Los perros se encontraban en un transportador, abandonados a su suerte bajo el sol abrasador del condado de Tarrant, Texas. El termómetro marcaba 38 grados y el aire quemaba la piel. Ocho cachorros, apenas de seis semanas, sin agua, sin esperanza, atrapados en una jaula de metal en medio de un campo árido.
Fue un hombre, cuyo nombre se pierde en el anonimato, quien se convirtió en su inesperado salvador. Al ver el transportador abandonado, su primera reacción fue de incredulidad. ¿Cómo alguien podría dejar a esas criaturas indefensas en tales condiciones? Sin dudarlo, informó a las autoridades, y pronto la noticia llegó a los oídos de los agentes Collin Stephenson y Haley Drew de la Oficina del Sheriff del Condado de Tarrant.
La llegada de los agentes fue un rayo de esperanza en medio del desierto. Junto con el equipo de Cuidado y Control de Animales de Fort Worth, se movieron con rapidez y precisión. Cada segundo contaba. La respiración de los cachorros era pesada, sus lenguas secas por la sed. Rápidamente fueron trasladados al Centro de Adopción y Cuidado de Animales Chuck y Brenda Silcox donde los atendieron.
Este rescate se llevó a cabo en un contexto de temperaturas extremas en el estado de Texas. Una ola de calor había golpeado la región, con temperaturas que alcanzaban los 40 grados. “Las condiciones el lunes fueron críticas, con gran parte del norte de Texas sufriendo una ola de calor”, reportó la oficina del sheriff. Muchos estados del centro y este de Estados Unidos también vivieron temperaturas récord debido a un domo de calor, un fenómeno atmosférico que atrapa el calor y eleva las temperaturas.
El National Weather Service informó que el lunes 1 de julio fue uno de los días más calientes del mes en Fort Worth. Esta ola de calor es parte de una tendencia global, con expertos que anticipan que 2024 podría ser el año más caluroso registrado a nivel mundial, siguiendo los récords de 2023.
Dentro del centro, el ambiente cambió drásticamente. De la brutalidad del calor al fresco refugio, los cachorros comenzaron a experimentar un nuevo mundo. El equipo de rescate publicó una actualización en Facebook, una ventana abierta a la bondad humana, con fotos de los pequeños sobrevivientes: “Los cachorros que fueron rescatados de un transportador en un clima de 38° están mucho mejor”. Las imágenes mostraban ojos curiosos y cuerpos pequeños, todavía frágiles pero llenos de una nueva vitalidad.
“Desafortunadamente, debido a la falta de cámaras de vigilancia en el área donde se encontraron los cachorros, es poco probable que podamos atrapar a quien abandonó a los cachorros”, detallaron los funcionarios de la oficina del sheriff.
Los perros rescatados han sido bautizados con nombres de populares marcas de papas fritas: Cheetos, Fritos, Ruffles, Lays Potato, Cheese Itz, Doritos y Pringles. El diputado Stephenson, quien participó en el rescate, decidió adoptar uno y, en una publicación en redes sociales, la Oficina del Sheriff del Condado de Tarrant informó que el resto de los cachorros “están buscando familias de tránsito y estarán disponibles para adopción en algún momento de la próxima semana”.
La intervención rápida de las autoridades no solo salvó ocho vidas caninas; también reveló la vulnerabilidad y la dependencia de los animales hacia los humanos. En las palabras del vocero del centro: “Este incidente nos recuerda lo vulnerables que son los animales y la importancia de la intervención comunitaria para salvar vidas”. Los cachorros, ahora bautizados con nombres de marcas de papas fritas como Cheetos, Fritos y Ruffles, están en camino de encontrar hogares permanentes. Lo que comenzó como una tragedia en potencia, se convirtió en una historia de rescate y renacimiento bajo el sofocante cielo texano.