10 pasos para la nueva educación

En un mundo en donde la tecnología avanza a pasos acelerados y todo se automatiza cada vez más, sobresaldrán las mentes más brillantes, las que puedan pensar, resolver, crear. ¿Están preparados nuestros alumnos para este nuevo paradigma?

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El diseño de las aulas
El diseño de las aulas y el rol del docente, dos de las claves a replantearse (Foto NA: APN LA PAMPA)

Nueve de cada diez alumnos cree que tendrán trabajos muy diferentes a los de sus padres. En un mundo en donde la tecnología avanza a pasos acelerados y, cada vez más, todo lo que se pueda automatizar a través de las máquinas se automatizará, sobresaldrán las mentes más brillantes, las que puedan pensar, resolver, crear. ¿Están preparados nuestros alumnos para este nuevo paradigma? Para preparar a los alumnos para el mañana, necesitamos transformar su educación hoy.

Diez pasos para la nueva educación:

1) El docente se corre del centro de la escena

De nada sirve que el docente monopolice la clase y dicte una clase expositiva, si después los alumnos se van del aula y no recuerdan nada o muy poco. Estamos acostumbrados a que tradicionalmente el docente sea la figura central de la clase y que todo gire alrededor suyo, como un rockstar, pero sucede que el docente ya no es más la única fuente de conocimiento. En la actualidad, el conocimiento se despliega no sólo a partir del estímulo del docente, sino a partir de los debates y conversaciones entre los alumnos, del trabajo por proyectos, intervenciones a través de los celulares, tablets, computadoras, etc. Algunos alumnos parecieran estar anestesiados en sus clases.

En un momento en el cual el alumno está tan distraído con los celulares y cuesta tanto captar su atención, debemos poner el foco en el aprendizaje y no en la figura del docente. Nadie aprende a andar en bicicleta escuchando cómo lo hizo su hermano mayor. Para aprender a andar en bicicleta, hay que subirse a una. Andar, caerse e intentarlo de nuevo, hasta que sale. El alumno debe involucrarse cognitiva y emocionalmente en la clase y para eso el docente debe poder dar un paso al costado. Esto de ninguna manera supone que el docente debe desaparecer del aula. Por el contrario, toma un rol de facilitador, que le permitirá acompañar a los alumnos y brindarles las herramientas necesarias para su avance, enfocándose en su propio potencial.

2) Diseño de aulas

Pensemos en un banco de aula. Suelen ser rectangulares, pequeños. Es en ese espacio reducido, en donde solo entra una fotocopia, en donde esperamos que los chicos “piensen a lo grande”. ¡Qué gran paradoja!

Y ni hablar si necesitamos que los chicos trabajen en grupos. ¿Cómo pueden hacerlo sintiéndose todos incluidos en ese formato? Y si decidieras mover los bancos, ¿cuánto tiempo se demoraría? ¡Y el ruido que harían! Está claro que el mobiliario pesado, casi atornillado al piso, no alienta el tipo de aprendizaje que buscamos. Si pensamos en descentralizar el aula y poner al alumno en el centro de la escena para que “haga”, no simplemente vea o escuche, debemos también repensar los espacios de aprendizaje. Desde hace siglos, las aulas siguen igual . El aula tradicional fue diseñada para un mundo que ya no existe . Con la transformación de la comunicación y la llegada de la tecnología, el aula, como espacio de aprendizaje, ¡quedó obsoleto!

Por otro lado, nuestros alumnos no son solo consumidores, ahora ya son prosumidores, es decir, producen contenido. Si se les permitiera, podrían entregar trabajos más complejos como si se desempeñarán en un estudio audiovisual. La enseñanza tradicional es cada vez menos efectiva para captar la atención de los alumnos. El diseño del aula debe adaptarse a esta modalidad de trabajo.

Y esta misma idea de “aprender haciendo” le da la bienvenida a dos nuevos conceptos: los makerspaces y la hiper aula. Los makerspaces o “espacios para crear” son aulas en donde se aprende haciendo, a través de la colaboración entre los mismos alumnos, generando una mayor comprensión del contenido . La hiper aula: Imaginemos un espacio amplio, en donde los alumnos trabajan de manera colaborativa por proyectos interdisciplinarios a cargo de varios profesores de diferentes materias en la misma aula, y en distintos sectores de este hiperespacio, sin estar atados a un lugar fijo . La hiperaula es un espacio amplio, versátil, en el que podemos ir de lo presencial a lo digital de manera fluida y natural . La hiperrealidad está presente a través de dispositivos para trabajar la realidad aumentada, realidad virtual, simulaciones e impresión en 3D, lo que aumenta exponencialmente el interés de los alumnos por el contenido por trabajar .El aula, tal como la conocemos, era el lugar apropiado para la educación del siglo pasado . Este siglo demanda que incorporemos nuevos conceptos en relación con el tiempo y el espacio .

