Hasta la semana pasada, en el Gobierno consideraban que el escándalo de mayo por el aumento de sueldos había sido la única “bala” capaz de traspasar el “escudo” de Javier Milei ante la opinión pública, pero la polémica por la retención de alimentos con fines sociales puso en jaque la credibilidad de la administración libertaria. En una jornada que también estuvo complicada a nivel económico por la caída de las acciones y la suba el dólar libre, una vez más se instaló un clima de preocupación en la Casa Rosada, palpable a pesar de los intentos para disimularlo, al punto de que el jefe de Estado tomó las riendas de la gestión, en primera persona.
A las repetidas reuniones con la titular de Capital Humano, Sandra Pettovello, para confirmarla en su puesto, el Presidente se sumó por primera vez en semanas a la reunión de Gabinete. Últimamente estaba alejado de esos encuentros, de los que participaba cada vez más esporádicamente, algunas veces justificando sus ausencias en sus viajes al exterior, otras sin explicación alguna. En ese tiempo sí protagonizó actos de corte proselitista, como su presentación en el Luna Park, o en la Plaza San Martín de Córdoba, el fallido 25 de Mayo.
No ayudaba a que quisiera formar parte de esas reuniones de los martes y jueves su distancia con el ahora eyectado Nicolás Posse, que fue reemplazado por Guillermo Francos, con quien mantiene un vínculo saludable. Pero en la Casa Rosada indican que estaba algo desencantado de esos encuentros, a los que se vio obligado a retornar para dar una señal de que el mando nacional está firme.
El mandatario se sentó en la cabecera de la mesa central del Salón Eva Perón secundado por Francos. Y luego la Presidencia publicó dos fotos del encuentro, que lo muestran escuchando con gesto adusto a su equipo, rodeado por Victoria Villarruel, su hermana Karina, y el resto de los ministros. Según el reporte del área de Comunicación, en el cónclave estaba presente también el ascendente Santiago Caputo, que ganó poder después de la salida de Posse. Pero, como es habitual, eligió no aparecer en la foto. Y se mantuvo el hermetismo que se ordenó desde el inicio del gobierno sobre los detalles de lo conversado.
En la misma línea, minutos después de concluir su primera reunión, el primer mandatario salió a la Plaza de Mayo para saludar, de manera inédita, a un grupo de estudiantes de primaria, sonriente ante las cámaras propias que tomaron videos del momento, que luego fueron difundidos en las redes libertarias paraoficiales, como El Peluca Milei. Finalmente, cerca del mediodía el jefe de Estado volvió a innovar y se presentó, de imprevisto, y también por primera vez en la historia de su joven gobierno, en la Sala de Conferencias del primer piso de Balcarce 50, donde Manuel Adorni iba a dar su conferencia de prensa habitual. Allí se encargó de hablar nuevamente maravillas de Pettovello con los periodistas acreditados, mostrándose seguro de su continuidad, entre chascarrillos para mostrarse de buen ánimo y confiado.
En la Casa Rosada dijeron que sus acciones para mostrar que está en control fueron “espontáneas” en un contexto complicado, que puso al Gobierno bajo un aura de desconfianza. El Presidente, admiten, está deseoso por dejar atrás la situación, una tarea que parece imposible a medida que se ramifican las denuncias en la Justicia y se multiplican los actores involucrados, desde la Organización Iberoamericana de Seguridad Social a la Organización de Estados Iberoamericanos.
El combo político se suma a los más de 15 despidos de funcionarios de primeras y segundas líneas del ministerio a lo largo de sólo un semestre, que alertan la tendencia de Pettovello a no tomar responsabilidad por los hechos que ocurren bajo su mando sin a apuntar a terceros. Y a la salida de Posse por motivos que no terminan de aclararse, pero que en parte estaban vinculados a la ineficiencia de la gestión.
La estrategia de control de daños se profundizó, pero se había iniciado la semana pasada con el despido del secretario de Desarrollo Social, Pablo de la Torre, y la posterior denuncia en su contra, de parte de la propia Pettovello, por las irregularidades detectadas en la distribución de alimentos en comedores. También, con su pronto reemplazo por una ignota ex funcionaria del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, Yanina Nano Lembo, a quien en las filas del ex alcalde consideraron, al menos, falta de experiencia para gestionar una secretaría en llamas en plena crisis y con un 55 por ciento de pobreza. Pero se enfatizó con el Presidente en el primer plano desde ayer.
Su voluntad de mostrarse con las riendas en las manos, sin embargo, no coincidió con el faltazo de Pettovello a la reunión de Gabinete, a pesar de que el primer mandatario la llamó a Olivos, la visitó en su ministerio y la recibió en Casa Rosada dos desde el domingo. Su ausencia esta mañana fue una señal confusa que nadie en el Gobierno podía explicar.
El plan de contingencia en la crisis incluye, en paralelo, el ataque al “enemigo”. Mientras ajusta, el Gobierno también señala en múltiples alusiones a la “corrupción kirchnerista”, como dijo Milei esta mañana, y a la cual no aludía hace tiempo en su afán por “dejar de mirar al pasado”, como dijo en Córdoba. Las arremetidas también se despliegan en el plano penal. La decisión de mandar a la subsecretaria de Legal y Técnica, Leila Gianni, a defender a Pettovello ante la Justicia y, en paralelo, a atacar a De la Torre fue una de las acciones en las que el Gobierno está poniendo énfasis para cambiar del plano, de la defensa, a la ofensiva. Al igual que los publicitados tuits de la subsecretaria de Pettovello, Gianni, y su trifulca subida de tono con el titular del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois, son parte de la decisión de contraataque que decidió adoptar el Gobierno para manejar un momento inestable.