Disfrutar las fiestas sin sustos: cómo prevenir intoxicaciones alimentarias y cuidar las sobras

Las fiestas de fin de año son un desfile de platos deliciosos, brindis y sonrisas, pero también pueden ser una mina de sorpresas incómodas si no tenemos cuidado. La ensalada rusa, el vitel toné, el melón con jamón, los huevos rellenos… son solo algunos de los platos que, si no se preparan o guardan correctamente, pueden convertirse en la peor pesadilla de la fiesta: una intoxicación alimentaria. Y ni hablar de las sobras, que al día siguiente pueden ser tan peligrosas como un brindis mal dado. Con unos simples cuidados, podés evitar que esos clásicos festivos se conviertan en una emergencia digestiva y seguir disfrutando sin preocupaciones.

Parece obvio pero muchas veces se saltea el paso esencial para evitar cualquier intoxicación alimentaria: lavar bien las frutas y verduras es igual de importante que cocinar correctamente las carnes Los vegetales que se consumen crudos, como las hojas verdes o el tomate para las ensaladas, deben lavarse con abundante agua potable. También podés usar unas gotas de vinagre o limón para desinfectar. Incluso las frutas que no se pelan para comer, como las uvas, ameritan un lavado a fondo antes de llevarlas a la mesa.

Además, cociná por completo carnes, pescados y huevos, ya que el calor adecuado elimina bacterias peligrosas como Salmonella, prente en aves y huevos crudos, o Escherichia coli, que puede encontrarse en carne mal cocida. Si preparás recetas con huevo, como omelette o huevos rellenos, asegurate de que la yema y la clara estén bien cocidas para evitar riesgos. También evitá descongelar alimentos a temperatura ambiente: esto puede favorecer la proliferación de bacterias antes de que lleguen al fuego. Usá siempre métodos seguros, como la heladera o el microondas, para descongelar de manera controlada y sin riesgos.

En verano, las altas temperaturas son el calor de cultivo perfecto para bacterias como Salmonella o Listeria. Por eso, los platos clásicos como el pollo al horno, el matambre o las ensaladas con mayonesa necesitan especial atención. Nunca dejes los alimentos cocidos a temperatura ambiente por más de dos horas. ¿Terminaste de servir? ¡Directo a la heladera!

Y al día siguiente llegan ellas: estrellas absolutas del almuerzo del 25 o del 1 de enero, las famosas “sobras” requieren cuidados. Un bocado puede convertirse en un festín... ¡pero para las bacterias! ¿Con cuáles tenemos que tener especial cuidado? Los mencionados platos con mayonesa, crema o huevo son los más delicados y deben refrigerarse rápidamente par evitar la proliferación de microorganismos como Salmonella o Escherichia coli. El vitel toné tampoco perdona: las carnes mal conservadas pueden ser un caldo de cultivo para Clostridium perfringens, que causa intoxicaciones alimentarias con vómitos y diarrea, mientras que los mariscos vencidos pueden portar Vibrio parahaemolyticus, asociado a fuertes malestares estomacales.

Para evitar sorpresas desagradables, asegurate de dividir las sobras en porciones pequeñas antes de guardarlas, lo que facilita que se enfríen más rápido. Si vas a recalentar, asegurate de que la comida alcance al menos 75 °C para eliminar posibles bacterias. Atención especial con las ensaladas verdes: aunque parezcan inofensivas, deben descartarse si ya llevan varias horas fuera de la heladera. Las verduras pasadas pueden albergar Listeria monocytogenes, peligrosa para embarazadas y personas con inmunidad comprometida.

Y un consejo extra: ¡no pruebes nada que huela extraño o tenga un aspecto dudoso, aunque te dé pena tirarlo! Es mejor prevenir que lamentar. ¡Así garantizamos que la magia de la Navidad termine en una buena sobremesa y no en el médico!

No caben dudas: la comida es el alma de nuestras celebraciones, pero un descuido puede transformarla de protagonista a villana. Brindemos por fiestas donde el único drama sea quedarse sin vitel toné y no una visita inesperada al médico. ¡Que la comida nos reúna, nos deleite y jamás nos complique!

Fuente: Senasa