«Menorragia» es el término médico que se usa para denominar los períodos menstruales con sangrado anormalmente intenso o prolongado. Aunque el sangrado menstrual intenso es una preocupación frecuente, la mayoría de las mujeres no sufre una pérdida de sangre lo suficientemente grave como para definirla como menorragia.
Si tienes menorragia, no puedes realizar tus actividades habituales cuando tienes el período menstrual porque pierdes demasiada sangre y tienes calambres. Si el sangrado menstrual es tan intenso que temes cuando tienes tu período menstrual, habla con el médico. Existen muchos tratamientos eficaces para la menorragia.
Síntomas
Algunos de los signos y síntomas de la menorragia pueden ser los siguientes:
Empapar una o más compresas higiénicas o tampones cada hora durante varias horas consecutivas
Necesidad de usar protección higiénica doble para controlar el flujo menstrual
Necesidad de despertarte durante la noche para cambiar la protección higiénica
Presentar sangrado durante más de una semana
Expulsar coágulos sanguíneos más grandes que una moneda de un cuarto de dólar
Limitar las actividades diarias debido al flujo menstrual abundante
Síntomas de anemia, como cansancio, fatiga o dificultad para respirar
Cuándo consultar al médico
Busca ayuda médica antes de la próxima consulta programada si tienes:
Sangrado vaginal tan abundante que empapa, al menos, una compresa o un tampón por hora durante más de dos horas
Sangrado entre períodos o sangrado vaginal irregular
Sangrado vaginal después de la menopausia
Factores de riesgo
Los factores de riesgo varían con la edad y si tienes otras afecciones médicas que puedan explicar tu menorragia. En un ciclo normal, cuando un óvulo sale de los ovarios, esto estimula al cuerpo para que produzca progesterona, la hormona femenina principalmente responsable de la regularidad del período menstrual. Si no hay ovulación, la cantidad insuficiente de progesterona puede ocasionar un sangrado copioso.
La menorragia en las adolescentes se debe típicamente a la anovulación. Las adolescentes son especialmente propensas a los ciclos anovulatorios en el primer año después de su primer período menstrual (menarquia).
La menorragia en las mujeres mayores en edad reproductiva se debe típicamente a patologías uterinas, entre ellas fibromas, pólipos y adenomiosis. Sin embargo, otros problemas, como el cáncer de útero, los trastornos de sangrado, los efectos secundarios de los medicamentos y las enfermedades del hígado o los riñones podrían ser factores contribuyentes.
Diagnóstico
Es muy probable que el médico te pregunte sobre tu historia clínica y tus ciclos menstruales. Es posible que te indiquen que lleves un registro diario de los días de sangrado y los días sin sangrado, incluso que tomes nota de cuán copioso es el flujo y de cuánta protección sanitaria precisas para controlarlo.
El médico te realizará una exploración física y puede recomendar una o más pruebas o procedimientos, entre ellos:
Análisis de sangre. Se evaluará una muestra de sangre para detectar la insuficiencia de hierro (anemia) y otras enfermedades, como trastornos de la tiroides o anomalías de la coagulación sanguínea.
Papanicolaou. Esta prueba consiste en recolectar células del cuello uterino para analizar si existen infecciones, inflamación o alteraciones que podrían ser cancerosas o provocar cáncer.
Biopsia endometrial. El médico puede tomar una muestra de tejido del interior del útero para que lo analice un patólogo.
Ecografía. Una ecografía utiliza ondas sonoras para producir imágenes del útero, de los ovarios y de la pelvis.
Según los resultados de tus pruebas iniciales, el médico podría recomendarte otros análisis, entre ellos:
Sonohisterografía. Esta prueba consiste en inyectar un líquido dentro del útero por medio de una sonda a través de la vagina y el cuello uterino. Luego el médico utiliza la ecografía para detectar problemas en el revestimiento del útero.
Histeroscopia. Este examen consiste en insertar un instrumento iluminado y delgado a través de la vagina y el cuello uterino hasta el útero para que el médico pueda observar su interior.
Los médicos solo pueden estar seguros acerca del diagnóstico de menorragia después de descartar otros trastornos menstruales, enfermedades o medicamentos como posibles causas generadoras o agravantes de esta afección.
Tratamiento
El tratamiento específico para la menorragia se basa en diferentes factores, entre ellos:
Tu salud general y tu historia clínica
La causa y la gravedad de la enfermedad
Tu tolerancia a medicamentos específicos, procedimientos o terapias
La probabilidad de que tu período menstrual pronto disminuya su intensidad
Tus planes futuros de tener hijos
Efectos de la enfermedad en tu estilo de vida
Tu opinión o preferencia personal
Medicamentos
El tratamiento médico para la menorragia puede comprender lo siguiente:
Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE). Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides, como ibuprofeno (Advil, Motrin IB, otros) o naproxeno sódico (Aleve), ayudan a reducir la pérdida de sangre menstrual. Estos medicamentos además cuentan con el beneficio de aliviar los dolorosos calambres menstruales (dismenorrea).
