En el centro histórico de Lima se encuentra el Museo del Cerebro del Perú, un espacio que tiene como objetivo mostrar de manera didáctica las diferentes patologías del cerebro. A diario, este museo que pertenece al Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas, recibe a estudiantes y público en general que pueden observar su colección de 2 mil cerebros humanos conservados.
Pero lo que el Museo del Cerebro no ofrece a sus visitantes es la explicación sobre los 3 cerebros que tienen los seres humanos: el instintivo, el emocional y el racional.
El cerebro humano se suele asociar con la racionalidad que lo diferencia de los cerebros animales. Pero la teoría de los 3 cerebros sirve para explicar mejor la diferencia entre los instintos, las emociones y la racionalidad de los seres humanos.
El cerebro humano
El cerebro humano es un órgano que se ubica dentro de la cabeza y está protegido por el cráneo. Se encarga de regular cada función vital del cuerpo y está compuesto por miles de millones de células nerviosas. El cerebro humano controla el pensamiento, el aprendizaje, la resolución de problemas, la memoria, el habla, la lectura y la escritura, entre otras funciones mentales.
Cada cerebro está dividido por 2 fisuras longitudinales que dan como resultado 2 hemisferios: el derecho y el izquierdo. El hemisferio derecho es responsable de controlar los músculos del lado izquierdo del cuerpo y el hemisferio izquierdo se encarga de controlar los músculos del lado derecho del cuerpo.
A su vez, cada hemisferio del cerebro tiene 4 lóbulos, que son zonas delimitadas por grandes surcos o cisuras: lóbulo frontal, lóbulo parietal, lóbulo temporal y lóbulo occipital.
La teoría de los 3 cerebros
En 1960 el médico y neurocientífico estadounidense Paul MacLean propuso la teoría del cerebro triuno o triúnico, que consiste en un modelo para el cerebro y una vía para el entendimiento del comportamiento de los seres humanos.
Según MacLean, el cerebro de los seres humanos es en realidad tres cerebros en uno porque se divide en tres cuerpos separados o subsistemas que poseen una inteligencia, subjetividad y memoria propias; pero que, al mismo tiempo, interactúan entre sí para producir la conducta.
El cerebro triuno está compuesto por el cerebro instintivo o complejo reptiliano, el cerebro emocional o sistema límbico y el cerebro racional o neocórtex.
Cerebro instintivo: reptiliano
El primer cerebro es el instintivo, también conocido como complejo reptiliano. Fisiológicamente, este cerebro del instinto se ubica en el tallo cerebral y sus funciones se relacionan con la supervivencia humana. Un ejemplo de ello es la homeostasis, que es el estado de equilibrio que existe entre los sistemas del cuerpo para sobrevivir adecuadamente.
La emoción que predomina en el cerebro reptiliano es el miedo, lo que permite a los seres humanos estar en alerta constante ante cualquier amenaza real o imaginaria que pueda poner en riesgo su vida. Por eso en este cerebro del instinto se producen comportamientos como la agresión y la territorialidad.
Cerebro emocional: límbico
El segundo cerebro es el emocional o sistema límbico, conformado por el hipotálamo, la amígdala y el hipocampo, que se encargan de regular las respuestas emocionales y además contribuyen a la formación de la memoria.
El cerebro emocional se vincula con la interacción entre los elementos del mundo interno y los del mundo externo, es decir, entre los estímulos del entorno y las funciones de supervivencia de los seres humanos, lo que da como resultado una emoción determinada. Por ejemplo: la presencia de una persona que resulta atractiva para otra, provoca en esta última una respuesta emocional como el deseo sexual.
Las emociones que se experimentan gracias al sistema límbico son, entre otras, el deseo, la alegría y el amor.
Cerebro racional: el neocórtex
El tercer cerebro es el racional o neocórtex y se ubica en la corteza cerebral. Es el más sofisticado de los tres cerebros porque realiza funciones cognitivas como el lenguaje, la reflexión, el pensamiento racional, el aprendizaje, la toma de decisiones, la planificación y la resolución de problemas.
El neocórtex también se encarga de regular las emociones más complejas que se generan en base a las percepciones o interpretaciones que realizamos de lo que nos rodea. Un ejemplo podría ser el sentimiento de amor que se experimenta por la pareja.