Nueva ley de historia clínica digital: una oportunidad única de hacer las cosas bien

Este sistema busca darle al paciente la autoridad de compartir su historia clínica con el médico que quiera. El tema ya se venía desarrollando desde el principio de la década pasada en toda la región y países de Europa

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Nueva ley de historia clínica digital (Foto: Shutterstock)
Nueva ley de historia clínica digital (Foto: Shutterstock)

El miércoles 16 de marzo se oficializó una nueva ley para crear el programa federal único de informatización y digitalización de historias clínicas de la República Argentina, que instruye al Poder Ejecutivo a determinar la autoridad que regirá las decisiones de dicho programa en los próximos 90 días.

Hasta el momento, la ley es un conjunto de buenas intenciones y prácticas que habilitará la generación de un repositorio seguro y federal para que todos los registros clínicos (es decir, la información resultante de cada atención médica, estudio clínico o intervención) queden almacenados, respetando la privacidad de los datos y la seguridad de los pacientes; asegurando la disponibilidad de la información, confidencialidad, trazabilidad e integridad.

Este mecanismo busca, además, otorgarle al paciente la autoridad de compartir su historia clínica digital con el profesional médico que desee.

La ley es un conjunto de buenas intenciones y prácticas que habilitará la generación de un repositorio seguro (Foto: Shutterstock)
La ley es un conjunto de buenas intenciones y prácticas que habilitará la generación de un repositorio seguro (Foto: Shutterstock)

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Lamentablemente Argentina llega tarde. Este es un tema que se viene hablando desde el principio de la década pasada, donde la conclusión era clara: “sin dudas, es rol del Estado impulsar este tipo de iniciativas”. Ya en esa época se veía cómo en Reino Unido o Canadá lo tenían muy avanzado; mientras Chile, Perú y Colombia implementaban sus registros, además de la ley.

Las dificultades que tiene el sistema de salud argentino no son nada sencillas y ostentan problemas de sustentabilidad enormes. Estamos en 2023, un año de elecciones, contamos con una distribución geográfica y una descentralización de la autoridad muy fuerte de los ministerios de salud a lo largo del país, y la situación económica que vivimos no es para menos.

Independientemente de todos los desafíos que tiene el Estado y el sistema de salud, aprovechar el camino recorrido por otros pares puede ser una oportunidad enorme para el país, ubicándolo en la vanguardia, situación que siempre destacó a Argentina. ¿Cómo? Definiendo las políticas públicas necesarias para adoptar la tecnología disponible para generar esta plataforma federal, que permita brindar acceso seguro a las historias clínicas de todos los argentinos y argentinas, y cumpliendo con los atributos de calidad que se están pidiendo.

Las dificultades que tiene el sistema de salud argentino no sencillas (iStock)
Las dificultades que tiene el sistema de salud argentino no sencillas (iStock)

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Deberíamos pensar seriamente en los drivers de este programa, en el contexto mundial y en la gravedad de la situación de un sistema de salud colapsado y con un riesgo enorme para los actores del sistema. Tendríamos, además, que evaluar las diferentes soluciones y tendencias tecnológicas que hoy tenemos a disposición y que otros países no tenían.

Sin dudas, blockchain, inteligencia artificial y data driven vienen a cambiar la ecuación. Los motivos son varios: hoy un sistema federal requiere descentralización y blockchain es la solución más escalable que va a permitir cumplir paulatinamente con el registro universal de historias clínicas, con un modelo seguro y transparente, que puede adoptarse en fases, asegurar la disponibilidad de la información y permitir una proyección regional. ¿Se imaginan los ahorros de costos que hubiéramos generado en la pandemia?

Actualmente, ya hay varias startups y países que están encarando este tipo de solución para el registro médico. Blockchain, como repositorio de información segura, trazable y disponible, permitiría garantizar que la información esté resguardada y no requiera que un ente centralizado cuente con el poder único y punto de fallo. Todos los participantes aportarían capacidad de cómputo, lo que lo haría universal y, a través de smart contracts, podría garantizar los acuerdos de partes manteniendo la confidencialidad de la información, que el dueño de esa información sea el paciente y no una entidad de salud.

De esto se trata la Web 3.0; en definitiva, que el dueño de la información sea la persona y no un ente monopólico, como el Estado, o empresas, como Meta o Google. Y si a esto le sumamos la posibilidad de mejorar los diagnósticos, asistir a las preguntas más sencillas, y/o entrenar un modelo universal de salud a través de los datos (anónimos) y motores de Inteligencia Artificial, realmente podríamos definir el estándar de registros médicos universales.

A Argentina le sobran talentos que hay que potenciar, en lugar de ponerles restricciones. Seguramente, a miles de ingenieros formados en universidades públicas y privadas los motivaría encarar un desafío como éste. Soñemos un impacto real en la vida de las personas y esperemos que la política acompañe.

Sí, con la ley se dio un gran paso, aunque sea tarde; ahora hay que encarar este programa de manera profesional.

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