Se dice habitualmente que "todo lo bueno se termina", "lo malo de irse es volver", "recién terminan mis vacaciones y ya estoy agotado" y una lista de frases que van en el mismo sentido porque, en general, luego de este período de descanso, la mayoría de las personas sufren algún tipo de angustia o nostalgia por el ocio perdido, pero ésto no es sólo una sensación, sino que es un trastorno sintomático llamado "estrés post vacacional".
Sin embargo este sentimiento puede volverse recurrente y llegar a transformarse en depresión, nerviosismo generalizado, irritabilidad, ansiedad, y hasta a veces, sintomatología física que acompaña estos "estados de ánimo", algo que impediría continuar con la rutina diaria.
En este sentido, la Licenciada Gabriela Martinez Castro -directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA)-, relató que "Es más que frecuente encontrar en nuestras consultas a pacientes que explican que su problema comenzó un tiempo luego de las vacaciones, que están nerviosos, angustiados y sobresaltados, todo les preocupa, transpiran mucho, tienen taquicardia y problemas para dormir. En ciertos casos, acompañan del relato de una crisis de pánico, como corolario".
Esto se da porque durante el período de descanso cambia nuestra rutina, nuestra alimentación, nos levantamos más tarde, nos acostamos después de la hora acostumbrada, etc. Luego, se hace difícil retomar el ritmo habitual del resto del año.
"En el caso de no lograr manejar adecuadamente la situación de estrés, es aconsejable no perder tiempo y evitar que el cuadro avance", en este sentido, lo mejor es consultar con un especialista lo antes posible para realizar una terapia respectiva, aseguró la Licenciada Martinez Castro.
Los trastornos de ansiedad son variados, pero en lo que al estrés post-vacacional se refiere, dos de ellos son los que se destacan:
Por un lado está el Trastorno de Pánico, que consiste en padecer una crisis inesperada y repentina, que alcanza su máxima intensidad a los 10 minutos de haber comenzado, acompañada de algunos síntomas físicos como la taquicardia, temblores, sudoración, visión borrosa mareos u sensación de inestabilidad, dificultades gastrointestinales, sensación de ahogo y de un intenso terror a morir, perder el control o volverse loco.
Otro tipo, es el trastorno de ansiedad generalizada, se trata de una preocupación excesiva, por diferentes temáticas que pueden ser o no graves, reconociendo que la magnitud de la preocupación sobrepasa los motivos que la suscitan, sin lograr controlarla. Quien lo padece, vive sobresaltado, irritable, fatigado, con dificultades en el sueño, temblores, sudoración, sensación de ahogo o atragantamiento, palpitaciones problemas gastrointestinales , hasta puede padecer una crisis de pánico.
Claves para tener un año libre de estrés
- No preocuparse por aquello que no se puede controlar
- Hacer algo con relación a lo que sí la persona puede controlar
- Prepararse lo mejor posible para posibles situaciones a enfrentar, que son agentes de estrés, como exámenes, entrevistas laborales, eventos sociales y otras
- Pedir ayuda Vs. el “yo puedo todo solo”
- Aprender a delegar VS. “Yo lo hago Mejor que los demás”
- Fijarse metas cortas y realistas
- Llevar un registro escrito de las tareas a realizar para que no ocupen lugar en nuestra mente. Jerarquizar las tareas según el grado de importancia
- Hacer actividad física y seguir una dieta balanceada de acuerdo a las necesidades calóricas de cada uno
- Corregir pensamientos catastróficos
- Procurarse pequeñas satisfacciones cotidianas
- Reservar momentos del día para el descanso, actividades sociales y recreativas.
- Asegurarse de dormir lo suficiente. Los buenos hábitos de sueño son una de las mejores maneras de manejar el estrés.
- Evitar la queja dado que la misma no nos permite definir el problema ni encontrar una solución o cambio a lo que nos preocupa
- En la medida de lo posible, tomar períodos cortos de descanso durante el año.
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