La neumonía es una infección pulmonar que inflama los sacos de aire en uno o ambos pulmones, los cuales pueden llenarse de líquido o pus, causando síntomas como tos con flema, fiebre, escalofríos y dificultad para respirar. Esta enfermedad puede ser causada por diversos patógenos, incluyendo bacterias, virus y hongos.
En el contexto de salud pública en Perú, la neumonía se presenta como una de las enfermedades más letales, especialmente para los adultos mayores. De acuerdo con las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) para el año 2023, la población de 60 años y más en Perú asciende a 4 millones 598,000 personas, representando el 13.6% de la población total del país.
Este informe, realizado por Infobae Perú, se enfoca en el impacto de la neumonía entre las personas de la tercer edad, un grupo poblacional particularmente vulnerable, y en la situación climática actual que podría agravar este problema, haciendo imprescindible la implementación de medidas preventivas que se deben tomar desde el núcleo familiar y desde las autoridades gubernamentales con la mejora de la atención médica.
Causas y estadísticas de la Neumonía en adultos mayores
Las infecciones respiratorias agudas (IRAs), entre las cuales se encuentra la neumonía, son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en personas mayores de 60 años. Según datos del Ministerio de Salud (Minsa), hasta la semana epidemiológica 24, que corresponde hasta el sábado 15 de junio, se han registrado 16,816 episodios de neumonía en adultos mayores a nivel nacional, de los cuales 5,163 requirieron hospitalización. Además 1,153 personas fallecieron.
La enfermedad no solo ocasiona un significativo número de episodios y hospitalizaciones, sino que también muestra una alarmante tasa de mortalidad en este grupo etario en comparación con la población menor a los cinco años de edad. En referencia a este último grupo, el Minsa registra 9,698 episodios de neumonía, con 3,364 hospitalizaciones y 81 muertes en todo el territorio nacional.
Entre las regiones que causan mayor preocupación se encuentra Lima, con 9,549 episodios de neumonía, de los cuales 6,718 pertenecen a la población mayor de 60 años y el resto a menores de cinco años. Otra región preocupante es Piura, que presenta 1,723 casos, de los cuales 1,098 corresponden a personas de la tercera edad, y el resto a menores de cinco años. En Arequipa, se han registrado hasta la fecha 1,698 episodios de neumonía, de los cuales 1,109 afectan a la población mayor de 60 años, y el resto a la población infantil.
El invierno y la humedad amenazan con complicar las cifras
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) ha advertido que solo en Lima y Callao, la humedad está cerca del 100% y se perfila que la estación de invierno para este 2024 será mucho más frío que a diferencia del año 2023 que tuvo presente al Fenómeno de El Niño, condiciones que provocarán que las infecciones respiratorias se dupliquen, asegura el Dr. José Luis Cabrera, especialista en neumología.
Según el neumólogo, “es totalmente saludable respirar un aire con determinado grado de humedad relativa, que se recomienda entre el 40-60%, sin embargo, la excesiva humedad relativa, sobre todo mayor al 90% como se presenta habitualmente en las temporadas frías de la capital, más aún con humedades cercanas al 100% como se alerta en estos días, pueden ser perjudiciales para la salud”, menciona para Infobae Perú.
Si bien, la contaminación ambiental representa un factor de riesgo para las enfermedades respiratorias, el también vicepresidente de la Sociedad Peruana de Neumología y miembro de la campaña ‘Yo sí me vacuno’ señala que el exceso de humedad requiere también mayor atención. “El riesgo se incrementa justamente al vivir en lugares con humedad excesiva sin adecuada ventilación”, indica.
A nivel nacional, puede existir hasta un 50% de incremento en infecciones respiratorias altas como resfríos, faringitis y bronquitis, así como un aumento del 30-40% en exacerbaciones tanto en personas ya diagnosticadas y tratadas por asma, como en quienes presentan la enfermedad por primera vez. Del mismo modo, se incrementa el riesgo de molestias relacionadas con rinitis alérgica, sinusitis aguda, bronquitis y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), advierte el especialista.
Lo preocupante es que, en la población adulta mayor, la situación podría ser más grave si no se controla debidamente. Según indica el especialista, la alta humedad y las bajas temperaturas crean un ambiente propicio para la proliferación de patógenos y el deterioro de la salud respiratoria de los individuos, especialmente aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos.
“Son particularmente susceptibles las personas en edades extremas de la vida, personas que padecen de alguna enfermedad crónica debilitante independientemente de la edad (EPOC, fibrosis pulmonar, enfermedades cardíacas, inmunológicas, diabetes, cáncer, etc), sobre todo si no tienen un adecuado control médico de su condición”, menciona.
Recomendaciones
Cabrera señala que, es necesario reforzar las medidas universales de control de infecciones: el lavado frecuente de manos o higienización con alcohol en gel, ventilar los ambientes cuanto sea posible, y aislar a las personas con infecciones respiratorias o procurar que usen mascarilla.
“Las personas vulnerables o sus cuidadores deben mantener actualizado su calendario de vacunas, especialmente contra la influenza, el COVID-19 (ambas de aplicación anual) y contra el neumococo (neumonía). Además, es crucial que las personas con enfermedades crónicas sigan sus tratamientos y controles médicos periódicos y, ante una afección respiratoria, eviten la automedicación y busquen atención médica”, recomienda.
En cuanto a las medidas ambientales, deben ventilarse los ambientes al menos 20 minutos al día (cuanto más, mejor); abrir periódicamente cajones o armarios; no pegar muebles contra paredes y evitar que obstruyan la ventilación; evitar tender ropa en el interior de los ambientes comunes; cocinar con la puerta cerrada, abrir ventanas y/o usar campana extractora cuando esté disponible; realizar inspecciones y refacciones en los ambientes donde haya clara evidencia de humedad excesiva (goteos, filtraciones, hongos en las paredes u otros signos visibles de moho y humedad); lavar las alfombras, cubiertas de cama y ropa almacenada con cierta frecuencia; usar bolsas o dispositivos antihumedad basados en gel de sílice o bolsas caseras con sal marina; y, si los recursos lo permiten, utilizar deshumidificadores y purificadores de aire.
“Es particularmente importante para las personas susceptibles evitar la exposición a humos, sobre todo provenientes del tabaco o vapeo, y a irritantes domésticos (líquidos para la limpieza, desinfección, ambientadores, inciensos, etc.)”, añade.
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