Aunque la tentación de acariciar a un gato es difícil de resistir por su mirada cautivadora y su pelaje suave, muchos no disfrutan de este tipo de contacto físico. Este comportamiento, lejos de ser una señal de desinterés o indiferencia, está relacionado con la biología y las necesidades emocionales de los felinos. Son animales naturalmente solitarios y territoriales, lo que significa que a menudo prefieren tener el control sobre su entorno y su interacción con los humanos.
Una de las principales razones por las cuales los gatos evitan las caricias o ser sostenidos es su necesidad de controlar su espacio personal. Según contó a Meows N Paws, Pam Johnson-Bennett, especialista en comportamiento felino, los gatos, al ser animales solitarios por naturaleza, desarrollan un fuerte sentido de autonomía.
En su hábitat natural, los gatos cazan y se desplazan sin depender de otros seres vivos, lo que los lleva a buscar interacciones sociales solo cuando lo desean. Cuando un humano intenta acariciarlos o levantarlos sin que ellos lo hayan solicitado, el gato puede interpretarlo como una invasión de su espacio, lo que les genera incomodidad y puede llevarlos a intentar escapar de esa situación en que se sostiene al gato también influye considerablemente en su reacción.
Para Johnson-Bennett, muchas personas cometen el error de sostener al gato de manera inapropiada, por ejemplo, levantándolo como si fuera un bebé, con su panza hacia arriba. Este tipo de sujeción resulta muy incómoda para los felinos, quienes sienten que están fuera de control y experimentan una sensación de vulnerabilidad. Cuando un gato es cargado sin el respaldo adecuado, es probable que se sienta inseguro y busque la manera de escapar, lo cual se traduce en comportamientos como arañazos o movimientos bruscos para liberarse.
Además, en el comportamiento de un gato pueden estar relacionados con problemas de salud. Si un gato que previamente disfrutaba de las caricias o de ser cargado comienza a evitar estos momentos, podría estar sufriendo de dolor. Los gatos tienden a esconder sus dolencias, por lo que un cambio repentino en su actitud hacia las caricias puede ser un indicativo de una afección médica.
El veterinario y experto en comportamiento animal, Mikel Delgado, contó a “The Spruce Pets”, que algunas condiciones como la artritis o los problemas musculares pueden hacer que un gato reaccione negativamente al contacto físico, especialmente si le causa dolor. Por lo tanto, si un gato deja de disfrutar de las caricias o se muestra más evasivo, es recomendable llevarlo al veterinario para asegurarse de que no haya un problema de salud subyacente.
Para aquellos que su gato se acerque más y disfrute del contacto físico, es importante fomentar la relación de manera gradual y respetuosa. La clave está en hacer que el gato asocie las caricias con experiencias positivas. Los expertos sugieren utilizar golosinas o hierba gatera como recompensas para incentivar al gato a acercarse al regazo o aceptar ser acariciado. Sin embargo, es crucial no sobrecargar al gato con demasiadas caricias, ya que esto puede resultar contraproducente. Según Johnson-Bennett, los gatos tienen límites y, si se les acaricia en exceso, pueden sentirse abrumados, lo que podría llevarlos a alejarse o incluso a mostrar signos de agresión.
Es importante tener en cuenta que no todos los gatos están destinados a ser “gatos de regazo”. Algunos felinos, por su naturaleza, simplemente prefieren mantener su independencia y no buscan el contacto físico cercano. Aunque algunos gatos pueden volverse más afectuosos con el tiempo, otros seguirán prefiriendo su espacio personal. Esta preferencia no debe ser vista como una falta de cariño, sino como una manifestación de la personalidad única de cada gato. Respetar los límites del gato y permitirle tomar la iniciativa en la interacción es esencial para desarrollar una relación de confianza mutua.