3) Mejores alumnos

Hace muchos años, en el modelo tradicional de educación, todo se hacía de manera estandarizada. Todos hacían lo mismo y al mismo tiempo. Pero hoy por hoy, tener a todos tus alumnos haciendo lo mismo al mismo tiempo ya no generará ningún valor agregado. Debemos permitirles a los alumnos manejar su propia autonomía. Esto significa centrar la atención en ellos, permitirles explorar y aprender de acuerdo con sus propios estilos y fomentar su propia responsabilidad. Seguro recordás la frase “las raíces de la educación son amargas, pero sus frutos, dulces”. Y así es: aprender requiere alumnos que estén dispuestos a concentrarse, a repetir ciertas habilidades hasta que logren manejarlas, a hacer deberes en lugar de salir a jugar con los amigos, a escuchar al docente en lugar de contar chistes… Es decir, necesitan salir de su zona de confort. Necesitan aprender el oficio de ser alumnos. Y esto se denomina alfabetización académica. Debemos enseñarles a los alumnos el oficio de ser alumnos. Para poder ayudar a nuestros alumnos a aprender, debemos ayudarlos a encontrar dos respuestas: 1) ¿Esto para qué me sirve?; 2) ¿Podré aprenderlo/hacerlo?

4) Mejores aprendizajes

Que un docente enseñe no significa que el alumno aprenda. Un docente que enseña como él aprendió, está enseñando para un mundo que ya no existe. Un tik tok dura sólo unos segundos. Los chicos se comunican con stickers y emojis. La comunicación cambió y con ella la manera de aprender. Para captar la atención de los alumnos, debemos proponer nuevas estrategias pedagógicas. Las píldoras de aprendizaje son contenido formativo corto, de no más de veinte minutos, al que inclusive se puede acceder de manera virtual. Y en este sentido, el aula invertida se presenta como un enfoque pedagógico interesante en donde la “enseñanza” se muda del espacio grupal a un espacio individual, en casa, y en donde durante el trabajo grupal, en la escuela, el docente guía a sus alumnos a través de recursos y actividades que los involucran cognitiva y emocionalmente.

El alumno en casa, ve un video acerca del contenido que deben aprender, para luego, en clase, y junto a sus compañeros, activar ese conocimiento a través de aprendizajes activos. Es decir en el aula se maximiza, se capitaliza y se potencia el tiempo cara a cara. Claro está que para que esta propuesta eche raíces, necesitamos que cada alumno cuente con un dispositivo y conectividad. Esta pandemia ya nos ha demostrado que la conectividad debe ser un bien esencial. No es lo mismo con conectividad, que sin conectividad. Tal vez la pregunta que ayuda a comprender lo significativo del aula invertida es cómo podemos ayudar a los alumnos a desarrollar su creatividad y curiosidad cuando se los limita a escuchar y anotar.

El aula invertida es un cambio de 180º en relación a la educación tradicional que nos permite:

- Que los alumnos pasen de “memorizar” a “aplicar” la información.

- Poner el foco en aprender haciendo (no escuchando)

- Una mayor participación por parte de los alumnos

- Que los alumnos fusionen los contenidos

- Alumnos involucrados cognitiva y emocionalmente

- Una mayor interacción con nuestros alumnos.

- Clases más personalizadas

- Un mejor uso del tiempo

- Trabajar con habilidades socio-emocionales

5) Las habilidades socio-emocionales

¿De qué sirve mucho conocimiento técnico si un empleado llega tarde a su primera capacitación o si en un brote de ira le contesta mal al cliente. ¿O si su propia frustración no le permite seguir adelante con un proyecto? Las habilidades como la adaptación, la resiliencia, llevarse bien con la gente, poder motivarse a pesar de las dificultades, la creatividad, la resolución de problemas, ser parte de la solución y no del problema, entre otras habilidades, ya no son optativas para tener una vida satisfactoria. ¿El colegio está poniendo énfasis en estas habilidades?

Cuando el docente se enfoca sólo en lo cognitivo, ayuda a sus alumnos a aprobar la escuela. Cuando el docente se concentra en lo cognitivo, pero además en lo socio-emocional, los ayuda a aprobar la vida.

6) La revolución cognitiva

Las sillas en el aula no son para sentarse, ¡son para pensar!

El desafío de este siglo es el de ayudar a nuestros alumnos a pensar de maneras diferentes, a desafiar nuevas inteligencias y esto se trabaja con una cultura del pensamiento en las aulas. La cultura del pensamiento se hace visible en aquellas aulas en donde el pensamiento, tanto individual como colectivo, se valora, se hace visible y se promueve activamente como parte de la experiencia cotidiana de todos los miembros del grupo. Es priorizar la profundidad del pensamiento por sobre la velocidad de respuesta.

