¡A lubricar, que chocan los planetas!

Al anunciar la distribución, se explicó que el gel lubricante contribuye a la salud al reducir enfermedades de transmisión sexual

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Ya todo es posible en el gran circo donde intervenimos todos. Es imposible no quedar catatónico, no por la descripción médica descripta en su momento, sino en el sentido corriente: quedarse rígido, sin movimientos, en estado alteradísimo. Y también la oportunidad -una tras otra, que esta troupe no para un minuto- de divertirse y, a la vez, soportar la melancolía de lo inexplicable cuando es persistente.

¿Es necesario subrayar cada día una señal de decadencia, de desvarío, de sorpresa entre absurda y desasosegante propia del desaforado grupo de comediantes que forman Monty Pynthon o los mejores pasajes de Woody Allen?

En principio no sería necesario en absoluto, pero un impulso de naturaleza desconocida se ven arrastrados al absurdo y el ridículo.

Es lo que ocurre con el plan “Haceme tuyo” (la imagen que lo presenta acompaña una llamarada, picardía de creatividad incomparable).

Todo el mundo sabe a estas alturas que se trata de la compra de un millón de potes de gel íntimo. Vaya por delante que no se replica la decisión desde una perspectiva moral y aún moralista: entre adultos y de común acuerdo, el habla corriente suele decirse que de muchas cosas pueden hacerse un jardín, no sé si se entiende. La sexualidad reconoce matices, variedades en la unión física de mil maneras. Tal que la iniciativa surgida del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a la cabeza su gobernador Axel Kicillof, junto con su ministro de Salud, el doctor Kreplak, ha hecho el esfuerzo de raspar la olla y conseguir quinientos millones -a pesar de que los hospitales están a la miseria, hay guardias cerradas, faltan a menudo medicamentos o algodón-, se han lucido frente a la evidencia de estar en todo. Tiempo al tiempo, gobernador. Todo a su medida, ministro. Son ustedes admirables y aún geniales.

Como ustedes habrán advertido, la noticia de los benefactores ha rodado por el mundo, sin que –cómo es la gente- haya irrisión del jubileo anal, y no menos desconcierto por el detalle nimio de que haya sido comprado de manera directa al laboratorio Farmacoop, que no lo fabrica y funciona como cooperativa de los empleados debido a la quiebra de la empresa anterior.

Al anunciar la distribución, se explicó que el gel lubricante contribuye a la salud al reducir enfermedades de transmisión sexual. Solo que no hay prueba empírica de ningún tipo que una el vector que permite una penetración con todos los chiches, con la salud pública. Ninguna. Hemos quedado en que las personas tienen variedad de modos a la hora del sexo, de modo, que en gran medida se ofende a la imaginación de quienes son capaces de arreglarse por su cuenta, capítulo que no necesita mayor extensión.

Pero no es menos verdadero que “Haceme tuyo”, poético slogan con seguridad confiada a una agencia de publicidad que ha de haber cobrado por su trabajo, faltaba más, se enfoca al área gay masculina, como si las relaciones heterosexuales anales estuvieron vedadas o se consagraran tabú, lo que de ninguna manera es cierto: ya somos grandecitos. Así como, por ejemplo, los norteamericanos rinden culto a las tetas, aquí todas las fotos de modelos monísimas, influencers de éxito, panelistas o esa zona incierta que no acierta a definir su tarea, –razones de mercado- giran para ofrecer la popa con gran contento del pueblo.

Como para distender un poco con tanta pobreza y conflicto crónico, los autores de “Haceme tuyo” -¿no es buen título para un culebrón?-, se agrega que el gel íntimo anal asegura que el uso del preservativo -se da por descontado que se usa en todo momento, otra imperfección en materia de verdades- evita que se rompa. Bueno, por favor, deténgase: al primer rompedor de condones lo llevarían a la televisión para contar la historia, que siempre faltan ideas nuevas.

Se dirá de inmediato que con 500 millones puedan proveerse a muchos comedores y construir viviendas en reemplazo de las cuchas subhumanas de plástico en las cuales tantos viven. Bueno, siempre hay un palo en la rueda, señor gobernador. Usted, firme con el gel -en los envases que puedan encontrarse en farmacias o porno shops, no hay indicaciones que tengan que ver con la profilaxis o la salud en general-, que el tiempo será premiado. Y como es gratis, se agotarán rápido, aunque sea para hacer huevos fritos.

En lo que respecta a estas líneas, no hay aquí sino asombro. ¿No ha oído aquello de “yo no he perdido la capacidad de asombro”, acaso? Que vaya quien pase a buscarlos. Digo, y admito que pueda ser objetado, la única y enfática defensa del “Haceme tuyo“ es la LGTB, bajo dominios y manejos políticos. Bien perfecto. Ya está, todo dicho. No es materia de interés, sino de preocupación por las mentes responsable. Por mí que se la guarden donde se les ocurre.

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