La enfermedad cardiovascular, primera causa de morbimortalidad

Las enfermedades no transmisibles son las principales causas de muerte. Por eso resulta fundamental trabajar en su prevención y diagnóstico temprano

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La enfermedad cardiovascular es la
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo (Crédito: Prensa Medtronic)

Mantener el bienestar de la población, a través de medidas que no afecten su normal funcionamiento, es el desafío que tienen las autoridades, fomentando campañas de prevención y reconociendo la capacidad individual de autocuidado.

Oculta entre la constante difusión de noticias relacionadas con la pandemia, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de fallecimientos en el mundo.

En 2017, por ejemplo, representó un 32% del total de defunciones mundiales, seguidas por el cáncer (17%) y las enfermedades (e infecciones) respiratorias (12%). Sin embargo, no existen campañas para la prevención de los principales factores de riesgo: hipertensión, diabetes, tabaquismo, hipercolesterolemia, sedentarismo. En estos tiempos de difusión de cifras diarias de casos positivos y de fallecidos por COVID19, mueren en el país aproximadamente 300 pacientes por enfermedad cardiovascular, causa prevenible con campañas de esclarecimiento sobre los factores de riesgo y sobre cómo cuidarse.

La información oficial señala en el año 2020 aproximadamente 45.000 fallecidos por COVID19 y 100.000 por enfermedad cardiovascular. El exceso de mortalidad del 2020 es un índice que comparando con años anteriores fue 10,6%, este porcentaje representa 36.303 fallecimientos más donde influyó la mayor muerte por enfermedad cardiovascular.

El aumento de la mortalidad general, medido en años de Esperanza de Vida Perdidos, fue del 8,7% mayor en varones que en mujeres, este indicador muestra un retroceso a niveles del año 2008-2010.

Analizando las muertes por COVID19 en el 2020 observamos que fallecieron 45.568, de ese total 2.063 pacientes en el primer semestre y 43.505 en el segundo trimestre.

La temprana cuarentena decretada en marzo de 2020, cuando aún no había un alto número de casos ha influido en la reducción de las consultas médicas y en el empeoramiento del estado de salud de pacientes con afecciones crónicas. Desde abril de 2020, la Sociedad Argentina de Cardiología advertía que se estaba produciendo un incremento de la mortalidad cardiovascular.

La iniciativa internacional Stent Save a Life en su capítulo argentino, publicaba los gráficos donde claramente se evidenciaba un incremento que duplicaba la mortalidad intrahospitalaria del infarto agudo de miocardio.

Esta situación era causada, en primer lugar, porque los pacientes con síntomas aun severos tardaban en concurrir a las instituciones para su atención por temor al contagio de COVID-19, en segundo lugar, muchas instituciones, en su urgencia para prepararse para atender la pandemia, reducían camas, personal y turnos de atención de patologías crónicas y agudas cardiovasculares, a pesar de que las enfermedades cardiovasculares y oncológicas, seguían siendo la primera y segunda causa de muerte, conformando a nivel mundial alrededor del 49% de las defunciones.

En las consultas diarias, hemos observado descensos mayores al 50% en la atención de muchas patologías, como el infarto de miocardio, el ACV, procedimientos quirúrgicos, etc. La atención ambulatoria de consultorios también disminuyó y fue reemplazada por la consulta virtual, que dificulta el examen clínico.

Consecuencias del aislamiento

Según el estudio Trastornos por uso de sustancias y adicciones conductuales durante la pandemia COVID-19 y restricciones relacionadas con COVID-19 (The National Center for Biotechnology Information), “los cierres a nivel nacional y la reducción de los servicios de salud han sido perjudiciales para el bienestar de las personas. La vida fue transformada en un lapso de días, ya que se interrumpieron las rutinas diarias y se encerró a las personas en el interior. El miedo y la imprevisibilidad crecientes, junto con el desempleo generalizado y el aislamiento social, intensificaron la ansiedad y afectaron la salud mental de millones de personas en todo el mundo, lo que incluye inducir o exacerbar el uso de alcohol, drogas, y comer en exceso como mecanismos de afrontamiento”.

Todas estas situaciones aumentan claramente el desarrollo de morbimortalidad cardiovascular.

El trabajo, para el adulto y la escuela para el niño, son fundamentales para su bienestar.

Pandemias/epidemias y enfermedad cardiovascular

Si bien el término pandemia nos traslada a una situación de catástrofe, la realidad es que hay pandemias con diferentes grados de mortalidad y esta pandemia en particular tiene una muy baja mortalidad en comparación con pandemias del pasado.

Utilizando las palabras de Martin Holmberg, “las pandemias históricas se utilizan para contrastarlas con la novedad de la plaga imaginada que se avecina o como el miedo a una repetición fantasmal del pasado”.

Según el paper de BMJ “Comparación entre COVID-19 y Influenza de 1918″, la pandemia de 1918 afectó principalmente a adultos sanos de 25 a 40 años, mientras que la COVID-19 ha afectado principalmente a adultos mayores de 65 años con comorbilidades, siendo la mortalidad de la pandemia de Gripe Española de 50 millones vs 5.4 millones en la actualidad. La población del mundo en 1918 se estima era de 1.825 millones de personas, y actualmente es de 7.800.000 millones de personas.

