Cuando se trata de jardinería, elegir las plantas adecuadas para tu espacio es crucial para mantener un jardín sano y equilibrado. Sin embargo, no todas las plantas populares son tan inofensivas como parecen. Algunas, a pesar de su belleza o utilidad, pueden convertirse en una verdadera pesadilla para los jardineros, invadiendo y dañando el ecosistema del jardín.
Expertos en jardinería advierten sobre cinco plantas que, aunque comunes y atractivas, deberías pensar dos veces antes de cultivarlas. Desde especies altamente invasivas hasta plantas que pueden sofocar a otras, estas son las variedades que podrían poner en riesgo la armonía de tu espacio verde.
1. Menta
La menta es una planta apreciada por su versatilidad en la cocina, añadiendo un toque fresco a bebidas, ensaladas y otros platillos. Sin embargo, detrás de su atractivo se esconde un desafío significativo para los jardineros. Aunque a primera vista puede parecer una excelente adición al jardín, la menta tiene una característica que la convierte en una elección arriesgada: su capacidad invasiva.
Kaylyn Hewitt, diseñadora floral principal y directora de contenido sénior de The Bouqs, advierte sobre los peligros de cultivarla directamente en el suelo del jardín. Según ella, las raíces de la menta pueden expandirse rápidamente, asfixiando a otras plantas y tomando el control de grandes áreas del jardín en poco tiempo.
Este comportamiento se debe a la manera en que la menta se propaga. Sus raíces, conocidas como rizomas, se extienden subterráneamente y producen nuevos brotes, lo que dificulta su contención. Lo que comienza como una pequeña plantación de menta puede convertirse en una invasión difícil de manejar, afectando negativamente la diversidad de otras plantas en el jardín. Para evitar estos problemas, Hewitt recomienda cultivar la menta en macetas aparte, donde las raíces estén confinadas y no puedan dañar a otras especies.
2. Rábano picante
El rábano picante es conocido por su sabor intenso y su capacidad para realzar platos como la carne de res y el pescado ahumado. Para los amantes de la buena comida que disfrutan de la jardinería, esta planta puede parecer una opción tentadora. Sin embargo, el rábano picante también tiene un lado menos atractivo: su naturaleza invasiva y la dificultad para eliminarlo una vez plantado.
Sarah Raven, autora de Sarah Raven’s Garden Cookbook y A Year Full Of Pots, comparte su experiencia personal con esta planta, subrayando los problemas que puede causar. Según ella, aunque es fácil de cultivar y se adapta bien a diferentes condiciones, el rábano picante tiene un sistema radicular muy agresivo. Una vez que se establece en el suelo, sus raíces se extienden rápidamente y son extremadamente difíciles de erradicar. Raven relata cómo, desde que plantó rábano picante en su jardín hace más de 30 años, ha estado luchando por deshacerse de él, sin éxito total.
El problema radica en que incluso si se retiran las partes visibles de la planta, cualquier fragmento de raíz que quede en el suelo puede regenerarse, dando lugar a nuevas plantas. Esto convierte al rábano picante en una elección problemática para quienes buscan un jardín ordenado y controlado. Raven sugiere que si realmente deseas cultivarlo, lo hagas en un espacio aislado o en macetas, para evitar que se apodere de todo el jardín.
3. Nomeolvides
Las nomeolvides (Myosotis) son flores delicadas y atractivas, comúnmente utilizadas para añadir un toque de color en jardines durante la primavera. Su belleza y facilidad para combinar con otras flores como los tulipanes o narcisos las convierten en una opción popular entre los jardineros. No obstante, esta planta aparentemente inofensiva puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza si no se controla adecuadamente.
Sarah Raven, experta jardinera y autora, advierte que aunque las nomeolvides son hermosas y baratas, tienen una tendencia a propagarse de manera descontrolada si no se eliminan a tiempo. Estas flores, una vez que florecen, producen una gran cantidad de semillas que se esparcen rápidamente por todo el jardín. Si no se retiran antes de que estas semillas caigan al suelo, pueden brotar por todas partes, invadiendo canteros y desplazando otras plantas.
Este comportamiento invasivo puede transformar el jardín en un campo lleno de nomeolvides, lo que obliga al jardinero a dedicar tiempo y esfuerzo considerable para erradicarlas cada año. Para quienes aún desean disfrutar de estas flores sin los riesgos que conlleva su propagación, Raven recomienda cultivarlas en macetas. Este método permite controlar mejor su crecimiento y evita que se esparzan sin control por todo el jardín.
4. Flores trepadoras (campanilla, madreselva, glicina)
Las flores trepadoras como la campanilla, la madreselva y la glicina son conocidas por su atractivo estético. Estas plantas, con sus enredaderas llenas de flores, pueden transformar cualquier jardín en un paraíso visual. Sin embargo, detrás de su impresionante apariencia se esconde un riesgo significativo: su naturaleza invasiva, que puede causar más daño que beneficio.
Courtney Sixx, fundadora de Bouquet Box, señala que estas plantas tienen una tendencia a apoderarse de otras especies en el jardín, superándolas y sofocándolas. Esto es particularmente preocupante cuando las plantas afectadas son especies autóctonas. Las trepadoras, debido a su rápido crecimiento y su capacidad para cubrir grandes áreas, pueden desplazarlas, alterando el equilibrio ecológico del entorno.
Además, una vez que estas plantas se han establecido, son difíciles de controlar. Su habilidad para escalar y envolver estructuras, árboles y otras plantas las convierte en una amenaza para la diversidad del jardín. Sixx advierte que antes de plantar cualquier tipo de enredadera, es crucial investigar sobre su comportamiento y considerar cómo afectará al resto de las plantas en el entorno.
5. Algodoncillo
El algodoncillo es una planta que ha ganado popularidad por su capacidad para atraer mariposas, en particular, a la emblemática mariposa monarca. A primera vista, parece una excelente adición a cualquier jardín, especialmente para quienes desean contribuir al apoyo de la fauna local. Sin embargo, esta planta también puede traer consigo una serie de complicaciones que podrían poner en riesgo la salud de tu jardín.
Sixx advierte que no todos los tipos de algodoncillo son inofensivos. Algunas variedades de esta planta pueden ser invasivas, especialmente si no son nativas del área donde se plantan. Además, ciertos algodoncillos han sido identificados como portadores de parásitos que pueden afectar tanto a las plantas como a los insectos que interactúan con ellas.
Uno de los principales riesgos de plantar algodoncillo sin la debida investigación es que podrías estar introduciendo una especie que, en lugar de apoyar el ecosistema local, lo perjudique. Si el algodoncillo no es nativo de tu región, existe la posibilidad de que compita con otras plantas autóctonas por los recursos, debilitando el entorno natural y dificultando el mantenimiento de la biodiversidad en tu jardín.