La idea de Mamotest surgió de una charla, una de esas tantas conversaciones cotidianas que el licenciado en economía empresarial (con una especialización en aplicación de nuevas tecnologías en Medicina), Guillermo Pepe (41) tenía con su padre, médico especialista en diagnóstico de estudios mamográficos; preocupado por la dramática situación que sufren algunas mujeres ante la falta de acceso a chequeos profesionales.
Pepe, que vivió y estudió varios años en el exterior, se puso a investigar en profundidad la problemática y llegó a una conclusión poderosa: el 95% de los casos de cáncer de mamá tendrían un final feliz si se los diagnosticara y tratara a tiempo. Sin embargo, se estima que la enfermedad en nuestro país se lleva la vida de más de 5600 mujeres al año. En algunos hospitales los mamógrafos son analógicos, una tecnología ya superada en el resto del mundo, y otro tema que agrava la situación es el hecho de que los médicos especialistas suelen asentarse en las grandes ciudades. "Muchas veces termina diagnosticando un profesional que no tiene entrenamiento en la materia, ni ojo experto, y eso aumenta la probabilidad de error".
Y hay algo más: las grandes campañas de concientización son promovidas por firmas importantes que no siempre llegan a todos los lugares del país y muchas mujeres no saben que después de los cuarenta tienen que hacerse una mamografía una vez por año. Así nació Mamotest, el proyecto premiado en la primera edición de Samsung Innova, en la categoría que valora aquellas iniciativas que generan cambios positivos en la sociedad, Emprendimientos de Impacto Social o Ambiental. Se trata de una red de telemamografías que vincula a pacientes que viven en zonas alejadas con expertos en diagnóstico mamario. De este modo, por ejemplo, una mujer de Chaco es atendida por la jefa de diagnóstico mamario del Hospital Italiano.
La iniciativa comenzó en 2012 y ya abrieron seis centros en el interior del país (en Misiones, Corrientes, Chaco y Jujuy) y en cada uno de ellos dispusieron de un mamógrafo de alta definición, digital o 3D. Cada mamografía se envía a través de Internet a los especialistas que analizan la imagen, redactan el informe y en menos de 24 horas se lo reenvían al ginecólogo que la pidió. Ese último paso lo incorporaron hace un tiempo al darse cuenta de que, a veces, las mujeres no pasaban a retirar el resultado. "La paciente no volvía y era un problema cuando en el estudio aparecía que había algo raro o había que hacer un estudio complementario", cuenta Pepe, y comparte su entusiasta plan de desarrollo. "La idea del programa es abrir más centros para cubrir cada punto de nuestro país y luego avanzar sobre otros países de América Latina".
Mamotest hoy llega a 40 mil mujeres por año y en los próximos doce meses espera llegar a 200 mil con nuevos mamógrafos –a punto de empezar a funcionar en Capital, Buenos Aires y Mendoza– y más especialistas (que cuenten con una pantalla de alta definición de grado médico de 5 o 10 megapíxeles) formando parte de la red.
SALTAR POSTAS. La demora en los turnos y las barreras burocráticas que deben derribar muchas mujeres a la hora de hacerse una mamografía fue la variable en las que el proyecto de Pepe hizo mayor hincapié. "En el interior un turno puede tardar un mes y, una vez que te lo dan, el resultado puede demorar tres meses. Si tenés cáncer, cuatro meses hacen la diferencia entre la vida y la muerte", analiza Pepe y describe que, además de las campañas de concientización que llevan adelante, pusieron en marcha ciertas leyes que vienen fortaleciendo el crecimiento de los diagnósticos tempranos. "Logramos que en algunas provincias, como Jujuy, las mujeres tengan uno y hasta dos días libres para hacerse mamografía, colposcopía y Papanicolaou".
-¿En el mundo funciona alguna iniciativa similar con resultados efectivos?, ¿te inspiraste en ellas?
-En Estados Unidos hay algo parecido y en Europa a nivel estatal. En nuestro caso, tratamos de amalgamar y generar convenios entre lo público y lo privado. En América Latina se le suele exigir todo al Estado, que no tiene recursos o está mal administrado y cada vez requiere de más alianzas con este tipo de empresas con impacto social como la nuestra.
-¿Los estudios siempre son gratuitos?
-Eso intentamos. Tratamos de que en ningún caso la mujer tenga que pagar: cuando es con prepaga no se le pide ningún copago ni nada y, cuando no tiene cobertura, hacemos un acuerdo estatal o intentamos subsidiarle una parte para que tenga un costo muy bajo. Si una mamografía digital cuesta $ 2.500, tratamos de que no pague más de $ 800.
-¿Notan que hoy hay más conciencia sobre la importancia de la prevención?
-Sí, desde que empezamos aumentó mucho la cantidad de gente que sabe que tiene que hacerse una mamografía por año y que tiene acceso a un estudio subsidiado y ágil. Además, los turnos se pueden pedir en cada centro o por Internet. Solemos repetir una frase que es importante que todas las mujeres incorporen: un estudio de diez minutos (y a veces menos) puede salvar tu vida.
Textos: MARA DERNI (mderni@atlantida.com.ar)
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