Qué poder tienen los aromas en la evocación de recuerdos emocionales, según los expertos

Aunque es crucial para la supervivencia desde tiempos ancestrales, el olfato ha sido uno de los sentidos más ignorados en el ser humano

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Investigaciones desde la década de 1970, como los estudios de Trigg Engen, han demostrado que los recuerdos asociados a olores son más duraderos que los visuales o auditivos, incluso después de varios meses​​- (Imagen Ilustrativa Infobae)
Investigaciones desde la década de 1970, como los estudios de Trigg Engen, han demostrado que los recuerdos asociados a olores son más duraderos que los visuales o auditivos, incluso después de varios meses​​- (Imagen Ilustrativa Infobae)

La relación entre los olores y los recuerdos es una conexión poderosa que la mayoría de las personas han experimentado alguna vez: un perfume olvidado, el aroma de un plato familiar o el olor de un lugar especial nos transportan instantáneamente a momentos del pasado, evocando emociones y detalles que creíamos enterrados en el tiempo. Esta capacidad del olfato para despertar recuerdos vívidos está respaldada por la memoria olfativa, un fenómeno donde los olores tienen una permanencia notable en nuestra mente, más intensa y duradera que las imágenes o los sonidos.

A lo largo de la historia, el olfato ha sido uno de los sentidos más subestimados en el ser humano, a pesar de ser el más antiguo y uno de los más cruciales para la supervivencia de las especies. Desde sus orígenes, los olores han guiado a los seres vivos en la búsqueda de alimento, la reproducción, el escape de amenazas y la marcación de territorios. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX cuando se inició un estudio más sistemático de la memoria olfativa.

Uno de los primeros investigadores en abordar este tema de forma experimental fue el psicólogo sueco Trigg Engen, quien, en la década de los 70, realizó un estudio pionero en el que se expuso a los participantes a series de fotografías y olores. Luego de un tiempo, que variaba entre minutos y meses, los sujetos debían reconocer los estímulos que recordaban. El resultado fue revelador: mientras que la memoria visual decayó considerablemente con el tiempo, los recuerdos olfativos permanecieron prácticamente intactos incluso cuatro meses después del experimento.

En 2004, Richard Axel y Linda Buck fueron galardonados con el Premio Nobel por su descubrimiento de los genes que codifican los receptores olfativos, revelando cómo el cerebro procesa los aromas​​ - (Imagen Ilustrativa Infobae)
En 2004, Richard Axel y Linda Buck fueron galardonados con el Premio Nobel por su descubrimiento de los genes que codifican los receptores olfativos, revelando cómo el cerebro procesa los aromas​​ - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este tipo de hallazgos impulsó la idea de que el olfato está intrínsecamente ligado a la memoria a largo plazo, y que su conexión con las emociones, mediante estructuras cerebrales como la amígdala y el hipocampo, lo convierte en un canal especialmente efectivo para la codificación de recuerdos. La investigación de Engen fue un punto de partida que demostró que los recuerdos asociados a olores no solo son más duraderos, sino que también tienen una carga emocional significativa.

Descubrimientos de Axel y Linda Buck

El estudio del olfato y su relación con la memoria avanzó significativamente con el trabajo de los científicos Richard Axel y Linda Buck, quienes en 2004 fueron galardonados con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por sus descubrimientos clave sobre los receptores olfativos. Este avance permitió a la ciencia entender cómo los olores son captados y procesados a nivel molecular, sentando las bases para comprender el camino que sigue un estímulo olfativo desde la nariz hasta el cerebro.

Axel y Buck identificaron los genes responsables de codificar las proteínas receptoras olfativas. Cada uno de estos receptores se activa con moléculas específicas de olor, y en conjunto, forman un “abecedario” que el cerebro utiliza para crear una respuesta olfativa. Linda Buck explicaba que, al igual que las letras del alfabeto forman palabras, estos receptores son reutilizados para identificar diferentes olores, lo que hace que la percepción de los aromas sea extremadamente compleja y variada. Esta comprensión molecular abrió la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo el olfato está relacionado no solo con la memoria, sino también con las emociones, al conectarse directamente con áreas clave del cerebro, como el sistema límbico.

