Falleció Carlos Manrique, creador del CLAE y autor de la mayor estafa financiera en la historia del Perú

En los años 90, después de encontrársele responsable de fraude, ‘Cheverengue’ fugó del país y se convirtió en el ‘más buscado’ por la justicia

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Carlos Manrique Carreño, fundador del Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial, mejor conocido por sus siglas CLAE, falleció la madrugada del pasado miércoles 10 de junio, en el Hospital Ramón Castilla II de Essalud, en el distrito del Cercado de Lima, informó su entorno familiar.

Sabino Manrique, hermano del también conocido como ‘Cheverengue’, confirmó el deceso a RPP Noticias, tras detallar que este se encontraba internado desde el pasado lunes 9 de julio, por unas severas complicaciones de salud. Lo avanzado de su edad —estaba camino a cumplir 90 años— dificultó su recuperación.

“Anoche el médico dijo que tenía una complicación en los pulmones y riñones”, detalló el familiar al citado medio.
Carlos Manrique les pagaba a sus claeístas altos intereses por sus depósitos a través de su empresa CLAE. (Archivo)
Carlos Manrique les pagaba a sus claeístas altos intereses por sus depósitos a través de su empresa CLAE. (Archivo)

Las autoridades peruanas encontraron responsable a Manrique Carreño de fraude y otros delitos vinculantes. Se calcula que desapareció el ahorro de más de 250 mil personas desde los años 80 hasta principios de los 90 y, tras esto, se le acuñó ser el autor de la mayor estafa financiera en la historia del Perú.

Liderazgo y esquema piramidal

Sobre Carlos Manrique se sabe que nació en 1936 en la región Cusco. En los inicios de su vida laboral se desempeñó como profesor de matemáticas. Egresó de la entonces Escuela Normal de Varones (ahora llamada Universidad Enrique Guzmán y Valle o La Cantuta). Tenía ascendencia sobre los demás y se convirtió rápidamente en asambleísta universitario.

Sus habilidades de liderazgo y convencimiento las direccionó a la formación del llamado CLAE, que en los inicios brindó solo asesorías en administración de empresas. Sin embargo, al ver que el rubro era poco rentable, Manrique le dio un giro al negocio y lo puso a andar bajo un esquema piramidal.

El desmantelamiento de CLAE en 1993 reveló las sombras de los esquemas piramidales en la economía peruana. (GEC)
El desmantelamiento de CLAE en 1993 reveló las sombras de los esquemas piramidales en la economía peruana. (GEC)
“Era sumamente astuto”, coinciden las personas que llegaron a toparse en algún momento con él.

Invertían a ojos cerrados

A diferencia de los banqueros tradicionales, ‘Cheverengue’ se ganaba la confianza de sus clientes —en ese entonces llamado claeístas— atentiéndolos personalmente. Principalmente captaba a empleados del sector público ya jubilados y exoficiales de las Fuerzas Armadas. Estas personas adultas mayores valoraban tener ese trato directo y casi a ojos cerrados entregaban todos los ahorros de su vida, no sin antes hacer cuentas de los atractivos intereses que les prometía ganar.

Informes periodísticos de esos años, cuando CLAE estaba en su apogeo, refieren que la financiera de Manrique prometía a los usuarios ganancias mensuales de hasta 13 % y anuales de 100% de lo invertido.

La intervención de la Superintendencia de Bancos y Seguros marcó el principio del fin para CLAE, desvelando una serie de irregularidades que dejaron a miles sin sus ahorros. (Luis Gonzales)
La intervención de la Superintendencia de Bancos y Seguros marcó el principio del fin para CLAE, desvelando una serie de irregularidades que dejaron a miles sin sus ahorros. (Luis Gonzales)

No hay documentos que confirmen la cantidad de dinero que movió CLAE durante los varios años que operó en el Perú, pero en la prensa de aquella época se habló de que fue un total de casi 650 millones de dólares, de los que no se rindió cuenta al Estado peruano.

Hasta el final de sus días, ‘Cheverengue’ negó tajantemente que haya estafado a sus ahorritas y, por ende, que CLAE haya sido la mayor estafa financiera de la historia peruana, como difundieron medios televisivos, escritos y radiales.

“Los claeístas financiaron estudios y viajaron...”, dijo Carlos Manrique a la BBC, en una de sus últimas entrevistas que brindó a un medio de comunicación.
Carlos Manrique pasó de ser un visionario del negocio financiero a la figura central de uno de los colapsos financieros más notorios en la historia peruana, afectando a innumerables ahorristas. (GEC)
Carlos Manrique pasó de ser un visionario del negocio financiero a la figura central de uno de los colapsos financieros más notorios en la historia peruana, afectando a innumerables ahorristas. (GEC)

Para continuar con su defensa, Manrique agregó: “Hasta que se intervino la empresa nunca hubo una sola queja, siempre cumplimos, porque creo que llevo ese afán de trabajo que tiene todo peruano”.

“¡Regresa la plata!”

Lo que no mencionó Manrique es que CLAE, como advirtieron expertos de ese tiempo, en realidad no tenía un fondo de respaldo para garantizar que los clientes no pierdan todos su ahorros ni ningún tipo de regulación que verificara el origen del dinero en caso algo saliera mal.

El sonado caso CLAE llevó a Carlos Manrique a ser condenado a ocho años de prisión. Salió en libertad en 2001. Su nombre dejó de ocupar las primeras planas casi a la par de la resignación de miles de claeístas que sabían no volverían a ver más lo invertido.

Foto: Diario Gestión - Composición.
Foto: Diario Gestión - Composición.

En las calles de Lima, donde pasó sus últimos días con vida, aún muchas personas reconocían a Manrique, quien ya cada vez salía menos por lo avanzada de su edad. “¡Regresa la plata!” todavía se podía escuchar a su paso, pese a que ya tenían claro que no devolvería nada.

“¡Cheverengue!” era otra de las expresiones con la que más se topaba. La palabra es un apodo que el actor cómico peruano Arturo Álvarez, quien imitaba a Manrique, popularizó en los años 90. La justicia lo buscaba y Álvarez usaba el ‘cheverengue’ como una manera de representarlo burlándose de las autoridades. Esta se grabó en el imaginario colectivo y hasta la actualidad lo recordaban con ese término.

La otra cara de la moneda

Carlos Manrique tuvo buenos años a inicios de los 90. No solo fue entrevistado en el programa ‘Gisela’, de la conocida presentadora peruana Gisela Valcarcel, sino que una asociación de turismo le otorgó, por dos años consecutivos, el premio a ‘empresario del año’.

El CLAE no siempre fue ‘verdugo’ con sus afiliados. La enorme cantidad de dinero que recibía, le permitía regalar becas de estudio, tener un club con piscina y restaurantes, sortear camionetas y departamentos. Incluso, hasta antes de su caída, Manrique tenía en mente lanzar una arolínea que iba a llamarse Aeroclae.

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