En la vida cotidiana, la facilidad de consumir agua embotellada parece una solución práctica e higiénica. Sin embargo, investigaciones recientes y prácticas de venta irregular han puesto en duda su seguridad, especialmente cuando la exposición prolongada a contaminantes como el Bisfenol A (BPA) y microplásticos supone riesgos para la salud. Estas sustancias, que pueden desprenderse de los envases de plástico, están vinculadas con alteraciones hormonales, problemas metabólicos y otros daños.
Por otro lado, a los riesgos que implica consumir agua en envases de plástico, se suma la venta informal de la misma en presuntos envases contaminados, que carecen de los controles de calidad necesarios. Esto representa un peligro adicional para la salud pública, especialmente en contextos urbanos, donde la regulación y la supervisión son fundamentales para garantizar la seguridad del consumidor.
En Lima, se ha documentado una práctica de venta informal de agua embotellada que ha encendido alarmas entre las autoridades y la ciudadanía. En junio de este año, ATV difundió como un vendedor ambulante rellenaba botellas plásticas vacías con agua de dudosa procedencia, extraída de un balde, y luego las ofrecía como agua mineral. Lo preocupante de esta situación es que no cumple con ninguna regulación sanitaria.
En el video difundido se observa cómo el vendedor lava las botellas en la misma agua que después utiliza para llenarlas, un proceso que no sigue los estándares mínimos de higiene y que expone a los consumidores a bacterias y otros contaminantes. Este tipo de prácticas no solo infringe las normas de salud pública, sino que también socava la confianza en los productos comercializados en la vía pública.
Peruanos consumen más agua embotellada
En marzo de 2024, el estudio realizado por Canasto NIQ reveló un incremento del 19% en el consumo de agua embotellada en Perú, en comparación con el mismo período del año anterior (diciembre 2023 - enero 2024). Según Marcel Garreaud, Associate Manager de NIQ, “la categoría de agua ha mostrado un crecimiento constante en los últimos años, con un aumento notable al inicio de la temporada de verano 2024. Hemos observado un cambio en los patrones de consumo, con una mayor preferencia por los formatos más grandes y un leve aumento en los precios”.
La firma también destacó que, en 2023, los peruanos consumieron un 25% más agua embotellada en comparación con el año anterior. Este aumento en el consumo de agua embotellada refleja una tendencia al alza en los hábitos de consumo de este producto en el país.
Agua embotellada puede poner en peligro la salud
Un estudio reciente publicado en BMJ Global Health por científicos de Weill Cornell Medicine en Catar destacó los riesgos de consumir agua embotellada, señalando que entre el 10% y el 78% de las muestras analizadas contenían contaminantes como microplásticos, ftalatos y BPA. Estas sustancias provienen de los envases plásticos, especialmente cuando las botellas se almacenan por periodos prolongados o en condiciones de calor. Los microplásticos, por ejemplo, se desprenden de las paredes internas de los envases y pueden ingresar al organismo con consecuencias potencialmente adversas a largo plazo.
Además del impacto directo en la salud, el estudio alerta sobre los efectos ambientales del agua embotellada, ya que la mayoría de los residuos plásticos generados por su consumo no se reciclan adecuadamente, contribuyendo a la contaminación de océanos y vertederos. Frente a estos hallazgos, los investigadores sugieren alternativas más seguras y sostenibles, como el consumo de agua potable segura y, cuando sea posible, el uso de envases de vidrio u otras opciones menos dañinas.
El doctor John Doe, investigador principal del estudio, afirmó que “la exposición prolongada a estos compuestos puede tener implicaciones para la salud, desde trastornos metabólicos hasta problemas reproductivos”. Además, advirtió que los riesgos asociados al consumo de agua embotellada aumentan significativamente cuando el producto se almacena en condiciones inapropiadas o se deja expuesto al sol, lo que acelera la liberación de sustancias tóxicas al agua.
“Casi dos millones de personas en el mundo con acceso limitado o nulo al agua potable dependen del agua embotellada. Para estas personas, la cuestión no se plantea. Pero para el resto de nosotros, se trata en gran medida de una cuestión de comodidad y de la creencia inquebrantable de que el agua embotellada es más segura y a menudo más sana que el agua del grifo. Pero no es así”, se detalla el estudio.
Prohibición de BPA en envases
Como se recuerda, en 2019 el Ministerio Público solicitó a la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) adoptar medidas preventivas para prohibir envases que contengan Bisfenol A (BPA) en alimentos destinados a lactantes y niños pequeños. Además, instó a reducir la presencia de este químico a un límite de 0.05 mg por kg de alimento. Este requerimiento se enfoca en envases de productos como cereales, productos lácteos, biberones y fórmulas infantiles, con el objetivo de proteger a los menores de los posibles efectos tóxicos del BPA en su desarrollo.
La petición responde a la normativa adoptada por la Unión Europea en 2018, que prohíbe el uso del químico en revestimientos y barnices de envases que están en contacto directo con alimentos destinados a lactantes, niños pequeños y productos nutricionales especiales. Esta medida fue establecida a través de la Regulación (UE) 2018/213, que también prohíbe la fabricación de tazas y biberones de policarbonato con BPA, debido a los riesgos que esta sustancia representa para la salud infantil.
Las autoridades europeas han tomado esta decisión para proteger a la población más vulnerable frente a los efectos negativos que puede tener el BPA. Los expertos sugieren que la adopción de regulaciones similares en América Latina sería una medida eficaz para mitigar los riesgos de exposición al polémico compuesto en productos de consumo infantil, ofreciendo una mayor protección a los niños pequeños y a las mujeres lactantes.
Consecuencias del BPA en la salud infantil y adulta
El Bisfenol A es un químico ampliamente utilizado desde la década de 1960 en la fabricación de plásticos y resinas, y se encuentra en muchos envases de alimentos y bebidas. Numerosos estudios sugieren que la exposición al BPA puede afectar el sistema endocrino, actuando como un disruptor hormonal que interfiere en el desarrollo del cerebro y de otros órganos en niños y fetos. Este impacto es especialmente preocupante en lactantes y niños pequeños, ya que sus sistemas aún están en desarrollo y son más vulnerables a los efectos de esta sustancia.
Además, algunos estudios han relacionado el BPA con un aumento en la presión arterial y otros efectos en adultos, aunque la FDA sostiene que los niveles actuales de BPA en ciertos alimentos no representan un peligro significativo. Sin embargo, el debate científico sobre su seguridad continúa, y se recomienda a los consumidores optar por envases que indiquen que no contienen el mencionado químico.
¿Cómo reducir la exposición al BPA?
Para quienes deseen limitar su exposición al BPA, especialistas de Clinic Mayo sugieren evitar el uso de envases plásticos con los códigos de reciclaje 3 y 7, ya que es más probable que contengan este químico. Asimismo, se aconseja reducir el consumo de alimentos enlatados, dado que muchas latas están revestidas con resinas que contienen BPA, y evitar calentar plásticos en microondas o lavavajillas, ya que el calor facilita la liberación de BPA en los alimentos.
Otra medida preventiva es optar por envases alternativos, como los de vidrio, porcelana o acero inoxidable, especialmente para almacenar líquidos o alimentos calientes. Estas alternativas no solo son más seguras, sino también más sostenibles en comparación con el plástico.