El sistema olfativo está conectado directamente al sistema límbico, lo que explica por qué los olores pueden despertar recuerdos cargados de emociones. Esta vía rápida hacia el cerebro hace que el olfato tenga un impacto único en la memoria​ -  (Imagen Ilustrativa Infobae)
El sistema olfativo está conectado directamente al sistema límbico, lo que explica por qué los olores pueden despertar recuerdos cargados de emociones. Esta vía rápida hacia el cerebro hace que el olfato tenga un impacto único en la memoria​ - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Marcel Proust y la conexión emocional del olfato

Uno de los ejemplos literarios más emblemáticos de la relación entre el olfato y la memoria es la célebre escena descrita por Marcel Proust en su obra “En busca del tiempo perdido”. En el pasaje, el narrador revive un torrente de recuerdos al probar una magdalena sumergida en té, un sabor que lo transporta a su infancia. Este fenómeno, conocido como el “efecto Proust”, ilustra cómo un simple aroma o sabor puede desatar una serie de recuerdos profundamente almacenados.

El pasaje de la magdalena de Proust ha sido citado como un ejemplo clásico del poder evocador del olfato, mostrando cómo este sentido está estrechamente ligado a la memoria episódica y las emociones. Según estudios recientes, el ser humano es capaz de identificar hasta un billón de olores diferentes, una cifra mucho mayor que los diez mil olores que se creían posibles hasta hace poco. Estos olores no solo despiertan recuerdos, sino que también son capaces de influir en el estado de ánimo y la conducta, ya que, según investigaciones, el 85% de los recuerdos olfativos tienden a ser agradables, evocando imágenes de la infancia, la naturaleza o momentos de vacaciones.

La pérdida del olfato y su impacto en la memoria

La pérdida del olfato, conocida como anosmia, puede tener repercusiones significativas la calidad de vida, y además, en la capacidad de recordar eventos y experiencias. Entre las causas más comunes de esta afección se encuentran los resfriados, las enfermedades crónicas nasosinusales y los traumatismos craneoencefálicos. Sin embargo, las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer, también están estrechamente relacionadas con la disminución o pérdida del olfato. De hecho, se ha observado que la hiposmia (disminución del olfato) o la anosmia pueden preceder la aparición de síntomas clínicos de estas enfermedades incluso por décadas.

 La anosmia no solo afecta la calidad de vida, sino que también puede ser un signo temprano de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, prediciendo el deterioro cognitivo antes de que se presenten otros síntomas​ -  (Imagen Ilustrativa Infobae)
La anosmia no solo afecta la calidad de vida, sino que también puede ser un signo temprano de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, prediciendo el deterioro cognitivo antes de que se presenten otros síntomas​ - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Esta relación entre el olfato y las enfermedades neurodegenerativas es clave para entender cómo el procesamiento olfativo está vinculado al funcionamiento de la memoria. Estudios publicados en Frontiers in Neuroscience han demostrado que el deterioro en la memoria olfativa es un síntoma precoz en pacientes con Alzheimer, lo que sugiere que la evaluación de la capacidad olfativa podría ser útil en la detección temprana de trastornos neurodegenerativos. Además, la pérdida del olfato tiene un profundo impacto emocional; las personas que padecen anosmia suelen experimentar sentimientos de aislamiento y desconexión con el mundo que los rodea.

Memoria olfativa: un vínculo duradero

La memoria olfativa es única en su capacidad de almacenar recuerdos intensos y duraderos. A diferencia de otros sentidos como la vista o el oído, cuyas señales deben pasar por el tálamo antes de llegar a la corteza cerebral, los estímulos olfativos viajan directamente al sistema límbico, que regula las emociones y la memoria. Esta vía directa explica por qué los olores pueden desencadenar recuerdos cargados de emociones de manera tan vívida e inmediata.

Además, como se demostró en los estudios de Trigg Engen, los recuerdos olfativos permanecen inalterados durante largos periodos de tiempo, lo que los hace más persistentes que los recuerdos visuales o auditivos. La memoria olfativa, al estar vinculada a experiencias emocionales y situaciones de alta carga afectiva, tiene un papel crucial en la forma en que recordamos momentos importantes de nuestra vida. Esta conexión no solo es biológica, sino también emocional y cultural, ya que cada individuo posee un patrimonio olfativo único que ha ido acumulando a lo largo del tiempo.

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