Conocida por su sabor refrescante y su llamativa apariencia, esta fruta tropical se destaca por sus propiedades antioxidantes y relajantes. Rica en flavonoides, vitaminas A y C, así como en minerales como el potasio y el magnesio, es un aliado natural para la salud.
Además, su alto contenido de fibra la convierte en una opción ideal para promover una buena digestión y regular los niveles de azúcar en la sangre.
Esta fruta, que tiene múltiples beneficios para la salud (desde el control de la ansiedad hasta la mejora de la digestión), recibe el nombre de maracuyá, aunque también es conocida como parchita o parcha en algunas regiones. Su consumo puede formar parte de un estilo de vida saludable, siempre que se combine con una dieta equilibrada y ejercicio regular.
Origen
La pasionaria (Passiflora edulis flavicarpa) es una planta trepadora originaria del continente Sudamericano, cuyo fruto, el maracuyá o fruta de la pasión, es comestible y varía en colores entre amarillo, anaranjado y morado.
En América Latina, recibe distintos nombres, como parchita, chinola o mburucuyá, según la región. Su nombre “fruta de la pasión” fue adoptado por los españoles tras el encuentro con los nativos del Perú, quienes la llamaban “Poro-p’osqo”, que significa “bolsa-ácida”. Los españoles, sorprendidos por su flor, la asociaron con los elementos de la Pasión de Cristo, de ahí el nombre.
Todo en paz
Este fruto tropical es especialmente reconocido por sus efectos relajantes. Su capacidad para calmar la ansiedad, reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño ha sido ampliamente valorada.
La combinación de flavonoides, como kaempferol y quercetina, presentes en el maracuyá, tiene un impacto directo en el sistema nervioso, induciendo una sensación de tranquilidad. Por lo tanto, es comúnmente utilizado en infusiones, que son populares entre quienes buscan aliviar el insomnio o reducir la tensión diaria.
Además de sus propiedades sedantes, el maracuyá tiene otras aplicaciones importantes para quienes desean cuidar su salud de manera integral. Es conocido por sus propiedades antioxidantes, lo que significa que combate el envejecimiento celular y protege el cuerpo de los efectos dañinos de los radicales libres.
Este beneficio es fundamental para prevenir enfermedades degenerativas y mantener una piel saludable. La alta concentración de vitamina C también lo convierte en un excelente refuerzo para el sistema inmunológico.
Lucha contra la diabetes
Otro aspecto destacado de este superalimento es su capacidad para regular los niveles de glucosa en la sangre. La pulpa, rica en betacarotenos y flavonoides, favorece la producción de insulina y la absorción controlada de azúcar.
Esto resulta beneficioso no solo para quienes padecen de diabetes, sino también para aquellos que buscan prevenir su aparición. Adicionalmente, su cáscara es rica en pectina, una fibra que ayuda a la regulación de la glucosa, lo que la convierte en una opción ideal para quienes desean llevar una dieta más balanceada y saludable.
El maracuyá también es eficaz en el control del peso corporal. Su alto contenido de fibra retrasa la digestión de los alimentos, prolongando la sensación de saciedad entre las comidas. Esto puede ayudar a evitar el picoteo frecuente y la sobrealimentación.
Cuando se consume como parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida activo, contribuye a la pérdida de peso, haciendo que el proceso sea más efectivo y natural.
Mente y corazón
Además de sus beneficios para la salud mental y metabólica, el maracuyá es un aliado de la salud cardiovascular. Su capacidad para reducir el colesterol malo, disminuir la presión arterial y proteger las arterias de la acumulación de radicales libres lo posiciona como un protector natural del corazón.
El potasio y el magnesio que contiene facilitan la relajación de los vasos sanguíneos, lo que contribuye a una circulación más eficiente y a la prevención de enfermedades cardiovasculares.
También es importante señalar que el maracuyá puede ser útil para combatir el estreñimiento. Gracias a su contenido en fibra, facilita el movimiento intestinal y mejora la digestión.
Además, la pectina de su cáscara actúa como un prebiótico, alimentando las bacterias buenas de la flora intestinal, lo que contribuye a mantener un sistema digestivo sano y equilibrado.
Rejuvenece la piel
Por si fuera poco, este fruto tropical ofrece efectos rejuvenecedores, debido a sus propiedades antioxidantes que protegen las células de la piel y previenen la flacidez.
Las vitaminas A y C, junto con las antocianinas presentes en el maracuyá, actúan como protectores contra los daños causados por los radicales libres, ayudando a mantener una piel firme y saludable.
El maracuyá también tiene propiedades anticancerígenas. Los antioxidantes presentes en este fruto, como la vitamina C, los flavonoides y los betacarotenos, contribuyen a reducir la acumulación de radicales libres en el cuerpo, previniendo el daño celular y, por lo tanto, disminuyendo el riesgo de cáncer. Estos efectos preventivos son cada vez más valorados en la medicina natural, como parte de un enfoque integral hacia la salud.
Otras formas de consumo
La versatilidad del maracuyá es otra de sus grandes cualidades. No solo se consume directamente en su forma natural, sino que también se puede preparar en jugos, mermeladas, compotas y té.
Las hojas y flores de la planta, que contienen propiedades sedativas, son comúnmente utilizadas en infusiones para tratar la ansiedad y el insomnio. Además, la cáscara deshidratada se utiliza en la preparación de harina, que puede incorporarse a diversas recetas de la dieta diaria.
Sin embargo, como ocurre con cualquier suplemento o alimento funcional, el maracuyá debe consumirse con moderación. En exceso, su efecto sedante puede inducir somnolencia, por lo que no es recomendable su consumo cuando se realicen actividades que requieran concentración, como conducir o manejar maquinaria pesada.
Asimismo, quienes sufren de presión arterial baja deben evitarlo, o consumirlo únicamente bajo la supervisión de un médico.
Variedades de maracuyá
Las variedades comerciales de maracuyá se dividen principalmente en dos tipos: amarilla (P. edulis f. flavicarpa) y púrpura (P. edulis f. edulis). La amarilla prospera en zonas tropicales, requiere más lluvia y protección contra el viento, y es más resistente a parásitos.
Se cultiva principalmente en Sudamérica, Hawái y Australia. La variedad púrpura, adaptada a zonas templadas, crece a mayor altura y tiene requisitos pluviales similares.
En África y la India predominan las variedades púrpuras. Entre los cultivares más conocidos se encuentran ‘Mburucuyá’, ‘Ouropretano’, ‘Gulupa’, ‘Hawaiiana’ y ‘Kapoho’.