En los últimos años, los hongos exóticos como el melena de león han ganado fama por sus promesas medicinales, pero incluso hongos más comunes podrían ocultar beneficios inmunológicos poderosos. Uno de estos es el champiñón blanco, conocido científicamente como Agaricus bisporus, que es el hongo comestible más cultivado del mundo. Ahora, nuevas evidencias sugieren que su extracto (triturado, en polvo) podría ralentizar o incluso prevenir el desarrollo del cáncer de próstata.
Hasta la fecha, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) no ha aprobado productos alimenticios como medicamentos anticancerígenos, lo que indica un camino arduo por delante. No obstante, científicos del City of Hope, una organización de investigación y tratamiento del cáncer en Estados Unidos, afirman estar siguiendo las directrices regulatorias de la FDA para proporcionar una “base científica” que demuestre los efectos saludables de este hongo.
Después de años de trabajo, estos investigadores sostienen que los hallazgos de su reciente estudio refuerzan la justificación para considerar a los champiñones blancos como un enfoque “nutracéutico” para ralentizar la progresión del cáncer de próstata, especialmente cuando se utilizan como terapia adyuvante tras un tratamiento primario.
“Estamos encontrando que las sustancias derivadas de plantas pueden algún día usarse para apoyar las prácticas tradicionales de tratamiento y prevención del cáncer”, explica Shiuan Chen, biólogo del cáncer de City of Hope. “Este estudio sugiere que los tratamientos de ‘alimentos como medicina’ podrían eventualmente convertirse en cuidados contra el cáncer normales y basados en evidencia”, añade.
Atravesar el escudo del cáncer
Al igual que muchos tumores, el cáncer de próstata se protege contra los ataques del cuerpo produciendo células conocidas como células supresoras derivadas de mieloides (MDSCs), glóbulos blancos inmaduros que suprimen la respuesta inmune del cuerpo. Los champiñones blancos podrían tener el poder de atravesar este escudo.
En una primera fase de ensayos clínicos, los investigadores del City of Hope encontraron indicios prometedores de que el champiñón blanco puede reducir los perfiles de toxicidad en casos de cáncer de próstata, con señales en algunos voluntarios de una disminución en las MDSCs circulantes. Tras consumir tabletas del hongo dos veces al día durante meses, algunos individuos mostraron una disminución de los marcadores de cáncer de próstata en sangre a niveles indetectables.
Alentados por estos datos, iniciaron un estudio de seguimiento en ratones y un ensayo clínico de fase II, que involucra muestras de sangre tomadas de pacientes con cáncer de próstata. El objetivo fue explorar los mecanismos detrás de este efecto.
En los modelos de ratones con cáncer de próstata, el extracto del hongo retrasó significativamente el crecimiento de tumores y extendió la supervivencia. Específicamente, se observaron niveles más bajos de células supresoras derivadas de tumores en sangre de ratones tratados con el extracto.
Mientras tanto, en el ensayo clínico de fase II en curso, los científicos han medido menos células supresoras y más células inmunes antitumorales en pacientes tratados con el extracto de champiñón.
Los resultados obtenidos hasta ahora, publicados en la revista Clinical and Translational Medicine, sugieren que los champiñones blancos pueden reforzar las defensas inmunológicas contra el cáncer y ralentizar su crecimiento cuando se administran como parte de otras terapias.
El componente exacto del extracto de hongos que logra este efecto aún es desconocido. Los productos botánicos, como el material vegetal, las algas o los hongos, contienen una gran cantidad de químicos, lo que significa que si tienen propiedades anticancerígenas, posiblemente atacan una amplia gama de rutas cancerígenas simultáneamente. Desglosar estos candidatos es un trabajo tedioso, razón por la cual los ensayos clínicos se enfocan en la seguridad y la eficacia más que en el mecanismo de acción.
El extracto de hongos puede contener fibras solubles, proteínas, lípidos y fitoquímicos, todos los cuales podrían tener efectos tóxicos sobre las células cancerosas. “Aunque nuestra investigación tiene resultados tempranos prometedores, el estudio continúa”, concluye Xiaoqiang Wang, científico del City of Hope y primer autor del artículo científico.