El panorama de la salud infantil en el Perú sigue generando preocupación, según el último informe “Evolución de la pobreza monetaria 2014 - 2023″ del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La anemia, una condición que refleja deficiencias nutricionales, está mostrando una alarmante tendencia al alza, superando incluso los niveles registrados durante la crisis sanitaria de la pandemia de la Covid-19.
El estudio revela que en el año 2023, el 43,1% de los bebés y niños menores entre 6 a 35 meses de edad fueron afectados por la anemia, un aumento del 3% en comparación con el periodo prepandemia del 2019 y en pandemia en el 2020, con 40% ambos años.
Para dar a conocer estos datos, el diagnóstico de anemia se realiza a través de la medición de los niveles de hemoglobina en la sangre, siendo considerados anémicos aquellos cuya concentración de hemoglobina es menor o igual a 11,9 gramos. Los resultados muestran que la prevalencia de esta condición en niños de 6 a 35 meses de edad.
“Analizando los datos por área de residencia, se observa un ligero aumento en la prevalencia de anemia en el área urbana, alcanzando el 40,2% en el año 2023, mientras que en el área rural se registra una ligera disminución, situándose en un 50.3%. Estos números reflejan un preocupante aumento del 3,5% en el área urbana desde el año 2019″, se lee en el estudio.
Los pequeños son los más afectados
Pero la anemia no es el único flagelo que afecta a los niños peruanos. La desnutrición crónica, resultado de una alimentación inadecuada y/o enfermedades recurrentes, también es un problema persistente. Aunque se ha observado una ligera reducción en la prevalencia de esta enfermedad en niños menores de 5 años en el año 2023, pasando del 11,7% al 11,5% en comparación con el año anterior, estos cambios no son estadísticamente significativos.
La disparidad entre áreas urbanas y rurales es evidente, con una prevalencia mucho mayor de desnutrición crónica en el área rural, de un 20,3%, en comparación con el área urbana, de 8,1%. Aunque se evidencia una disminución considerable en la prevalencia de desnutrición crónica en el área rural desde el año 2019, aún queda mucho por hacer para abordar esta problemática.
Estas son las regiones más afectadas
En la región de Puno, la preocupación persiste debido a la alta incidencia de anemia en niños de entre 6 y 35 meses. Un preocupante 70,4 % de los infantes se ven afectados por esta condición, una cifra que muestra un incremento con respecto a años anteriores. Este fenómeno significa que siete de cada diez niños en esta área se encuentran en riesgo debido a la anemia.
Por otro lado, en Ucayali la situación también es motivo de atención, con un 59,4 % de niños afectados por la anemia en la misma franja de edad. Aunque se observa una leve disminución del 6,4 % en comparación con períodos anteriores, la cifra continúa siendo significativamente alta, lo que evidencia la persistencia del problema en esta región.
En el caso de Madre de Dios, se registra una disminución del 2,2 % en comparación con cifras anteriores, alcanzando un 58 % de niños afectados por la anemia. A pesar de esta leve mejora, la cifra sigue siendo preocupante y evidencia la necesidad de seguir trabajando en estrategias para abordar este problema de salud pública.
¿Qué le sucede al cuerpo cuando padece anemia?
Los signos de anemia, si se presentan, podrían incluir:
- Fatiga
- Debilidad
- Piel pálida o amarillenta
- Latidos del corazón irregulares
- Dificultad para respirar
- Mareos o aturdimiento
- Dolor en el pecho,
- Manos y pies fríos
- Dolores de cabeza.
Al principio, la anemia puede ser tan leve que no se nota, pero los síntomas empeoran a medida que avanza la enfermedad.
Además, existen varios factores de riesgo que aumentan la posibilidad de contraer anemia, como una dieta carente de vitaminas y minerales, trastornos intestinales, la menstruación, el embarazo, afecciones crónicas, antecedentes familiares e incluso la edad.
Una dieta consistentemente baja en hierro, vitamina B-12, folato y cobre incrementa el riesgo de anemia; al igual que tener un trastorno intestinal que afecta la absorción de nutrientes en el intestino delgado, como la enfermedad de Crohn y la celiaquía.