Se ha cumplido un año desde que Javier Milei desembarcó en Balcarce 50 para hacerse cargo de la presidencia de la Nación, y desde el Rosgan proponen un balance de lo que implicó su gestión para la actividad ganadera. A primera vista hay avances destacados pero también varias asignaturas pendientes.
No puede negarse en principio que el contexto para la producción y los negocios supera ampliamente el cuestionable escenario planteado por la administración vigente entre fines de 2019 y 2023. Del lado del haber se computan cierta estabilidad en las cuentas de la economía, cero emisión –o al menos eso parece-, reducción del déficit fiscal e inflación que va perdiendo terreno.
La baja de tasas de interés y la liberación parcial de ciertos controles cambiarios están llevando a una estabilización de los dólares paralelos lo cual, sumado a una política de devaluación controlada del tipo de cambio oficial, han determinado una reducción de la brecha cambiaria a alrededor del 10% por estos días, tras haber alcanzado niveles del 150% previo a las elecciones definitivas de 2023.
Muchas cosas están mejor que un año atrás. Sin embargo, el sector productivo en su conjunto aún sufre una muy fuerte presión de costos que erosiona cada vez más los márgenes del negocio, al tiempo que reducen la competitividad. El Rosgan destaca que una de las grandes materias pendientes que se le demanda a la actual gestión es la demora en las anunciadas reformas laborales y tributarias, tendientes a descomprimir la actual presión que pesa sobre las empresas, en especial sobre las Pymes, mayoritarias dentro del segmento agropecuario argentino.
Polémico, opinado hasta el cansancio, debatido una y otra vez, otro de los grandes componentes de la suba relativa de costos es el atraso cambiario. El derrotero del dólar durante 2024 deja entrever que se han perdido los beneficios derivados del ajuste realizado en diciembre tras salir de la paridad que el ministro Mazza mantenía pisada. Así, hay una revaloración creciente del peso justo en el momento en que el dólar saca pecho y erosiona las cotizaciones de las monedas más importantes del planeta. Desde el Rosgan consideran que este escenario lleva a una pérdida de competitividad de las agroexportaciones.
Como consecuencia de este retraso en la evolución del tipo de cambio, la entidad cita costos operativos crecientes por suba de tarifas y salarios. Sumado a las retenciones que aun pesan sobre la exportación, configuran un combo sumamente ajustado. Eso a pesar de que en base a las perspectivas de restricción de oferta de hacienda esperadas para el próximo año, debería consolidarse la recuperación incipiente que el ganado en pie mostró este mes.
Por lo demás, la situación que atraviesan actualmente los frigoríficos, tanto exportadores como consumeros, enciende un alerta no menor, en cuanto al impacto que esto puede generar hacia atrás sobre toda la cadena comercial.
Respecto del mercado interno, el argentino mantiene un poder de compra recortado. La reciente suba del 10% al 15% en el precio de la hacienda gorda no se está pudiendo trasladar a los mostradores, lo que conduce a una reducción de márgenes tanto para matarifes como para abastecedores y carniceros. Por las razones antes indicadas, el frigorífico que exporta tampoco logra encontrar una válvula de escape para descomprimir el escenario generado por una menor demanda local.
Brasil también participa de este juego. La interminable devaluación del real mejora notablemente su competitividad regional. Además, los valores de la hacienda han comenzado a retroceder, cerca de un 10% en lo que va de diciembre, a causa de la sobreoferta de ganado para faena.
Desde el Rosgan advierten que al transitar un camino literalmente inverso al nuestro en términos cambiarios y de costos de hacienda, Brasil pone aún más en jaque la competitividad de la exportación en la Argentina. No implica desconocer que la situación de esta industria, concebida como motor fundamental del resto de la cadena, demanda ineludiblemente reformas estructurales orientadas a una mayor desregulación y reducción de costos que permitan mejorar la competitividad, no tanto por política cambiaria, sino por eficiencia operativa.
Es muy importante, ya que la ganadería necesita salir definitivamente del virtual estancamiento en el que ha estado transitando las últimas décadas en términos de producción. En este sentido, la exportación ha demostrado ser, en la mayoría de los países de gran impronta pecuaria, la vía más genuina para impulsar un crecimiento sostenido del sector. Basta con observar el formidable desarrollo de la ganadería de Brasil en los últimos 25 años.
Los técnicos del Rosgan concluyen que sin perder de vista los avances logrados, no conviene desatender los riesgos asociados a la demora de estas otras tantas reformas pendientes, que permitirían consolidar definitivamente el crecimiento del sector.