así, se admite que en los países desarrollados el porcentaje de personas de entre 65 y 75 años con pérdida superior a los 30 dB HL oscila entre un 15% y un 25%, y entre un 27% y un 44% en personas mayores de 75 años", subrayó el doctor Eduardo Hocsman, jefe del sector de otología e implantes cocleares del Hospital de Clínicas José de San Martín.
Los primeros indicios se manifiestan con lo que se conoce como presbiacusia, la cual se define como una pérdida auditiva bilateral simétrica causada por los cambios degenerativos de la edad, determinada en gran parte por factores genéticos y por el estrés físico al que está sujeto durante la vida el individuo. Se caracteriza por una disminución de la sensibilidad auditiva y de la inteligibilidad del habla.
"Las personas mayores afectadas de pérdida auditiva experimentan, en primer lugar, dificultades para entender con normalidad el habla de su interlocutor, especialmente en entornos ruidosos, en una emisión de habla excesivamente rápida o con diferentes interlocutores al mismo tiempo. Con la senectud aparecen toda una serie de cambios de orden anatómico, fisiológico y neuroquímico, que contribuyen a un progresivo deterioro de las funciones superiores y, obviamente, dificultan la comprensión del lenguaje, aunque la intensidad sonora sea suficientemente elevada", aseguró el doctor Hocsman.
Existen algunos factores que contribuyen a la presbiacusia, entre ellos trastornos genéticos, hipertensión, diabetes, enfermedades metabólicas capaces de provocar arteriosclerosis e hiperviscosidad que causa disminución en la perfusión y en la oxigenación de la cóclea, ruido, ototóxicos, tabaquismo y la dieta, entre otros.
Se conoce que la pérdida de audición relacionada con el envejecimiento no puede revertirse, ya que está causada por la degeneración de las células sensoriales propia del envejecimiento. Sin embargo, puede tratarse de forma eficaz mediante audífonos y otros dispositivos de comunicación.
"En la actualidad se dispone de auxiliares auditivos o audioprótesis que pueden ofrecer resultados funcionales adecuados con audífonos digitales, ya que el procesamiento digital de la señal permite manipular sus características (eliminar ruido, limitar ganancias, comprimir frecuencias, seleccionar ambientes, etc.) proporcionando al paciente la capacidad de oír nuevamente en cualquier ambiente sin disconfort. En los casos en los que así se requiera y previa evaluación por el equipo de implante coclear institucional, se puede utilizar el implante coclear", agregó el doctor Hocsman.
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