La llegada de los hijos presenta nuevos desafíos a la pareja, desde conformar una nueva familia hasta conciliar entre los padres cómo criarlos, ¡situación nada fácil! "Establecer pautas coherentes para la crianza de los hijos es fundamental. Sin embargo, coherencia no es sinónimo de igualdad, de exacta copia de métodos y formas, sino más bien de tendencia con un sentido similar; apuntar aunque con modalidades diferentes hacia un mismo sitio", explica la psicóloga Alicia Inés Ratner, quien aclara que si los adultos han transitado ya distintos momentos en esa relación, buenos y malos, encontrarán en su bagaje de experiencias, las habilidades necesarias para afrontar todas las nuevas circunstancias que se les vayan presentando.
Lo que cada uno trae
Cada miembro de la pareja, sostiene la especialista, proviene de un ámbito particular, en ocasiones con experiencias compartidas y otras absolutamente diferentes, que se han gestado en las pequeñas historias y cultura familiares. "Se ha de constituir una nueva familia, ni la tuya, ni la mía. Podemos integrar, pero no copiar ni transcribir. Siempre habrá una nueva versión", ejemplifica Ratner, y dice que lo más interesante puede surgir de la mezcla: el intercambio que se pueda dar entre los padres para llegar a una modalidad de crianza en la que se puedan sentir cómodos.
Intercambio de roles
Ahora bien, ante consultas como ¿Cuál es nuestro proyecto de familia? ¿Qué papel juega cada uno? ¿Hay un rol específico para cada quién? ¿Hay tareas que le corresponden a uno y no al otro? La especialista responde que lo ideal es intentar experimentar en la medida de lo posible, ambos padres todas las tareas y funciones relativas a la crianza. Esto tiene varios puntos a favor. Permite que ambos puedan disfrutar del contacto con sus hijos de múltiples formas, no siempre del mismo modo, y por otro lado, en un sentido más práctico, si a quien más habitualmente lleva adelante una tarea, por la razón que fuera, se le imposibilita realizarla en determinado momento, puede ser reemplazado por su compañero sin que la dinámica familiar sufra grandes complicaciones por ello. En este punto, Ratner recalca que tampoco debe ser siempre el mismo el que asuma el rol del que reta o sanciona, ni siquiera las maneras de marcar los errores y la distancia entre lo que los niños hacen con lo que se espera de ellos debería ser exactamente igual entre ambos. "Lo más importante es que lo que se transmite respecto de lo que no gusta sean pocas cosas pero fácilmente reconocibles. Los chicos deben saber qué disgusta a los adultos y si es posible, tener claro qué pueden hacer para subsanar sus errores" apunta la profesional.
Los acuerdos
Ratner señala que las conversaciones respecto de lo que se considera aceptable o deseable, y los desacuerdos que se tengan es preferible mantenerlas separadas del momento de crisis en que uno se encuentra retando o sancionando a los niños. Si es necesario realizar una rectificación puede realizarse después en una próxima oportunidad o incluso, comentando que los papás lo han pensado mejor y que la sanción tendrá un alcance menor o diferente de lo que se pudo haber enunciado oportunamente. "No es un problema en sí mismo el hecho de que tengan criterios diferentes para los detalles, siempre que el fundamento y orientación final apunten en un mismo sentido", aclara la especialista. Y destaca que a la hora de pensar cómo llegar a acuerdos, tienen que pensar que a lo largo de muchos años encontrarán múltiples oportunidades y necesidades de discutir ideas y propuestas, por lo que lo mejor será armarse de paciencia para dar a conocer los propios puntos de vista y sobre todo, escuchar al otro. "No se trata tanto de tener razón, sino de facilitar el espacio de intercambio para poder escucharse mutuamente y encontrar los puntos en común y las diferencias", concluye Ratner.
Sin presiones
La Lic. Alicia Ratner aconseja que los padres se pregunten cuáles son los pensamientos, deseos y hasta expectativas que tienen para con sus hijos. "¿Cómo lo imaginamos? ¿Qué lugar tiene en nuestra vida? ¿Qué deseamos para nuestro hijo? ¿Qué esperamos de él?" apunta. Y agrega que en ocasiones, los padres tienen expectativas desmedidas o inadecuadas respecto de sus hijos, porque se basan en deseos personales insatisfechos. "Lo mejor que podemos hacer para que se desarrollen como personas felices es atender a lo que realmente ellos cuentan como habilidades e intereses naturales, además de aquellos que pudiéramos hacer surgir producto de la experimentación a través de la presentación de diferentes actividades que estén a nuestro alcance ofrecerles", explica la profesional.
Por Gloria Kaspar / Asesoró: Lic. Alicia Inés Ratner, psicóloga, miembro Adherente de la Fundación AEPA, M.N.: 22.541.
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