Geopolítica alimentaria

Frente al crecimiento de la demanda de alimentos, Argentina debería prepararse para liderar el futuro proceso de relaciones económicas y políticas

Un trabajador lleva un saco de harina de trigo fuera de una tienda de alimentos al por mayor en Saná, Yemen. REUTERS/Khaled Abdullah

Las perspectivas de una pronta reconfiguración del orden internacional es poco probable por las tensiones no resueltas entre Estados Unidos y China. Esa circunstancia demorará, entre otras cuestiones, el diseño de un mejor sistema multilateral de reglas claras de comercio. Sin embargo, un mercado global único de alimentos se irá expandiendo con independencia de la rivalidad entre Washington y Beijing, la crisis de la globalización o de la erosión de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que el comercio mundial de alimentos tiende al alza.

Asimismo, la FAO destaca que con una población mundial estimada en 10 mil millones de habitantes para el 2050, la producción de alimentos y las altas tecnologías involucradas, se convertirán en componentes geopolíticos centrales sea por la dinámica demográfica mundial, por el daño de los ecosistemas o los efectos del cambio climático. También, entre otros, por el hecho del aumento de ingresos de ciertas regiones de Asia que impulsará la demanda de alimentos en términos de cantidad como de calidad nutricional.

La Tercera Cumbre Mundial de Economía Circular (noviembre 2023 en Córdoba) coincide en señalar que es difícil que el aumento de la demanda se detenga pese al proteccionismo, aranceles cruzados, exigencias sanitarias y ambientales y subsidios de algunas potencias centrales. Para la CEPAL, adaptar y fomentar la producción de alimentos a los desafíos de esa demanda debería ser un propósito regional primordial. El tema, también está asociado a la seguridad alimentaria y a la presión internacional en defensa de los recursos naturales disponibles que podrían plantear escenarios sensibles y retos geoestratégicos.

En la actualidad América Latina produce alimentos para cubrir los requerimientos calóricos de más de 1500 millones de personas. Cuenta además con la capacidad potencial de multiplicar ese volumen y convertirse en una de las principales plataformas de producción de proteínas del siglo XXI. El Mercosur es un protagonista relevante al ser el principal exportador neto de alimentos e importante contribuyente a la seguridad alimentaria mundial. La abundancia de recursos naturales, tierras fértiles, acuíferos, extensa plataforma continental, cadenas agroindustriales de valor y amplia capacidad científico tecnológica reaseguran al bloque una participación significativa en el equilibrio de suministro alimenticio geoestratégico global.

Sin embargo, el Mercosur no parece estar aún en condiciones de consolidar y proyectar ese objetivo estratégico. Desde su nacimiento, no ha logrado una sólida integración productiva en las cadenas de valor el sector agroindustrial. Tampoco se ha aprovechado una mejor coordinación política con otros exportadores netos de alimentos. Es hora de acordar una mejor visión estratégica como bloque regional teniendo en cuanta el valor geopolítico de los alimentos que produce.

La Argentina debería prepararse para liderar ese proceso de relaciones económicas y políticas. La agroindustria y la pesca deberían integrar los motores vitales de su estrategia de inserción internacional. En este contexto, la diplomacia de la alimentación debería ser una de las banderas relevantes del Palacio San Martin como fuente de poder, capacidad de influencia y generación de riqueza.