Cuando la Memoria no alcanza

Cada vez que los pueblos viven situaciones de extrema violencia interna necesitan, para salir adelante, de un horizonte moral y espiritual, que ilumine la verdad y la justicia

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Argentino del Valle Larrabure
Argentino del Valle Larrabure

Pertenezco a una de las tantas familias cuya historia fue atravesada por la polarización y el conflicto de la década del setenta. Persecución, sospecha, enfrentamiento armado, matar o morir, fuga y exilio en el extranjero, fueron algunos de los elementos que dibujaron un camino en el que el perdón y la unidad, más allá de las diferencias, se convirtieron en una bendición familiar para salir adelante.

Verdad y Justicia

La verdad sesgada y una justicia parcial, afectadas por el color político de turno, no hacen más que agrandar las heridas, profundizar el odio y prolongar el resentimiento. Recordar significa “volver a pasar por el corazón”. Por eso, si recordamos las heridas, es para entender nuestro presente y tratar de sanarlas. La memoria selectiva sin deseo de sanación puede intensificar el rencor y encadenarnos a un pasado que arruine la libertad del futuro.

Durante el 2023 se presentó el libro La verdad los hará libres, un enorme trabajo de recopilación y revisión histórica en tres tomos que resume la acción de la Iglesia Católica ante “el espiral de la violencia” en los 60 y 70. Al igual que toda la sociedad argentina durante la década del setenta, la Iglesia católica experimentó la división, el dolor y la muerte.

Tratar de presentar la verdad completa, atendiendo a las perspectivas y al contexto, es un paso necesario e ineludible para un intento de reconciliación. Sin embargo, sin justicia, todo queda en el marco de la declamación y la denuncia. Aún así, llegando a la difícil y compleja instancia jurídica institucional, la experiencia hace evidente que la justicia humana es frágil, limitada, incluso falible. ¿Acaso se puede recuperar a un hijo desaparecido? ¿Cómo rescatar a un padre secuestrado y asesinado? ¿Cómo se ocupa el lugar vacío de un hermano que nunca volvió? Evidentemente hay un límite, la justicia no alcanza.

Un camino de sanación

Sin ser una solución mágica, el heroico desafío del perdón, en el marco de la verdad y la justicia, le concede al pueblo una experiencia de sanación personal y comunitaria que le permitirá mirar al futuro. Pero el perdón lleva tiempo y necesita ser procesado en la intimidad personal y en el entramado social, no es suficiente con un decreto.

Para los creyentes, el perdón no es prioritariamente algo que se conquista, sino una gracia que se recibe. Pues en muchas situaciones, es algo que excede la lógica y las fuerzas humanas. Tal es el caso de Argentino del Valle Larrabure, un militar secuestrado y asesinado por el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) entre 1974 y 1975, durante el gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón, y que se encuentra en proceso de beatificación.

Larrabure escribió ocho cartas y un diario durante los 372 días que permaneció secuestrado. En las cartas siempre decía a su familia que estaba bien, que rezaran por él y sus captores. Pero sus palabras más emblemáticas fueron aquellas que escribiera el 22 de octubre de 1974: “A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: Aun suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”.

El testimonio de Larrabure nos ofrece un horizonte espiritual más amplio. Sin este horizonte moral, la verdad y la justicia estarán sujetas a miradas parciales que probablemente motiven la venganza y el revanchismo.

Las nuevas generaciones, que no fuimos protagonistas de este dramático capítulo de la historia argentina, tenemos la oportunidad de mirar el pasado desde otra perspectiva. Esto nos permitirá sumarnos a caminar en una dirección que algunos argentinos ya asumieron y la señalan como una senda de liberación. Incluso otros pueblos y naciones que han enfrentado luchas fratricidas y las han logrado procesar, también motivan a mirar el horizonte de la reconciliación. Misteriosamente, tal vez, debamos comenzar por la búsqueda del perdón para alcanzar la verdad y la justicia.

En el comienzo de una nueva Semana Santa los católicos argentinos podríamos animarnos a suplicar este don para nuestro pueblo e implicarnos proactivamente en su búsqueda para convertirnos en agentes de sanación y reconciliación nacional.

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