El pasado lunes 11 de noviembre, la presidenta Dina Boluarte promulgó una nueva ley que regula el consumo de tabaco, nicotina y sus derivados en el país. Esta normativa, previamente aprobada por el Congreso, establece estrictas medidas para limitar el acceso de los menores de edad a estos productos y regular la publicidad relacionada, con el fin de salvaguardar la salud pública.
Entre las principales disposiciones de la ley antivape, se incluye la prohibición de fumar o vapear en establecimientos de salud, centros educativos, dependencias públicas, lugares de trabajo, espacios públicos cerrados y medios de transporte. Además, se exige que estos lugares coloquen carteles visibles que informen sobre la restricción de fumar y vapear, y que refuercen el mensaje de ambientes completamente libres de humo.
Los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que gozan de mayor popularidad entre los jóvenes y adolescentes, son dispositivos de fumar que funcionan con baterías. Aunque suelen tener una apariencia similar a los cigarrillos tradicionales, su funcionamiento es diferente. El proceso de vapear implica que el usuario inhala desde la boquilla del dispositivo, lo que hace que el vaporizador caliente un líquido dentro del cartucho. Este líquido, que contiene nicotina, sabores y otros productos químicos, se convierte en vapor que es inhalado por la persona.
Aunque algunas personas creen que los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que los cigarrillos tradicionales e incluso que pueden ayudar a las personas a dejar de fumar, los vapeadores también son un peligro para la salud porque pueden provocar cáncer de pulmón en sus principales consumidores: los más jóvenes.
El vape puede provocar cáncer de pulmón
En el contexto de la ley antivape en nuestro país, especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) alertan sobre los peligros del vapeo, especialmente porque contribuye a padecer cáncer de pulmón.
Aunque no produce el humo de tabaco característico de los cigarrillos convencionales, los cigarrillos electrónicos contienen sustancias cancerígenas, toxinas y aditivos perjudiciales para el cuerpo, lo que convierte a esta práctica en un riesgo que debe ser tomado en serio.
Así lo advierte el coordinador de la Escuela de Excelencia para el Control del Tabaco del INEN, Dr. Edgar Amorín Kajatt, quien considera urgente la necesidad de desmontar la falsa creencia de que los cigarrillos electrónicos son inofensivos. “Los riesgos asociados a su consumo van más allá del simple vapor y sus consecuencias a largo plazo pueden ser extremadamente graves”, indica el especialista.
El Dr. Amorín señala además que, según estudios recientes, el vapor inhalado por los usuarios de cigarrillos electrónicos contiene al menos ocho sustancias relacionadas con el cáncer, tales como nitrosaminas, formaldehído, aldehídos e hidrocarburos policíclicos. Además, también se han identificado metales pesados como plomo, cadmio y níquel en este vapor.
Además de la nicotina, sustancia altamente adictiva, que dificulta aún más dejar el hábito, también se encuentran otras sustancias tóxicas en el vapor. “Ya se han reportado casos de bronquiolitis irreversible, e incluso de muertes, entre jóvenes y adolescentes que comenzaron a vapear y desarrollaron problemas graves de salud”, afirma el experto del INEN.
Cáncer de pulmón en Perú
El cáncer de pulmón continúa siendo la principal causa de muerte por cáncer en el mundo, y el Perú no es ajeno a esta realidad. Según el Atlas Global de Cáncer, cada año se diagnostican más de 2.900 nuevos casos en el país.
El último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) revela que la población peruana mayor de 15 años ha incrementado el promedio diario de cigarrillos que consume, alcanzando cinco unidades al día en el 2023.
En el INEN se reciben anualmente entre 500 y 600 pacientes con esta enfermedad, de los cuales solo el 20 % se detecta en etapas tempranas, lo que permite un pronóstico más favorable y mayores posibilidades de tratamiento exitoso. En contraste, el 80 % restante es diagnosticado en etapas avanzadas, lo que reduce significativamente las probabilidades de supervivencia a largo plazo. La principal causa de esta enfermedad sigue siendo el consumo de tabaco.