Hace pocos días se cumplieron los primeros 100 días del gobierno del presidente Milei. Fueron 100 días de cambios profundos, de raíz, en los que la política tradicional observó con sorpresa los movimientos del nuevo habitante de la Casa Rosada. En estos días el DNU y la Ley Ómnibus fueron el centro de charlas y especulaciones. La semana pasada el Senado de la Nación, de la mano del kirchnerismo y algunos aliados, rechazó el DNU de reformas estructurales que había presentado el Poder Ejecutivo, hecho histórico para un gobierno democrático a tan solo 3 meses de haber llegado al poder.
Pero dejando de lado controversias políticas y económicas, resulta importante destacar la importancia que tiene para el sistema de salud que el DNU siga vigente y tenga apoyo en Diputados. Venimos de una pandemia que, además de 130 mil argentinos muertos, dejó el sistema integral de salud herido de muerte. Hemos destacado en numerosas oportunidades el sistemático cierre de clínicas en el AMBA que se produjo durante y después de la pandemia. Haciendo que el sistema de salud público y el privado cuenten con menos camas y capacidad de atención para cada vez más personas. También hemos advertido sobre los honorarios irrisorios que cobran tanto los médicos como el resto de los profesionales de la salud. Y más aún, pusimos en alerta sobre la situación delicada de los prestadores. Que no establecen precios, pero sí tienen que pagar sueldos, estructuras, impuestos, cargas, etc.
El decreto del Presidente puso en blanco sobre negro el frágil contexto de nuestras clínicas, que atienden al 70% de la población. Por primera vez nuestra voz fue escuchada y nuestra situación tenida en cuenta. Vemos con preocupación la marcha atrás que planteó el Senado de la Nación con consignas oportunistas y mentirosas. El sistema de salud está quebrado. Y el rechazo del decreto no bajará las cuotas de las prepagas ni hará que sea más fácil atenderse a ningún paciente. Por el contrario, generará cierre y desaparición de clínicas a lo largo y lo ancho del país. Las clínicas no establecemos los precios de las prepagas, ni lo que cobramos por nuestros servicios. Somos el eslabón más débil de una cadena rota y enferma desde hace muchos años y que nadie se anima siquiera a intentar arreglar.
Capítulo aparte se lleva el sistema de trabajo argentino. Una maquina de fomentar el trabajo en negro desde hace 30 años. Está claro que el cambio es indispensable para que el país progrese. Lo entendió la gente con su voto, falta todavía que la política se dé cuenta. Si seguimos haciendo lo mismo, vamos a tener los mismo resultados.
Desde la Cámara Prestadores de Salud de la Seguridad Social bregamos por un trabajo serio de los diputados y de todo el arco político. Argentina no puede vivir más de relato y discursos fáciles. Tenemos que ponernos de pie, contamos con profesionales valorados en todo el mundo pero hoy vemos cómo emigran para poder tener un sueldo digno después de años de estudios y perfeccionamiento. Quienes apostamos al país queremos un sistema de salud de calidad, eficiente y sano. Necesitamos políticas y reglas del juego claras, estables y que no atenten contra las empresas que dan trabajo y pagan salarios.
El DNU va en la línea correcta. Esperamos que la política esté a la altura de las circunstancias y opte por el camino de la seriedad y la sustentabilidad, y no por la salida más fácil que es la que dejó al sistema a punto de morir.