Ácido tranexámico. El ácido tranexámico (Lysteda) ayuda a reducir la pérdida de sangre menstrual y solo debe tomarse al momento del sangrado.
Anticonceptivos orales. Además de prevenir embarazos, los anticonceptivos orales pueden ayudar a regular los ciclos menstruales y a reducir los episodios de sangrado menstrual excesivo o prolongado.
Progesterona oral. La hormona progesterona puede ayudar a corregir el desequilibrio hormonal y a reducir la menorragia.
DIU hormonal (Liletta, Mirena). Este dispositivo intrauterino libera un tipo de progestina llamado «levonorgestrel», que afina el recubrimiento del útero y disminuye el flujo menstrual y los calambres.
Si tienes menorragia por tomar medicamentos hormonales, es posible que tú y el médico puedan tratar esta enfermedad cambiando el medicamento o dejando de tomarlo.
Si también tienes anemia debido a la menorragia, es posible que tu médico recomiende que tomes suplementos de hierro con regularidad. Si tus niveles de hierro son bajos pero todavía no estás anémico, es posible que comiences a tomar suplementos de hierro en lugar de esperar a que estés anémico.
Procedimientos
Es posible que necesites un tratamiento quirúrgico para la menorragia si la terapia con medicamentos no tiene éxito. Algunas opciones de tratamiento son las siguientes:
Dilatación y legrado. En este procedimiento, tu médico abre (dilata) el cuello del útero y luego retira o succiona tejido del recubrimiento del útero para reducir el sangrado menstrual. Si bien este es un procedimiento frecuente y a menudo tiene éxito en el tratamiento del sangrado agudo o activo, es posible que necesites procedimientos de dilatación y legrado adicionales si vuelve a presentarse la menorragia.
Embolización de las arterias uterinas. Para las mujeres en las que la menorragia está causada por fibromas, el objetivo de este procedimiento es reducir el tamaño de los fibromas presentes en el útero mediante el bloqueo de las arterias uterinas y la reducción de la irrigación sanguínea. Durante la embolización arterial uterina, el cirujano pasa un catéter a través de la arteria grande del muslo (arteria femoral) y lo guía hasta las arterias uterinas, donde el vaso sanguíneo se inyecta con microesferas de plástico que disminuyen el flujo sanguíneo al fibroma.
Cirugía con ultrasonido concentrado. De manera similar a la embolización arterial uterina, la cirugía con ultrasonido concentrado trata el sangrado causado por fibromas reduciendo el tamaño de los fibromas. Este procedimiento utiliza ondas de ultrasonido para destruir el tejido del fibroma. Este procedimiento no requiere incisiones.
Miomectomía. Este procedimiento implica la eliminación de fibromas uterinos. Dependiendo del tamaño, la cantidad y ubicación de los fibromas, es posible que tu cirujano elija realizar la miomectomía con una cirugía abdominal abierta, a través de varias incisiones pequeñas (laparoscopia) o a través de la vagina y el cuello del útero (histeroscopia).
Ablación endometrial. Este procedimiento implica destruir (extirpar) el revestimiento del útero (endometrio). En este procedimiento, se aplica láser, radiofrecuencia o calor al endometrio para destruir el tejido. Después de la ablación endometrial, la mayoría de las mujeres tienen períodos menstruales mucho más leves. El embarazo después de la ablación del endometrio presenta muchas complicaciones relacionadas. Si has tenido ablación del endometrio, se recomienda el uso de anticonceptivos permanentes o fiables hasta la menopausia.
Resección endometrial. Este procedimiento quirúrgico utiliza un asa de alambre electroquirúrgico para extraer el recubrimiento del útero. Tanto la ablación endometrial como la resección endometrial benefician a las mujeres que tienen un sangrado menstrual muy intenso. No se recomienda el embarazo después de este procedimiento.
Histerectomía. Es la cirugía con la que se retiran el útero y el cuello del útero. La histerectomía es un procedimiento permanente que causa esterilidad y pone fin a los períodos menstruales. La histerectomía se realiza con anestesia y requiere hospitalización. Es posible que la extracción adicional de los ovarios (ooforectomía bilateral) cause menopausia prematura.
Muchos de estos procedimientos quirúrgicos son ambulatorios. Si bien es posible que necesites anestesia general, es probable que te puedas ir a tu casa más tarde el mismo día. En general, una miomectomía abdominal o una histerectomía requieren una estancia hospitalaria.
Cuando la menorragia es un signo de otra enfermedad, como enfermedad tiroidea, el tratamiento de esa enfermedad usualmente da como resultado períodos menstruales más leves.