Alberto Cormillot es el médico más famoso de la Argentina. Nos acompaña con sus saberes desde hace 60 años, Pero es mucho más que un médico, es un pionero, un educador, capacitador de profesionales, comunicador. Cormillot es una institución. Y hoy revoluciona con su decisión más flamante: tener un hijo a los 83. Emilio, su pequeño hijo, cumplió un mes.
-¿Cómo es tener un hijo a los 83 años?
-El 17 de este mes mi hijo cumplió un mes. Fui incorporándolo a mi vida. Hoy está integrado a la familia. Lo miro, lo cuido, le envío mensajes a su Whatsapp para que los escuche cuando sea más grande.
-¿Porque decidiste tener un hijo a esta altura de la vida, con el cuerpo más cansado y en tiempo de nietos?
-Surgió el deseo de formar una familia con la persona con la que estoy enamorado. Después de mis hijos Adrián y René tomé la decisión de no tener más hijos.
-Se enamoró de una mujer muy joven. Y ella, de un señor mayor. Estefania Pasquini tiene 35 años. ¿Cómo hacen para que no los afecten los comentarios, las opiniones de los más cercanos, me pregunto y le pregunto?
-Trabajé con Steffi muchos años. Me gustaba, pero cada uno tenía una relación. Después empezamos a estar juntos. Había una atracción desde hacía tiempo. Para ella fue más difícil que para mí. Para un hombre salir con una persona más joven está todo bien, para una mujer salir con alguien que le lleva casi 50 años es una complicación. En la familia, razonablemente había una oposición, que es la misma oposición que hubiera tenido yo. Los padres pensaban que no iba a durar, que si duraba no me iba a casar, que si me casaba no iba a tener un hijo... Todos vaticinios que no se cumplieron.
-¿Para vos la edad nunca fue un inconveniente?
-No. Yo empecé a tener en cuenta mi edad a partir de Emilio. Yo antes pensaba ‘voy a vivir los años que tenga que vivir, tengo hijos grandes, he tenido varias vidas’. Ahora siempre estoy pensando cuantos años voy a poder estar con este hijo. Pero la decisión fue disfrutarlo los años que estuviera.
-El hecho de que tengas un bebe a los 83 llama la atención
-Si, llama la atención. Nadie cuestiona los hogares monoparentales. Los que deciden viajar a Estados Unidos a alquilar un vientre.
-¿Tenés la capacidad de sentirte joven?
-Yo seguí haciendo actividad y me ha acompañado la salud.
-Pero tuviste dos veces cáncer, Alberto.
-Si, pero me traté y anduvo bien.
-¿Tenés la voluntad y las ganas?
-Yo tomo clases de Tap y Aero, te colgás de un arnés y andas pegando vueltas. Me hace bien. Me llena de energía. Me levanto a las 4 de la mañana y llegan las 4 de la tarde y estoy liquidado. Pero voy igual y vuelvo cargado de energía.
Se va a dormir a las 9 y cuarto y se levanta a las 4 y cuarto. Religiosamente. Con disciplina espartana. Empieza la radio a las 5. Tiene rutinas inamovibles desde hace muchos años.
-Jugué al tenis durante 20 años. Siempre busqué cómo volver a la actividad física, porque considero que es importante hacerla. Luego en el baile encontré lo que quería hacer. Me gusta aprender. Me peso todos los días. Mi peso no puede subir de 72. Es como lavarse los dientes. Yo me mantengo en mi peso desde hace más de 50 años. Para mí la sensación de cansancio es rara. Pienso que estoy enfermo. Cuando camino con mi hijo Adrián me doy cuenta que no puedo hacerlo a su ritmo. Ahí me doy cuenta del paso del tiempo. El cuerpo va más lento. Perdés velocidad. En los últimos años me caí dos veces, las caídas también tienen que ver con el paso de los años.
-¿Es cansador un bebe?
-No, no. La madre se ocupa mucho del bebé. Me duermo todas las noches con él. A la noche se pone a llorar, entonces yo lo levanto y camino con él un rato. Lo siento en los hombros. Porque me duelen los hombros (risas).
-¿Estricto y disciplinado también con su dieta?
-La alimentación siempre, y pesarme todos los dias.
-¿En algún momento te relajas y comés milanesas con papas fritas? ¿O te relajás y no haces nada?
-Todos los lunes como milanesa con papas fritas. Y todos los domingos como ravioles. Lo primero que veo en un restaurante del menú son los postres. Como helado todos los días o conitos con dulce de leche. No como desaforadamente, pero como. Tengo rutinas para relajarme. No hay un día que no trabaje. El trabajo que hago los sábados y domingos consiste en escribir libros, estudiar cosas. Pero me relajo y miro series.
Cormillot suele hablar de dos fenómenos, del gordismo y del viejismo.
-El gordismo y el viejismo son conceptos comprados por las personas. El viejismo es cultural. La gente te va diciendo que no podés hacer cosas. Hay que planear qué hacer después de los 65 años. Mucha gente no tiene un plan. El dejar de trabajar es terrible. Tenés muchos años por delante, por lo menos 20 o 25. ¿Qué vas a hacer todos esos años? Puede ser un trabajo, un hobby, un voluntariado, aprender algo. Se puede empoderar a la gente grande. Hoy el viejo compró la idea de que es viejo y eso es un problema.
-¿Hasta qué edad vas a vivir?
-Yo tengo pensado por lo menos superar la edad de mi viejo, 95. Yo quiero vivir hasta los 102 años.
-¿19 años más ?
-Si. Es el tiempo para hacer primaria, secundaria y rapidito una carrera...(risas). Quiero estar. Y estar presente ahí cuando diga que no quiere estudiar. Quiero hacerle lo mismo que me hizo mi vieja a mí. Me hizo la vida imposible.
-¿Te emocionás estando con él?
-Me emociona. Soy de emocionarme fácil. Me encanta mimarlo, besarlo, yo le hablo bien, no con el lenguaje que la gente utiliza para hablarle a un bebé. Sé que con el tiempo va a reconocer mi voz.
Alberto tiene dos hijos grandes: Renee y Adrian. Adrián tiene 47 años.
-Adrián está fascinado. Dice que conmigo Emilio se va a aburrir. No porque yo tenga más de 80, que se hubiera aburrido a mis 60 o mis 40. Dice él le va a dar calle, que consiste en fútbol, Fórmula 1 y rock. El tiene hijas mujeres. Está fascinado.
-Va a ser una figura masculina para él.
-Si, va a ser una figura masculina. Presente. Está fascinado con él.
-¿Sos feliz?
-Si. Estoy feliz. No estoy especialmente feliz cuando perdí a mi padre, a mi madre, a Mónica, la madre de los chicos. Mi definición de felicidad cambió a los 40 años. En esa época tuve una depresión por 6 meses que no tenía ganas de abrir los ojos y levantarme. Luego se me fue y a partir de allí, la felicidad fue enfrentar cada día.
-¿Se siente el paso de los años en la gente que se pierde?
-Si. Ahí tenés razón.
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