Con la llegada del invierno, muchos notamos un aumento en los casos de gripe, resfriados y otras enfermedades respiratorias. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué nos enfermamos más cuando las temperaturas bajan? No se trata solo de una coincidencia estacional; existen factores científicos y ambientales que explican este fenómeno y revelan cómo el frío puede debilitar nuestro sistema inmunológico.
Investigaciones recientes sugieren que el aire frío no solo afecta la respiración, sino que también tiene un impacto directo en nuestras defensas naturales. Disminuir la temperatura de la nariz en apenas unos grados puede reducir significativamente nuestra capacidad para combatir virus y bacterias. Además, el hábito de pasar más tiempo en espacios cerrados durante esta época del año facilita la propagación de patógenos. Descubre en esta nota por qué el invierno es la temporada favorita de los virus y cómo puedes protegerte efectivamente.
¿Cómo afecta el frío a nuestras defensas naturales?
El frío tiene un impacto notable en nuestras defensas naturales, especialmente en la mucosa nasal, que desempeña un papel crucial en la protección contra virus y bacterias. El descenso de la temperatura provoca que la mucosa de la nariz se seque, lo que compromete su función protectora. Esto puede facilitar la entrada y proliferación de patógenos en las vías respiratorias.
Además, según un estudio publicado por The Journal of Allergy and Clinical Immunology, reducir la temperatura de la nariz en tan solo 5 °C puede matar a casi el 50% de las células que combaten virus y bacterias en las fosas nasales. Esta reducción significativa en la respuesta inmunitaria local deja nuestras vías respiratorias más vulnerables a infecciones, lo que explica en parte por qué las enfermedades respiratorias son más prevalentes durante el invierno.
¿Por qué los virus respiratorios son más comunes en invierno?
Los virus respiratorios, como la gripe, la sinusitis y el Covid-19, muestran una mayor incidencia durante el invierno debido a cambios en nuestro entorno y comportamiento. Una razón clave es que las bajas temperaturas nos llevan a permanecer en espacios cerrados con mayor frecuencia. Estos ambientes, generalmente con poca ventilación y una gran concentración de personas, facilitan la transmisión aérea de microorganismos.
Además, la exposición prolongada a este tipo de entornos aumenta el riesgo de contagio, dado que la proximidad facilita que los virus se propaguen rápidamente. Este patrón estacional, combinado con el hecho de que nuestros hábitos sociales y de higiene pueden relajarse en situaciones de mayor convivencia, crea un escenario propicio para la diseminación de enfermedades respiratorias. De esta manera, la combinación de factores ambientales y comportamentales intensifica la presencia de virus respiratorios en invierno.
¿Cuáles son los síntomas de las enfermedades respiratorias más comunes en invierno?
Durante el invierno, es crucial estar alerta a los síntomas de las enfermedades respiratorias para poder diferenciarlas y tratarlas adecuadamente.
- La gripe (influenza) presenta síntomas como fiebre alta, tos seca, dolores musculares, fatiga, dolor de garganta y congestión nasal. La prevención incluye la vacunación anual, y el tratamiento debe ser supervisado por un especialista.
- El Covid-19 comparte algunos síntomas con la gripe, como fiebre, tos seca y fatiga, pero también tiene características distintivas como la pérdida del gusto o del olfato, dificultad para respirar y dolor muscular. La prevención del Covid-19 se basa en la vacunación, el uso de mascarillas, el distanciamiento social y la higiene frecuente de manos.
- El asma se caracteriza por dificultad para respirar, tos persistente, sibilancias y opresión en el pecho. Los pacientes deben evitar alérgenos como el polvo y el humo y pueden necesitar broncodilatadores y corticosteroides inhalados para controlar los síntomas.
- La sinusitis se manifiesta con congestión nasal, dolor y presión facial, dolor de cabeza y secreción nasal espesa. El tratamiento puede incluir descongestionantes nasales, soluciones salinas y, en algunos casos, antibióticos si hay una infección bacteriana.
