La vid, base de una de las industrias más emblemáticas de Argentina, lucha contra un contexto sanitario que pone en jaque su productividad y longevidad. ¿Cuáles son sus enemigos? Las virosis y las enfermedades de la madera ocupan un lugar central, representando un obstáculo tanto para pequeños productores como para grandes bodegas. Estas problemáticas, particularmente relevantes en las regiones del NOA, no solo comprometen la calidad de las uvas, sino que también amenazan la rentabilidad de los viñedos a largo plazo.
Diagnóstico: la piedra angular del manejo sanitario
En este contexto, el diagnóstico preciso es el primer paso hacia la solución. Desde el análisis molecular en laboratorio hasta la identificación de agentes causales, este proceso permite diseñar estrategias específicas para cada problemática. Por ejemplo, enfermedades como la “hoja en abanico” o el “complejo del enrollado de la hoja” pueden ser detectadas mediante técnicas avanzadas. Las hojas deformes, las alteraciones de color y los racimos raquíticos son señales que, aunque visibles, requieren confirmación científica para evitar errores en el manejo.
El trabajo colaborativo de instituciones como INTA y la COVIAR ha permitido desarrollar soluciones prácticas, como el uso de germoplasma resistente. En Catamarca, por ejemplo, se investiga el potencial de variedades criollas, como la Uva barco o la Datilera negra, frente a hongos agresivos, logrando avances que podrían transformar la forma de proteger los viñedos del país.
Prevención: la clave para evitar la propagación
La prevención juega un papel fundamental. Mantener plantas libres de virus y controlar los vectores que los transmiten son medidas esenciales para frenar la dispersión de enfermedades. Sin embargo, la tarea no es sencilla. Muchas plantas infectadas no muestran síntomas evidentes, lo que facilita su propagación inadvertida.
El uso de plantines sanos y el control cultural, como la limpieza de herramientas y la eliminación de material infectado, son pasos prácticos que pueden marcar la diferencia. En paralelo, conocer el comportamiento de plagas como la cochinilla algodonosa, responsable de transmitir varias virosis, permite anticiparse a su impacto.
Argentina: el quinto mayor productor de vino
El esfuerzo por proteger la vid cobra mayor relevancia al considerar el lugar que ocupa Argentina en la producción mundial de vino. Con más de 224 mil hectáreas de viñedos, el país se posiciona como el quinto mayor productor de vino a nivel global, según datos recientes de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Mendoza lidera la producción nacional con más del 70% de las hectáreas cultivadas, seguida por San Juan y La Rioja.
La diversificación de la industria hacia vinos de alta gama y exportaciones ha generado nuevas oportunidades, pero también mayores exigencias. En este escenario, la sanidad de los viñedos es crucial para garantizar la calidad de los vinos argentinos, que compiten en mercados como Estados Unidos, Reino Unido y Brasil.
Futuro: innovación y sostenibilidad
En un país donde el vino es más que una bebida, sino una parte de la identidad cultural, los avances en el manejo sanitario de la vid no son solo una necesidad económica, sino también una responsabilidad cultural. Desde la implementación de bancos de germoplasma hasta la promoción de prácticas sostenibles, el sector vitícola argentino se enfrenta al desafío de combinar tradición e innovación.
La clave está en un enfoque integral que considere tanto las herramientas tecnológicas como el conocimiento ancestral de los viticultores, logrando así proteger los viñedos y asegurar el futuro de esta icónica industria.