Según la publicación, durante la pandemia de 1918, la mortalidad entre jóvenes llegó a alcanzar el 10% vs 0.2% para COVID-19 en la población joven. Las personas de 25 a 40 años representaron el 40% de muertes por la influenza de 1918, mientras que aquellos en el rango de edad de 18 a 44 años representaron solo el 3.9% de las muertes por COVID-19.

La gripe española resultó en enfermedad aguda en 25%-30% de la población mundial, con más de 50 millones, mientras que COVID-19 hasta la fecha (de esta publicación) se ha llevado 1,3 millones de muertes. “El menor número de muertes puede ser el resultado de nuestros avances en el campo médico durante el siglo”.

“El impacto heterogéneo de la gripe española en Europa, también entre los países escandinavos, es una clara indicación de que otros factores además de las propiedades virales son importantes para la transmisión y mortalidad.”

El fantasma de las pandemias pasadas

Otra experiencia vivida en nuestro país fue el brote epidémico de poliomielitis, aún las familias de Buenos Aires recuerdan el pánico cuando retiraban niños de sus domicilios por el cuadro febril. Cuando fue posible contar con la vacuna Salk hasta los niños iban a vacunarse con alegría. Más reciente fue la experiencia que han vivido las generaciones actuales con la pandemia de Gripe A N1H1 en el año 2009, que fue la primera experiencia en tomar decisiones de aislamiento.

Es importante reconocer que todas las pandemias/epidemias desde fines del siglo XIX a la actualidad se han resuelto mediante la inmunización de las poblaciones mediante las vacunas que han logrado reducir y aun eliminar la circulación de virus y bacterias.

Sin embargo, la enfermedad cardiovascular permanece como la principal causa de muerte en el mundo occidental a pesar de los grandes avances en el diagnóstico por imágenes, tratamiento farmacológico, quirúrgico y de la cardiología intervencionista que han logrado una reducción de la mortalidad, pero el número de pacientes que padecen la enfermedad sigue en aumento.

Así como las enfermedades transmisibles se resuelven mediante las vacunas y los medicamentos antibióticos o antivirales, la enfermedad cardiovascular requiere de recursos más complejos donde interviene la prevención mediante campañas nacionales sobre los factores de riesgo y accesibilidad al tratamiento preventivo primario y secundario y a la alta complejidad de diagnósticos y tratamientos. En los diseños sanitarios la falta de campañas de prevención impiden el aumento de la expectativa de vida de una sociedad.

Campaña de prevención

Un antecedente que sirve para estudiarlo y aplicarlo es el Proyecto Karelia que impulsó el Dr. Pekka Pushka, quien advirtió el poco cuidado que sus conciudadanos tenían en materia de salud cardiovascular. El Proyecto Karelia (PK) iniciado en los años 70, logró reducir la alarmante mortalidad cardiovascular de Karelia del Norte. Tras el período inicial de 5 años, el proyecto se extendió y sus hallazgos se difundieron por todo el país con el fin de promover la prevención por toda Finlandia. Se identificaron los tres principales riesgos: los altos índices de tabaquismo, los altos niveles de colesterol y los altos niveles de tensión arterial, y sobre ellos se concentró la concientización. Sobre estos tres temas se difundieron pautas saludables de comportamiento. El PK consiguió modificar los hábitos de la población y la tasa de mortalidad por eventos cardiovasculares cayó un 73 por ciento entre 1969 y 1995. Esta iniciativa constituyó un claro ejemplo de cómo utilizar el marketing social para convencer a una población de un problema real y solucionarlo “5 al día” recuerda un milagro en Salud Pública: Proyecto Karelia en Finlandia.

Las campañas nacionales de prevención deben ser permanentes y diseñadas para que la sociedad tenga la información necesaria, sin medidas restrictivas y siempre apelando y promoviendo la responsabilidad individual y el autocuidado.

No será la última pandemia/epidemia

Si un aprendizaje nos ha dejado esta pandemia es que las decisiones para enfrentar las pandemias necesita de una rectoría mundial multidisciplinaria, que en esta oportunidad la OMS no logró asumir y en cada país se tomaban medidas que se basan exclusivamente en los datos infectológicos, otras veces las decisiones se tomaban sin la suficiente base científica.

Quien debe definir las estrategias ante una pandemia es un Consejo Multidisciplinario que asesore a las autoridades. El conocimiento infectológico es imprescindible, pero es solo una parte de la estrategia, otros expertos de la epidemiologia, enfermedades no transmisibles, salud mental, investigadores, sociólogos y economistas deben participar para establecer la estrategia ante una pandemia.

Como señalamos, no será la última pandemia que sufrirá la humanidad, por esto se tornará necesario crear en los ministerios de salud, ligada a epidemiología, un área multidisciplinaria de estudio y seguimientos de epidemias y riesgos de pandemia. Esta acción permitirá generar expertos en varias disciplinas que puedan construir Políticas de Estado para estrategias de pandemia que eviten improvisaciones y se ajusten a las características infectológicas y epidemiológicas del germen responsable de la pandemia. La salud de la población es un concepto mucho más amplio que la enfermedad transmisible responsable de la pandemia. Por ejemplo perder más de un año de escolaridad es una de las variables muy dañada en el presente, que dejará grandes secuelas e inequidades en el futuro, profundizando la bien definida por Guillermo Jaim Etcheverry, como la Tragedia Educativa.

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