La mitad de los 16 millones de habitantes de Gran Buenos Aires —CABA y 40 municipios lindantes— carece de obra social o de prepaga para atender su salud. Deben ser asistidos por la salud pública. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires garantiza el derecho a la salud integral.
El acto médico, articulado en especialidades, le pone dinámica a un sistema que debería ser integral e integrado cuidando la salud y paliando la enfermedad. Este sistema reconoce tres niveles de abordaje: la atención primaria, la complejidad intermedia y la alta complejidad. Cuenta con estudios y laboratorios para diagnosticar, y con herramientas tecnológicas de intervención y medicamentos para curar. Diagnóstico y tratamiento conforman un camino crítico hacia el bienestar de la población que debe ser recorrido en un ambiente de alta y precisa organización.
Días pasados, provincia, Ciudad y nación presentaron en sociedad la Red Pública de Salud del AMBA con el objetivo central de fortalecer la atención primara con acceso universal, equitativo y oportuno, mejorando la respuesta en todos los niveles de salud integradamente y en redes. Todos los vecinos del área metropolitana deberán tener un centro de salud a no más de 15 minutos de su casa, dijo la gobernadora María Eugenia Vidal, lo que hoy ya sucede en la CABA.
El desafío de lograr un sistema integrado que satisfaga la demanda desde una oferta organizada de servicios implica ejecutar un eficaz modelo de gestión y atención, y para ello se hace imprescindible abordar recursos humanos y sistemas informáticos.
“Las salitas”, en provincia los Centros de Atención Primarios de la Salud (CAPS) y en CABA los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), son el punto de partida de dicho sistema y conforman mucho más que una referencia para la atención médica. Deben ser centros comunitarios integradores de múltiples acciones convergentes a la calidad de vida de los vecinos.
Por eso es que al 80% de los requerimientos de salud que se resuelven en la atención primaria, se deben sumar la prevención epidemiológica, la alimentación y la cobertura materno-infantil, así como los abordajes comunitarios con una implantación local virtuosa que dé cuenta de los condicionantes sociales de la salud.
De este modo, en el sistema puesto en marcha, los equipos de salud asumirán una responsabilidad territorial concreta, teniendo a su cargo grupos definidos de familias para la prevención, la atención y la resolución de los problemas sanitarios de la comunidad. Cada centro contará con la dotación de personal óptima conforme a la cantidad de población a su cargo y en cuya articulación tendrá un papel preponderante el municipio.
Una eficaz sistematización de procesos, con adecuada programación de turnos y derivaciones, es sostén imprescindible del sistema de atención que debe contar con sistemas informáticos suficientes cuya piedra angular es la historia clínica digital de cada vecino. También está en marcha y se la proyecta como insumo central del padrón sanitario de la región.
Celebramos, además, que todo este diseño de sólida racionalidad haya tenido en cuenta experiencias de otros países, como Brasil y España, pero para ajustar determinados componentes e integrándolos a nuestra propia realidad, sin copiar mecánicamente. Se están adoptando criterios de posibilidad, inmediatez y conveniencia con los recursos disponibles y con la firme decisión de conducir con coherencia el área de la salud pública del AMBA.
Queda por señalar que la asignatura pendiente en infraestructura y equipamiento es importante. Solo en la provincia de Buenos Aires se prevé, en una primera etapa, una inversión de 830 millones de pesos en 363 CAPS, localizados en 24 municipios.
La Fundación Metropolitana recibe con beneplácito todas estas decisiones, sabiendo que, si bien es largo el camino para completar un sistema metropolitano de salud pública que cubra satisfactoriamente las necesidades de la región, se está en muy buen camino, porque el abordaje estructural adoptado permitirá a la cooperación de municipios, provincia y nación un aprovechamiento mucho más eficaz de los recursos del sector. Se podrá así conseguir el propósito tantas veces escuchado de que en la salud hay recursos suficientes pero con necesidad de ser mejor aplicados.
El autor es presidente de la Fundación Metropolitana.