Es común, tanto en Argentina como en el resto del mundo, que las personas recurran a tratamientos o prácticas no convencionales para dar una respuesta a diferentes situaciones médicas. Un tiempo atrás, en un medio nacional se publicó un artículo en el que se daba a conocer el alcance de las llamadas medicinas alternativas. En países como los Estados Unidos hasta un tercio de la población recurre a uno de estos métodos terapéuticos para tratar sus dolencias alguna vez en su vida.
De acuerdo con los registros de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH), más del 30 % de los adultos y alrededor del 12 % de los niños utilizan métodos de atención de la salud desarrollados fuera de la medicina occidental tradicional o convencional. La gente describe estos métodos como "alternativos" o "complementarios" indistintamente.
Existen muchas corrientes, de diferentes tipos y abordajes que, algunas veces, pueden resultar complementarias al tratamiento alopático que esté recibiendo el paciente. Sin embargo, muchas veces, de acuerdo con lo que han señalado diferentes autoridades sanitarias, puede resultar nocivo para la salud tomarlas como un reemplazo o alternativa de la medicina formal. Por este motivo, para ofrecer una mirada orientadora a la comunidad sobre las distintas terapias complementarias, el NIH creó el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral (NCCIH, por sus siglas en inglés) que, ampliando el criterio científico, evalúa la eficacia de las distintas técnicas para la salud.
Acupuntura para el dolor
Desde aquella dependencia, luego de varios años de riguroso estudio e investigación, se concluyó que la acupuntura es la única terapia complementaria que, a través del terapista adecuado, puede resultar útil y eficaz para tratar afecciones como las migrañas, aliviar el dolor y otras alteraciones de la salud.
Esta técnica que pertenece a la Medicina Tradicional China (MTC), consiste en la aplicación de agujas en puntos específicos del cuerpo dentro del "sistema de meridianos", por donde circula la energía del cuerpo. Según esta doctrina, cuando la energía se estanca o se desequilibra, aparecen las enfermedades en el plano físico, mental o emocional y el rol de las agujas es el de desobstruir esos canales para recuperar el flujo armónico de la energía.
Si bien se la puede utilizar para tratar toda patología, la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo reconoce más unas 44 afecciones sobre las que recomienda su aplicación para: dolor, tos, náuseas, trastornos emocionales o estrés. En nuestro país solo los hospitales Avellaneda en la provincia de Tucumán y Tornú y Churruca en la Ciudad de Buenos Aires tienen servicios de acupuntura.
La homeopatía
En relación a la homeopatía, nos referimos a una vieja especialidad médica, que se basa en la ley de la similitud, cuya premisa consiste en administrar medicación capaz de producir los mismos síntomas que se quieren tratar. La homeopatía unicista administra un solo medicamento con el que procura exaltar la tendencia natural del organismo hacia su curación. En otras palabras, se trata de brindar al paciente algunos componentes que ayudan a simular, en una escala menor, el problema de salud que está experimentando para desarrollar una respuesta inmune.
Me he dedicado bastante a estudiar a la homeopatía y lo que puedo decirle al paciente es una sola cosa: si padece un síndrome de colon irritable, asma o algún problema respiratorio y quiere acompañar su tratamiento con medicación homeopática está bien. No obstante, es importante evitar que esta reemplace a la medicina convencional para resolver afecciones como una meningitis, una neumonía o una diabetes como la tipo 1 para las que no existe forma de reemplazar los tratamientos convencionales cuya seguridad y eficacia están científicamente demostradas.
Flores de Bach
Otro tratamiento cuyo uso está ampliamente extendido es el de las flores de Bach que, según se dice, emocionalmente nos ayudan. Estos remedios florales fueron descubiertos por el médico galés Edward Bach en la década de 1930 y actúan por acción física o vibracional, no química. El sistema está integrado por 38 remedios o esencias florales obtenidas de plantas silvestres del Valle del río Támesis.
El remedio es agua cargada con la energía de esa flor que se dejó marchitar, que tiene acción sobre el campo energético, un área poco conocida para la medicina convencional. Cada flor registra un aspecto emocional y, quien las prescribe, identifica el síntoma de su paciente para elegir el remedio que podrá equilibrarlo. De este modo, actúan sobre los estados emocionales de las personas.
Muchas personas sostienen que estos compuestos florales les hace bien emocionalmente y esto está bien. Sin embargo, tanto para las flores de Bach como para otras terapias herbales o de yuyos, resulta importante señalar que se las debe utilizar como complemento de la medicina alopática cuyas aplicaciones están fundamentadas científicamente.
La fe como complemento sanador
Hay personas que cuando padecen una enfermedad oran, tratan de entrar en contacto con la divinidad, para sentirse más aliviados de los problemas que los aquejan y pedir ayuda. Algunas veces estas situaciones ayudan mucho, sobre todo frente a patologías que son muy serias, pero también debemos entender que la voluntad de Dios no es la nuestra y que muchas veces pedimos cosas que no existen en su voluntad.
A pesar de ello, la Fe -así, con mayúscula- es una herramienta fundamental, en primer lugar, para ayudarnos a sentirnos mejor cuando atravesamos situaciones difíciles. En segundo término, cuando se nos va un ser querido la Fe nos ayuda tal como decía San Agustín a tenerlos presente y a vivir un poco mejor a pesar de su ausencia.