¿Qué comemos?

Este fin de semana se celebra la fiesta del “Corpus Christi”, bajo el lema: “Eucaristía: la alegría de la mesa compartida”

Corpus Christi

Cuando yo era chico se comía mucha carne, también la pasta venía con estofado. La ensalada era para acompañar la carne. Más allá del precio que tiene hoy, se han extendido los consejos de nutrición. Es más sano no comer tanta proteína. ¿Qué debemos comer para estar mejor?

Todos los que aportan consejos para entrenamientos, suben algún video preparándose lo que ellos consideran la “dieta adecuada” y en general aparecen comiendo solos, para no perder el tiempo.

Existen otros aspectos en torno a la comida. Quien cocina, si lo hace con gusto, lo considera un acto de amor, ningún premio mejor que ver a los otros disfrutar y ponderar el plato preparado. No hay asado sin el ritual del aplauso para el asador.

Preparar la mesa también es un arte, disponer los lugares, elegir la vajilla, prever que esté todo lo necesario: mantel, vasos, copas, cubiertos, servilletas y bebidas para acompañar la comida. Si la comida es protocolar, disponer quién se sienta en cada lugar es importante.

Es muy propio de los latinos no tener mucho preámbulo para abrir la casa y organizar cualquier comida. En muchos países la gente no suele invitar a su casa, se junta a comer afuera. Que otro te atienda, cocine y te sirva es sin dudas más cómodo. También más impersonal. Recibir gente da trabajo, solo se puede disfrutar desde la generosidad y desde el deseo de agasajar al otro.

Hace unos años vi una película muy recomendable, La Fiesta de Babette, dirigida por el director danés Gabriel Axel, basada en el cuento de Karen Blixen, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera en 1987. Ambientada en el siglo XIX. En una remota aldea de Dinamarca dominada por el puritanismo, dos ancianas hermanas solteras, recuerdan con nostalgia su juventud y la rígida educación que las obligó a renunciar a la felicidad. La llegada de Babette, que viene de París huyendo de la guerra civil, cambiará sus vidas. La forastera pronto tendrá ocasión de corresponder a la bondad de las que la ampararon, comienza mejorando las sopas que las hermanas repartían a los pobres, ya que ella era una cocinera famosa en París y luego, al recibir una enorme cantidad de dinero de su país natal organiza una opulenta cena con los mejores platos de la gastronomía francesa. Llama la atención que las dos ancianas con su fuerte sentido del deber, expresión de un compromiso ante todo con Dios, y con su existencia austera arraigada en una concepción luterana de la vida, se niegan a disfrutar de la comida de Babette. Se percibe al mismo tiempo un rechazo a todo lo mundano y católico que representa Babette.

“Poco a poco vamos comprendiendo ese aspecto muy presente en la concepción luterana del cristianismo, en la que reina el pesimismo y la desconfianza con respecto al ser humano, y lo material, así como el gozo y el placer, son vistos con temor, desconfianza y en su mayor parte rechazado. Contrasta fuertemente con la mentalidad cristiana católica de Babette, cuya educación católica -”papista” en la mente de las ancianas- la lleva a una valoración alegre y positiva con respecto al ser humano, así como de lo material y de los placeres buenos de la vida”, según lo señala Wikipedia.

A diferencia del cuento de Blixen, ubicado en Berlevaag, Noruega, en el que el ágape es una mera pincelada en el argumento, la película, localizada en Jutlandia, Dinamarca, dedica un tercio de su metraje a uno de los menús cinematográficos más suculentos de la historia. Para Babette, nada es imposible, y se hará traer vinos, champagnes, carnes, pescados, caviar, quesos, frutas de su añorada Francia. En las manos de Babette, esos productos se transformarán en un placer para los sentidos. Y finalmente transportará a los comensales que comparten la mesa al misterio de la comunión.

Lo más importante que logra la comida y la bebida compartida es la comunión entre los invitados.

Jesús antes de despedirse de los discípulos quiso comer con ellos la comida pascual. Acomodan una sala con almohadones y se disponen a compartir lo necesario para esa comida festiva y ritual de la noche de la Pascua. Allí Jesús les lava los pies en señal de servicio y tomando pan y vino se queda en ellos como bebida y alimento:

…”tomen y coman, esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados”… Tomó después la copa y se las pasó diciendo: “Tomen y beban todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memoria mía”.

Este fin de semana se celebra la fiesta del “Corpus Christi”, bajo el lema: “Eucaristía: La alegría de la mesa compartida”

El día sábado a las 11 se juntarán jóvenes misioneros en la Plaza Miserere, recolectarán frazadas para gente en situación de calle. A las 13 les hablará Monseñor Jorge García Cuerva sobre “la revolución de la alegría” y a las 15.30 presidirá la misa en la Catedral. Durante el domingo, se celebrará el Corpus en todas las Iglesias y capillas.

Jesús tiende la mesa, pone su cuerpo y sangre como alimento y es la garantía de la comunión, está en nosotros aceptar su convocatoria.