En mayo de 2021, en el diario oficial El Peruano se afirmaba que por ese entonces había un aumento en la demanda de hoja de coca para fines tradicionales. De acuerdo al Sistema de Información de Lucha contra las Drogas (Siscod) en 2019 habían 4.5 millones de consumidores de hoja de coca en nuestro país.
Los usos tradicionales de la hoja de coca se remontan a aproximadamente a 6.500 años, es decir, antes de la llegada de los conquistadores españoles, y son la masticación o chacchado, con efectos estimulantes; la aplicación medicinal para regular la presión arterial y tratar la gastritis y las úlceras; así como los rituales religiosos para agradecer a los dioses de la cultura andina.
Pero uno de los usos que ha traspasado fronteras alrededor del mundo es el consumo de esta planta sagrada de los incas como ingrediente principal para el mate de coca, una infusión energizante que ofrece varios beneficios para la salud.
Hoja de coca, la planta sagrada de los incas
El consumo de la hoja de coca se remonta a las primeras sociedades andinas, con evidencia en culturas que datan del 8.850 al 4.650 a.C. No obstante, fue durante el Imperio inca, a partir del siglo XIII, cuando adquirió una relevancia religiosa y socioeconómica notable.
Los incas consideraron la coca como una planta sagrada, utilizándola en ofrendas a las divinidades, ya sea en su estado natural, masticada o quemada. Esta planta también complementaba los sacrificios humanos y animales.
La hoja de coca se consumía en grandes ceremonias en Cusco, la capital del Imperio, y formaba parte de los ajuares funerarios que acompañaban a los muertos en su viaje al Más Allá. Además, se le atribuían propiedades mágicas.
Cristóbal de Molina, un sacerdote español que vivió en Cusco alrededor de 1565 y conocedor de las tradiciones incas, relata en su crónica que los incas soplaban coca en dirección al Sol, la principal deidad inca, y a otros dioses para curar a los enfermos. Existían también especialistas dedicados a interpretar augurios mediante las hojas de coca, ya que se le atribuían poderes adivinatorios.
Dado que la posesión de un cesto de coca solo era posible mediante donación del Estado, su consumo quedó restringido a las élites del Imperio. Los cronistas españoles de los siglos XVI y XVII destacan esta limitación en sus descripciones de la organización social inca. Juan de Matienzo señalaba que la hoja de coca “era manjar de los señores y caciques, y no de la gente común”.
Sin embargo, existieron algunas excepciones, como los coca-camayoqs, “sembradores de coca”, responsables de la ardua tarea de cultivar y procesar las hojas. Gracias a su labor, ellos también podían consumir la coca y beneficiarse de su poder vigorizante.
Hacia finales del Imperio, antes de la conquista española en 1533, la restricción sobre el consumo de coca comenzó a relajarse. Este cambio podría deberse a que, a diferencia de períodos anteriores, el Estado ya no podía garantizar la alimentación de toda la población. En este contexto, la coca pudo haberse utilizado como complemento nutricional e inhibidor del hambre.
Tras la conquista española, el consumo de coca se generalizó entre la población indígena, como indican numerosos testimonios de cronistas españoles. La explicación radica en el modelo económico impuesto por la Corona de Castilla, basado en el trabajo forzado de las poblaciones conquistadas. Las autoridades españolas alentaron el consumo de coca para aumentar el rendimiento de sus trabajadores.
Mate de coca, una infusión energizante
El mate de coca, también conocido como té de coca (del quechua kuka mat’i), es una infusión de hojas de coca originaria de las regiones andinas de Perú y Bolivia. Su presencia también se extiende a otros países andinos como Ecuador, el norte de Chile, zonas de Colombia y todo el norte de Argentina.
El mate de coca se consume tanto como estimulante como para aliviar el soroche o mal de montaña. Además, la bebida produce un efecto energizante similar al del café.
La venta y consumo de hojas de coca es legal en Perú, Colombia y Bolivia, así como común en el norte de Argentina. En los restaurantes, es habitual ofrecer un mate de coca en saquitos o bolsas filtrantes al finalizar la comida para favorecer la digestión.
Al estimular el sistema nervioso mediante la oxigenación, el mate de coca también contribuye a mejorar la memoria, la concentración y la atención. Además, la mejora en la oxigenación permite que todo el organismo funcione de manera más eficiente e incluso ayuda a aumentar la resistencia física debido a que combate la fatiga y suprime el apetito y la sed.
Si la coca tiene un impacto positivo en la stamina o resistencia, que es la capacidad para lograr un rendimiento óptimo tanto a nivel físico como mental, es porque contiene alcaloides naturales entre los que destacan los siguientes:
- Cocaína: tiene propiedades anestésicas y analgésicas.
- Pyridina: acelera la formación y funcionamiento del cerebro; y aumenta la irrigación sanguínea a la hipófisis y las glándulas.
- Conina: es un anestésico.
- Cocamina: es un analgésico.