Acerca del día de Acción por la Salud de las Mujeres

Las mujeres muchas veces son quienes asumen el cuidado dentro del del hogar pero su necesidad de recibirlos pasa desapercibida

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El acceso a la salud integral es un derecho universal. En determinada etapa de la vida esto puede pasar desapercibido en las mujeres
El acceso a la salud integral es un derecho universal. En determinada etapa de la vida esto puede pasar desapercibido en las mujeres

Instaurado en 1987 por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, el pasado 28 de mayo se conmemoró la lucha de todas las mujeres y niñas con el objetivo de generar conciencia sobre la importancia de avanzar en la producción y circulación de iniciativas y políticas públicas para garantizar la salud integral de las mismas, entendiéndose como un derecho universal.

Una problemática particular a contemplar gira en torno a la salud y el proceso de envejecimiento de las personas mayores y su entorno. Hay que comprender que con el paso de los años, se pueden ir alterando paulatinamente algunas capacidades funcionales, cognitivas, sociales, conductuales y, en consecuencia, las demandas de atención y cuidados se intensifican, debiendo el familiar recurrir quizás a la presencia de cuidadores capacitados y entrenados para desempeñar tan importante tarea.

En este sentido, la dificultad es aún más profunda en el caso de las mujeres ya que muchas veces son quienes asumen el cuidado dentro del ámbito del hogar. La salud integral para ellas no es un hecho meramente biológico, sino que responde a factores biopsicosociales y depende del lugar que las mismas desempeñen en la sociedad y de la posibilidad de acceso a recursos materiales y simbólicos para llevar adelante una vida digna, con igualdad de oportunidades y derechos.

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Según sostiene la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 285 millones de mujeres viudas en todo el mundo luchan por exigir y defender sus derechos básicos además de su dignidad, ya que sienten que pueden llegar a pasar desapercibidas en diversos ámbitos y, a su vez, no reciben el apoyo que necesitan para salir adelante en un contexto de dificultades económicas y sanitarias.

Las mujeres suelen ser quienes asumen las tareas de cuidado, y paradójicamente pueden no encontrarlos. Foto: Christin Klose/dpa
Las mujeres suelen ser quienes asumen las tareas de cuidado, y paradójicamente pueden no encontrarlos. Foto: Christin Klose/dpa

Quienes ya vivieron una situación en la que debieron cuidar a un familiar o la están transitando, saben lo duro y traumático que resulta en muchísimos aspectos, pero fundamentalmente en el plano emocional (más aún cuando esos cuidados son crónicos y se requieren por mucho tiempo). Especial atención requiere cuando es la propia familia la encargada del cuidado y acompañamiento, presentando el desafío de destinar el tiempo a compartir, disfrutar del otro, encontrarse y conectarse, más que en utilizarlo para organizar y seguir el esfuerzo del día a día.

Ante esta complejidad, resulta fundamental generar espacios de formación y capacitación para los familiares, para que puedan entender el estado de salud y la etapa vital que se está atravesando para cuidar correctamente a sus seres queridos y, a su vez, cuidarse a ellos mismos.

Esto no solo se centra en la última etapa de la vida, si no que hay otros momentos o diversas circunstancias que determinan la necesidad de buscar y encontrar una ayuda externa, con más conocimientos, experiencia adecuada y calificada que pueda brindarle el soporte necesario a los seres queridos, como así también una mayor tranquilidad en lo referido a la organización y el seguimiento. Aquí también son las mujeres quienes todavía encabezan mayoritariamente la economía del cuidado, en la cual se requiere trabajar urgentemente para jerarquizar, en todos los sentidos, un rol tan importante como es el de cuidar al otro.

Lo cierto es que el sistema sanitario en su conjunto requiere una revisión para enfrentar los desafíos de una longevidad creciente a nivel mundial. Debemos adaptarnos y propiciar una mejor calidad de vida al conjunto de la sociedad, generando una serie de oportunidades para contribuir con nuevas alternativas para el cuidado de las personas mayores en domicilio desde otra perspectiva.

El ecosistema de cuidados es aún precario y se encuentra desintegrado. El mismo requiere de un espacio para desarrollarse en términos de formación, jerarquización, procesos, tecnología y de gestión a distancia, que hoy ya es una tendencia mundial en plena expansión. Impulsar proyectos que cambien el paradigma del cuidado y faciliten herramientas para pacientes, cuidadores, familiares y el sistema de salud en su conjunto es un enorme, pero imperativo desafío que conlleva múltiples impactos, sociales, sanitarios, económicos, educativos, entre otros.

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