- La tos seca se identifica por una tos que no produce moco y una sensación de irritación en la garganta. Para aliviarla, se recomiendan líquidos tibios, gárgaras con agua salina y ajustar la humedad de la habitación. Si la tos persiste, es fundamental consultar a un médico para descartar otras enfermedades subyacentes.
¿Cómo podemos prevenir estas enfermedades?
Prevenir las enfermedades respiratorias durante el invierno es posible mediante una combinación de estrategias que promueven la salud y la higiene.
- Para evitar los síntomas del asma, es vital reducir la exposición a alérgenos comunes como el polvo, el moho y el humo. Mantener una limpieza regular del hogar y utilizar filtros de aire también son prácticas recomendadas. En pacientes diagnosticados, la adherencia a los tratamientos prescritos, como broncodilatadores y corticosteroides inhalados, es clave para prevenir ataques.
- En el caso del Covid-19, la prevención también involucra la vacunación, junto con el uso de mascarillas, el distanciamiento social y la higiene rigurosa de manos. Es crucial no automedicarse y siempre revisar que no seamos alérgicos a los componentes de las medicaciones que se administran. La adherencia a estas medidas reduce significativamente el riesgo de contagio y propagación del virus.
- Para la gripe, Auna Salud enfatiza la importancia de la vacunación anual como la medida más eficaz. Además, es esencial mantener una buena higiene personal, como lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón, y evitar el contacto cercano con personas enfermas.
- En la prevención de la sinusitis, mantener las fosas nasales limpias y bien hidratadas es esencial. El uso de descongestionantes nasales y soluciones salinas puede ayudar, junto con evitar ambientes secos y polvorientos mediante el uso de humidificadores en casa.
- Para la tos seca, la prevención puede incluir evitar irritantes como el alcohol y mantenerse hidratado. Consumir líquidos tibios, hacer gárgaras con agua salina y ajustar la humedad de la habitación son medidas recomendadas. Si la tos persiste, es importante consultar a un médico para descartar enfermedades subyacentes.
¿Por qué da más hambre cuando hace frío?
Comer un poco más cuando hace frío es algo normal, es una reacción natural del organismo frente a las bajas temperaturas; sin embargo, es importante tomar en cuenta una serie de recomendaciones para evitar subir de peso. La licenciada Karen Velásquez, nutricionista de la Clínica Ricardo Palma, explica por qué se produce esa sensación frecuente de hambre durante el invierno y brinda algunos consejos sobre cómo debe ser la alimentación en esta temporada.
El frío provoca un aumento en la producción de la hormona melatonina, encargada de regular el sueño, el descanso y también de disminuir la temperatura corporal. Cuando esto ocurre, el organismo siente la necesidad de ingerir más alimentos calóricos (altos en grasas y carbohidratos) para subir la energía. Basta tener una temperatura por debajo de los 36.5° C para tener la necesidad de comer dulces, pasteles, chocolates y azúcar.
Las bajas temperaturas también provocan cambios en las preferencias de las comidas. Hacen que nos provoquen bebidas y platos calientes y más elaborados. Por eso, hay que tener mucho cuidado si tenemos sobrepeso o queremos mantener un peso adecuado. Es importante no abandonar los buenos hábitos de alimentación para evitar complicaciones con la salud a mediano plazo.
En este contexto, se recomienda elegir entradas como sopa o crema de verduras, comer carnes magras de pollo, pescado y res, mantener un adecuado consumo de frutas, ingerirlas entre comidas e incluir una porción de cítricos. También es clave hidratarse correctamente. Infusiones, mates calientes sin azúcar o bajos en azúcar, y caldos de vegetales son buenas opciones. Los frutos secos, compotas sin azúcar y/o yogur griego son alternativas sanas para consumir a media mañana o tarde.