Cuando preparamos a nuestros alumnos para pensar, les estamos dando las herramientas necesarias para que puedan resolver problemas, anticipar, predecir, tomar mejores decisiones, y disfrutar del buen pensar dentro y fuera del aula.

7) La seguridad emocional

¡Qué tema el cometer errores! Les pedimos a los alumnos que sean creativos y se arriesguen, pero si se equivocan, ¡los castigamos con una mala nota, con una mueca o con un silencio ensordecedor! Si un alumno tiene miedo de que lo expongan, de que se burlen de él o lo humillen, ¿cómo va a poder desplegar todo su potencial creativo?

Debemos fomentar aulas sanas en donde podamos naturalizar y desdramatizar el cometer errores y en donde ningún alumno pueda interferir con el aprendizaje de un compañero. Amigo de algunos, pero compañeros de todos.

Nuestros alumnos pueden aprender a convertir los desafíos en grandes lecciones, pero para eso deben aprender a capitalizar sus errores y seguir adelante.

8) Las evaluaciones

Otro tema no menor es el de mejorar el sistema de evaluación. Estudian, rinden, aprueban y a los cuatro días se olvidan de todo. ¿Hubo aprendizaje? Lo importante de la evaluación no es determinar solamente hasta dónde llegaron los alumnos, sino hasta dónde pueden llegar. Pero para esto debiéramos dejar de creer que la evaluación sólo sirve para indicar qué alumnos fracasan y qué estudiantes tienen éxito. ¿Por qué no pensar que los propios procedimientos de enseñanza y de evaluación pueden ser en gran medida los responsables del fracaso escolar?

Las formas tradicionales de evaluación son características de un tipo de enseñanza ligado con el pensamiento vertical o tradicional. Debemos enfocarnos en una evaluación que ayude a aprender, no simplemente emitir un juicio de valor para ver si el alumno aprendió o no. Cuando les enseñamos a nuestros alumnos a ver sus errores de manera racional y no emocional, les estamos dando una lección mucho más importante que el tema en cuestión. Cuando logramos que nuestros alumnos cambien su mirada frente a la evaluación y puedan capitalizar sus errores, los estamos ayudando a tener una mejor vida adulta. Los errores enseñan. Pero para eso, debemos comenzar nosotros, los adultos, por entender cuál es el verdadero sentido de la evaluación.

9) Mejores docentes

La calidad del sistema educativo no puede ir más allá de la calidad de sus docentes, pero estos docentes necesitan tener ciertas condiciones para poder crecer y aportar de manera positiva al sistema.

Debemos darles respuestas a muchas cuestiones que escapan a lo pedagógico-didáctico, pero que son básicas para poder avanzar en el tema: desde sueldos dignos y condiciones de empleo hasta infraestructura, edificios aptos para impartir educación, y más y mejores recursos, todas cuestiones esenciales sin las cuales hablar de una mejora educativa suena casi como una fantasía.

¿Cómo podemos pedirle hoy a un docente, que va de una escuela a otra, que no tiene recursos, ni le alcanza el sueldo, que dedique tiempo a pensar, a planificar, o a tomar decisiones para mejorar la calidad educativa de sus alumnos? Innovaciones en el aula sí, pero también cuestiones básicas resueltas que nos permitan poder seguir avanzando a paso firme .

10) El presupuesto

En un año en donde más que nunca se necesita de fondos para poder hacerle frente a la peor tragedia educativa de los últimos tiempos, bajar el presupuesto es una cachetada más a un sistema educativo sumamente frágil.

Se necesita de presupuesto para mejoras edilicias y nuevas escuelas, para mejorar el equipamiento, para mejores sueldos, para becas, para recursos, para poner al alcance de miles de alumnos conectividad y dispositivos móviles, para capacitación, para salir a buscar a los alumnos que se cayeron del sistema, para evaluar más y poder entonces definir las mejores políticas educativas, entre tantas otras prioridades que tiene hoy la educación.

Con un 60% de niños pobres en el país, la única manera de brindarles oportunidades reales es a través de la educación. Esto implica más horas de clases, más aulas, más docentes, más alimentos.

Son tantas las necesidades de este sistema que pensar en bajar el presupuesto en vez de subirlo, no hace más que mostrar una triste realidad, y es que tristemente la educación para Argentina, no es importante.

Transformar la educación requiere de toda una reorganización, de una reingeniería escolar . Requiere coraje, tiempo y paciencia . Despojarnos de nuestro ego y convertirnos en agentes de cambio para poder servir mejor a nuestros alumnos .

La excelencia nunca es opcional. Necesitamos mucho más que de buenas intenciones para brindarles a nuestros hijos la mejor educación posible hoy. Se necesita de la intención, del esfuerzo y de buenas decisiones.

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