El fenómeno del “vecinalismo”, como nuevo paradigma político y social, es una realidad en América Latina. En este portal, la temática ya había sido esbozada por el abogado y especialista en temas municipales, Facundo Zaldúa. En la provincia de Buenos Aires, el principal distrito electoral del país, numerosas fuerzas vecinalistas ya se han instalado en las preferencias de los electores. Los comicios que se avecinan no parecen ser la excepción.
Los espacios políticos vecinales aportan propuestas en materia de seguridad ciudadana que, la mayoría de las veces, colisionan con el verticalismo de la estructura del poder.
Los recurrentes problemas que sufren los bonaerenses, entre los cuales la seguridad ciudadana ocupa un lugar (trágicamente) destacado, no ha logrado ser neutralizado o -al menos- atenuado por las distintas administraciones que han ocupado transitoriamente la Casa de Gobierno con asiento en la ciudad de La Plata.
Se han propuesto infinidad de reformas a la organización de la Policía provincial, en un abanico que se extiende desde el mero maquillaje (cambio en el nombre de la institución, en las denominaciones de las distintas dependencias, en las jerarquías de oficiales y suboficiales, en uniformes, equipos y vehículos, etc), hasta las más profundas variantes, como ser una descentralización de la jefatura provincial en varias subjefaturas a lo largo y a lo ancho del vasto territorio bonaerense, cuya extensión territorial supera a la de varios países del planeta.
Sin embargo, siempre culmina triunfando el centralismo del poder y la mayor fuerza de seguridad del país sigue comandándose desde el despacho del Ministerio de Seguridad de la ciudad de las diagonales.
Esta situación, aún sin grandes cambios, podría recibir un aporte fundamental desde lo funcional y estrictamente operativo, con evidentes beneficios para los vecinos, si se tuviese en cuenta la valiosa información que pueden aportar los municipios en materia de realidad delictual, en tiempo real y simultáneo.
En épocas de pandemia, en donde las reuniones virtuales son “el pan nuestro de cada día”, ¿resulta tan complicado organizar -institucionalmente- un “gabinete ampliado de seguridad”, con la participación de todos los secretarios municipales del área?
¿No sería muy importante que el ministro de Seguridad, su gabinete, el jefe de Policía y la Plana Mayor de la institución conozcan desde cada rincón de la provincia la situación real en materia de inseguridad?
¿O acaso lo saben todo?
Diariamente, las distintas administraciones provinciales nos ametrallan con estadísticas que afirman que en tal distrito “el delito disminuye” o que determinada conducta delictiva “ha mermado”. Si se escuchara a los responsables de la seguridad de cada municipio, esas estadísticas -al menos- serían revisadas y elaboradas nuevamente.
No sería una “pérdida de poder” del Ministro o del jefe de policía. Todo lo contrario. Sería una herramienta eficaz para elaborar tácticas y estrategias frente a los complejos problemas que acarrean el crimen y el criminal.
En lugar de “esconder la basura debajo de la alfombra”, el gobierno provincial se dedicaría a sincerar números y estadísticas. A disponer de los recursos materiales y del factor humano (siempre escasos) en la medida de las necesidades concretas de cada rincón de la provincia y no del marketing político o preelectoral.
No habría necesidad de crear nuevos cargos públicos, ya que cada municipio cuenta con un secretario de seguridad, quien -muchas veces- es absolutamente ignorado por el Ministerio provincial en sus reclamos.
Sería un reconocimiento real y concreto a la autoridad de los intendentes y un pleno reconocimiento a las peticiones de los vecinos que tienen como primer referente estatal en materia ejecutiva a sus alcaldes.
Sería, también, una forma de adjudicar responsabilidades funcionales al secretario municipal, ya que de él dependerá que la Casa de Gobierno provincial conozca detalladamente la problemática del distrito.
Tal vez el fenómeno del “vecinalismo” no llegue a estas tierras para reemplazar a los espacios políticos tradicionales en forma inmediata. Sin embargo, el respeto al vecino y a la estructura municipal de poder debe concretarse ahora.
No es tan difícil.
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